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Estatua de Marco Aurelio y Pedro SánchezGTRES

El estoicismo y el existencialismo como remedios filosóficos para sobrellevar a Sánchez

Del mismo modo que hay personas con «ansiedad climática» hay personas con «ansiedad sanchista»

En un mundo con cuestiones tan asombrosas como la «ansiedad climática» también existen otras cuestiones no tan asombrosas como lo que podría llamarse «ansiedad sanchista». No son pocas las personas que solo con escuchar el timbre de voz del presidente sienten alteraciones de su estado físico y anímico.

Corrupción y angustia

La sucesión de mentiras tapadas con otras mentiras durante los seis últimos años y la reciente avalancha de confirmaciones, indicios y sospechas de corrupción relacionadas directamente con Sánchez sin que aparentemente, como en ocasiones anteriores, vaya a haber consecuencias inmediatas, produce en algunos ciudadanos un estado personal que se asemeja al de la angustia por la propia existencia.

Una existencia donde siempre está él, Sánchez, a pesar de todo. Es la ansiedad por un problema en apariencia irresoluble, lejos del sentido común. Sánchez es como un líder angustiosamente intocable que hace de la mentira, del cinismo y del sectarismo sus armas homologadas sin que nadie sea capaz de explicarlo muy bien. Sánchez es como el peso de la vida para muchas personas.

Autocontrol

El estoicismo aparece como remedio contra Sánchez, como provocador de emociones negativas, quien está fuera del control de todo aquel que se sienta afectado por su presencia. Sánchez no depende de uno mismo, por lo que habría de practicarse, según los estoicos, la indiferencia, para llevar una vida serena, lejos de afectaciones por los actos del presidente.

Séneca, otro estoico, hablaba igualmente del autocontrol para no dejarse llevar por las emociones negativas. Pero el estoicismo acepta a Sánchez. ¿Es el estoicismo una claudicación ante él? No en el sentido del individuo que sufre por la permanencia del presidente en la Moncloa, que nada puede hacer por sí solo para cambiar esto.

Sánchez como contingencia

Otra filosofía, menos «pasiva», es el existencialismo de Nietzsche, quien apuesta por aceptar la naturaleza de las emociones para comprenderlas y encontrar a través de ellas nuevas formas de reaccionar y de actuar. Este existencialismo nació de los parámetros fijados por Kierkegaard, referido con humor, más allá de la filosofía, por Faemino y Cansado, otra forma, el humor, de sobrellevar las situaciones que nos angustian.

Kierkegaard fue el filósofo de la angustia a la que pretendía abrazar, unirse al sentimiento de indefensión sin aparente solución. El filósofo danés coloca en disposición de asumir que la vida en general está llena de contingencias como Sánchez que desestabilizan de igual modo, restándole protagonismo a su figura en la vida de cada uno o incluso haciéndole ver a cada uno que lo importante es centrarse en uno mismo, a la manera estoica para, entre otras cosas más íntimas, como mínimo no votarle en unas elecciones.