El Centro de Interpretación de la Pelota Vasca y otros innecesarios planes culturales que pagan tus impuestos
Carmen Calvo, como consejera de Cultura de la Junta de Andalucía, impulsó el Museo Íbero, con cifras mínimas de visitantes, que costó 26 millones de euros del contribuyente
E n pleno cisma político y social tras la catástrofe en Valencia por la gota fría, en medio del absoluto desapego de la sociedad hacia sus políticos, incapaces de dar la talla en los momentos de la verdad, se han recordado tres proyectos culturales de esos mismos políticos donde no están ni estuvieron en juego la vida y las vidas de los ciudadanos, pero sí el dinero de su trabajo en forma de impuestos, empleado en despropósitos sin sentido ni sensibilidad.
Dos de ellos ya son una triste realidad, a pesar de las dificultades, de los sobrecostes, de las ideas peregrinas sin fundamentar, de la megalomanía ridícula y del resultado hecho fracaso de público, no precisamente imprevisible. El Museo Íbero de Jaén es uno de estos ejemplos.
Museo Íbero de Jaén
El mastodóntico edificio fue impulsado por la Junta andaluza, entonces (hace 15 años) gobernada por el PSOE. Más concretamente por la consejera de Cultura, la que después fue vicepresidenta del Gobierno con Pedro Sánchez, Carmen Calvo, en 2014. Cinco años después de su comienzo y dos desde su paralización ya costaba 24 millones de euros de dinero público (Calvo fue la que dijo que el dinero público no era de nadie).
Dicha paralización dejó un monstruo tremendamente costoso y vacío casi en medio del desierto, casi una particularidad española, obra de políticos incapaces. Finalmente, el Museo fue inaugurado en 2017, ocho años después, y cinco más tarde había sumado la impresionante cifra (por ridícula) de 162.000 visitantes totales, para hacerse una idea, la mitad de los visitantes del Museo de Altamira en un solo año.
De cualquier modo, unos números verdaderamente impresionantes al lado de los del Museo Nacional de la Energía de Ponferrada, cuyas obras sobre una antigua central térmica fueron el proyecto de 100 millones de euros financiado con Fondos Europeos, y que siete años después no había alcanzado los 150.000 visitantes. Sin duda una gran idea emplear el dinero de los contribuyentes en un apasionante Museo de la Energía, donde cabe emplear la frase irónica: «¿Qué podía fallar?».
Pues fallaron todas las previsiones, incluso las más pesimistas. Y no son los únicos casos. Muchos de estos proyectos culturales ideados por políticos y financiados por los ciudadanos han fracasado y, sin embargo, se siguen manteniendo, con el consiguiente y consabido gasto público innecesario (no es lo mismo mantener la Casa de Cervantes, ya existente, que mantener el inmenso Museo Íbero, no precisamente idea ni obra de Cervantes) provocado por la ineptitud, mayormente.
Interpretar la pelota vasca
Una ineptitud y un afán que lejos de cesar a la vista de ciertos ejemplos (no todos, por suerte) continúa. Por ejemplo, en la idea delirante, pero real, del Ayuntamiento de Pamplona de crear (está en marcha un concurso para construir su espectacular sede y su forma) un más que ambicioso Centro de Interpretación de la Pelota Vasca.
No existe un Centro de Interpretación del fútbol, ni del tenis, ni del baloncesto, ni del atletismo… pero sí va a existir uno de la pelota vasca (maravillas de la España autonómica) con un presupuesto que supera los 5 millones de euros que provienen de los impuestos a los ciudadanos. Más de 800 millones de antiguas pesetas consistoriales para interpretar una pelota, por muy vasca que sea.