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Álvaro Pombo en su casa de Madrid

Álvaro Pombo en su casa de MadridEFE

Lea la última entrevista a Álvaro Pombo en El Debate donde aborda la experiencia de Dios de forma íntima

A continuación reproducimos la entrevista al escritor, ensayista y ganador del Premio Cervantes 2024

Álvaro Pombo ha publicado un libro conmovedor. Hace falta mucha valentía para abordar una cuestión tan íntima como la de la experiencia de Dios, y hacerlo desde una perspectiva intelectual y personal, sin censurar ninguna pregunta.

La ficción suprema. Un asalto a la idea de Dios (Rosamerón, 2022) es el relato poético, filosófico y existencial de la idea de Dios en su vida, y todo un desafío a las preguntas que todo creyente se ha hecho o debería hacerse en algún momento.

–Don Álvaro, ¿sigue siendo Dios una presencia tan actual como para dedicarle un libro así de íntimo?

–El Dios cristiano sigue siendo una presencia real en mi vida. Yo no soy un católico practicante, pero me sigo considerando cristiano. Así que el asunto de Dios es importante en mis narraciones y en mis libros.

–Si el mundo es un caos abandonado al capricho de hombres como Putin (por hablar del último iluminado), ¿qué espacio tiene Dios en él?

–El mismo espacio de siempre. El Dios al que yo me refiero no es un Dios político, sino específicamente religioso. Dios pertenece al espacio de la conciencia religiosa y, que el mundo sea caótico o que haya personajes políticos como Putin, no es, en cierto modo, relevante. Recordarán los lectores que a Jesús de Nazaret ya le preguntaron una cosa parecida: «¿Por qué no obligas a la gente a obrar bien o a ser caritativos unos con otros?». Y la respuesta es que Dios preserva la libertad humana. Si no lo hiciera no sería Dios, sino un tirano.

–¿Hasta qué punto nuestra mentalidad mercantilista le hace daño a la conciencia de Dios reduciéndole a un mero donante de regalos?

–Yo no he tenido nunca la impresión de que Dios sea un donante de regalos ni de buena vida. Yo no he tenido nunca regalos ni buena vida y considero que esa imagen de Dios corresponde a una religiosidad vulgar que no es la mía. Dios sería el misterio impenetrable.

Cualquier cosa que descubramos en nosotros mismos es un descubrimiento que hacemos en nuestra vida cotidiana, eso incluye el descubrimiento de Dios o de Jesús de Nazaret

'La ficción suprema' de Álvaro Pombo, publicado por Rosameron

'La ficción suprema' de Álvaro Pombo, publicado por Rosameron

–En su libro, relata una conciencia de Dios casi desconocida en nuestros días. ¿Qué significa para usted esa palabra: Presencia?

–Desde el punto de vista epistemológico, la presencia de Dios no sería muy distinta de la presencia de una persona que quieres y que vive lejos, o de la cual estás separado por algún motivo. La presencia de Dios es una presencia poderosa, pero tan poderosa, al menos, como una idea poética.

En las catequesis se suele insistir en un moralismo o una moralización de la doctrina cristiana que sirve para muy poco y, en cambio, se descuida el aspecto espiritual más profundo

-Usted habla de esa experiencia poética del hombre para hablar del misterio de Dios, de un habitar poéticamente la tierra. ¿A qué se refiere? ¿Cree que es la vía adecuada?

–Bueno, está claro que yo no soy un gurú, ni un educador social, ni siquiera un maestrillo que tiene su librillo, así que no quiero conducir a nadie a ningún sitio. Al decir que Dios habita poéticamente la tierra, estoy utilizando conceptos muy trabajados en la filosofía y en la poesía occidentales. Cualquier cosa que descubramos en nosotros mismos es un descubrimiento que hacemos en nuestra vida cotidiana; eso incluye el descubrimiento de Dios o de Jesús de Nazaret, que aparece reflejado en los evangelios del modo más cotidiano posible.

–¿Quizá ha faltado en la catequesis un cuidado por el descubrimiento de esa belleza? ¿Puede haberse insistido más en una culpa insoportable que en la experiencia de la presencia amorosa de Dios?

–Es posible que eso sea así. En mi caso particular, a mí lo que me parece importante no es la moral, sino la fe sobrenatural. En las catequesis se suele insistir en un moralismo o una moralización de la doctrina cristiana que sirve para muy poco y, en cambio, se descuida el aspecto espiritual más profundo. Es posible hacer una ética laica, es decir, sin presencia de Dios, y es necesario hacerla para las personas que no creen en Dios y que no tienen por qué comportarse como malos ciudadanos. No es verdadera la célebre frase: si Dios no existe, todo está permitido. Eso no es verdad.

–Usted habla del peso de esa culpa en la niñez frente a Cristo y a la Virgen. ¿Cómo lo afronta ahora? Porque puede ser una gran piedra en la experiencia de muchos creyentes.

–No tiene nada que ver con ningún anuncio moralista ni no moralista. Estoy simplemente describiendo sensaciones de mi niñez y mi juventud. A mí me parece que el sentimiento de culpa es muy pernicioso si no tiene un fundamento real. Sentirse culpable de crímenes que otras personas cometen no es sensato, pero sí debemos sentirnos culpables por los crímenes que nosotros cometamos. El sentimiento de culpa tiene que ser sumamente realista para no ser un trastorno psicológico. ¿Tengo yo que sentirme culpable por los delitos posibles que cometieran mis padres? Evidentemente no. Cada uno debe hacerse responsable de sus propias acciones.

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