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Texto litúrgico medieval de la comunidad mozárabe

Texto litúrgico medieval de la comunidad mozárabe

La lengua latina hablada por los cristianos de Al-Ándalus que se extinguió por una dolorosa paradoja

La comunidad mozárabe mantuvo viva la llama del cristianismo en la España musulmana durante toda la Edad Media

El diccionario de la Real Academia Española define la palabra «mozárabe» como término que hace referencia a la «población hispánica que, consentida por el derecho islámico como tributaria, vivió en la España musulmana hasta fines del siglo XI conservando su religión cristiana e incluso su organización eclesiástica y judicial».

Es decir, los mozárabes, la población hispano-cristiana que quedó sometida al poder islámico tras la conquista musulmana en el año 711, vivían en un régimen de servidumbre sometidos a la élite de Al-Ándalus y solo podía mantener sus costumbres, religión y cultura a cambio del pago de un abusivo impuesto.

Ese régimen de servidumbre era un modo más de forzar a la conversión a aquellos cristianos que aún vivían en el territorio del emirato, luego califato, omeya y, posteriormente, en los reinos de taifas.

La RAE ofrece otra acepción del término mozárabe: «Lengua romance, heredera del latín vulgar visigótico, con elementos del árabe, que hablaban cristianos y musulmanes en la España islámica».

El mozárabe, por lo tanto, era la lengua romance –con una fuerte influencia del árabe en forma de préstamos lingüísticos– que halaba la población cristiana de Al-Ándalus (y algunos musulmanes) y que tenía como principal peculiaridad respecto a las lenguas romances de la España medieval cristiana que se escribía con alfabeto árabe, aunque también hay registros en alfabeto hebreo y latino.

La denominación mozárabe, por otro lado, no se empleaba en la Edad Media y los musulmanes se referían a la comunidad cristiana de Al-Ándalus como ajamiya (extranjeros), un concepto curioso teniendo en cuenta que la cultura invasora era la árabe-islámica.

Hasta nosotros han llegado pocos registros escritos en mozárabe, ya que los textos litúrgicos de la comunidad mozárabe están en latín.

Además, y esto resulta una paradoja, la lengua experimentó un fuerte retroceso hasta su extinción a medida que los reinos cristianos avanzaban en la reconquista y expandían sus fronteras hacia el sur y el este.

Los pueblos mozárabes reconquistados fueron paulatinamente asimilados, cambiaron sus costumbres mozárabes por las propias de castellanos, leoneses, aragoneses y portugueses y asumieron las lenguas romances de los reinos cristianos del norte.

Se produjo un fenómeno similar con la liturgia propia de la comunidad, llamado rito hispano-visigodo, o rito gótico (pues había surgido en la España visigoda), hoy generalmente conocido como rito mozárabe.

En Castilla, el Rey Alfonso VI decretó en el Concilio de Burgos de 1080 la sustitución del rito hispano-visigodo por el rito romano.

Cuando las tropas castellanas de Alfonso VI reconquistan Toledo en el año 1085, se tolera el viejo rito visigodo en las comunidades mozárabes y se les permite celebrarlo en seis parroquias.

Pero el rito mozárabe fue paulatinamente sustituido por el rito romano. Hoy, el rito mozárabe –reconocido y regulado por Roma– está limitado a la Catedral de Toledo y a algunas parroquias, y está experimentando un tímido, pero interesante, resurgimiento.

Volviendo a la lengua mozárabe, este romance tenía importantes diferencias con las lenguas romances de los reinos norteños. La amplia presencia de arcaísmos, los préstamos del árabe ya citados, y notables particularidades fonéticas, además de la escritura en caracteres árabes, hacían de esta lengua algo absolutamente ajeno a los habitantes de los reinos cristianos del norte.

Con todo, el mozárabe no era una lengua monolítica, sino que, en función del territorio musulmán en que se desarrolló, evolucionó de un modo u otro dando lugar a una rica variedad dialectal.

Además, las vestimentas propias de las comunidades mozárabes, muy diferentes a las vestimentas de castellanos, leoneses, portugueses, aragoneses y navarros, y algunas de sus costumbres, los acercaban más a las comunidades árabes y hebreas que a las castellanas o aragonesas, pese a que si la llama del cristianismo se mantuvo viva en la España musulmana fue gracias a los mozárabes. En ese sentido, su asimilación fue una lamentable pérdida.

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