«Llorar» o «dormir», dos de las cinco pautas de Santo Tomás de Aquino para superar el dolor y la tristeza
«Cuando se hace presente un mal puede ocurrir que permanezca la esperanza para superarlo o puede ocurrir que la fuerza del mal se acreciente», dijo el sabio
Santo Tomás de Aquino escribió que la tristeza es la pasión que más daña el cuerpo porque se opone a la natural existencia. El miedo impide el discurrir de la vida humana como no lo hace ninguna otra inclinación, y la tristeza exagerada lleva al hombre al desconocimiento, la melancolía y la manía.
La tristeza, según Santo Tomás, puede llegar por el amor o por el odio. También por el deseo de un bien o por su pérdida. «Cuando se hace presente un mal puede ocurrir que permanezca la esperanza para superarlo o puede ocurrir que la fuerza del mal se acreciente hasta el punto de olvidar toda esperanza de poder escapar de él y que todo movimiento del cuerpo e interior sea impedido, cayendo en un ánimo angustiado», dice el filósofo.
La felicidad, lo contrario de la tristeza, es para Santo Tomás alcanzar la virtud. Una vida honesta de principios cristianos y aristotélicos. Sin virtud no hay felicidad y, por lo tanto, sin virtud, puede sobrevenir la tristeza. Hay que practicar la virtud en la paciencia, el amor, la fe o la caridad, aunque advierte de que la felicidad absoluta solo se puede hallar en la vida eterna.
Pero no todo está perdido en la vida terrenal para el filósofo y teólogo nacido en Roccasecca que animaba al disfrute. Puede hallarse una felicidad previa, no completa, del mismo modo que existen y él ofrece trucos sencillos, de manual práctico, casi coloquiales y no de Summa Theologiae, sin mística ni metafísica, sino incluso meramente físicos. La «autoayuda» de Santo Tomás, sabio del siglo XIII para los hombres del XXI:
Delectación
La RAE la define como «deleite» y sus sinónimos «deleitación», «placer», «satisfacción», «fruición», «gusto». Es el disfrutar, el placer físico e intelectual, el camino hacia la vida plena y hacia la vida eterna.
Llorar
Llorar para con en el llanto liberar el dolor. Las lágrimas con las que se libera la melancolía, la pena, la nostalgia, la pérdida. Llorar es la purgación del radiador del alma.
Los amigos
Son la compañía en los buenos y en los malos momentos, con los que uno se deleita y con los que uno comparte su tristeza. Un alivio como las lágrimas, un apoyo, una vía de escape ante la desesperación que no es tanta en la visión contagiada o incluso repartida con el amigo.
Contemplar la verdad
El bien y la bondad, los que también proporcionan la delectación, el llanto y los amigos, hay que observarlos. Hay que contemplarlos. Observar la belleza, sentirla. Mirar el amanecer, sentir el poder de una sinfonía, la hondura de un verso o de un muletazo.
Dormir y bañarse
Sencillamente esto. Es la demostración de la unión del cuerpo y el alma. De la esencia del pensamiento tomístico. Es la limpieza exterior previa a la limpieza interior. La eficacia de un baño para los nervios, aquel que constantemente se daba la pobre Blanche Dubois de Un tranvía llamado deseo. Y el descanso como el de los niños que renuevan sus sueños despiertos sin mirar atrás.