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Francisco Javier Vives

Sobre el Monumento de Navarra a sus muertos

En el edificio hay nombres de vecinos de todos los pueblos de Navarra y, con seguridad, hay de muchos familiares de todos los que hoy en día quieren borrarlos de la memoria colectiva

Madrid Actualizada 04:30

Detalle de la lista de los caídos en el monumento de Navarra

Mucho se habla últimamente del Monumento de Navarra a sus muertos, que no de los caídos —denominación, esta última, mantenida con tesón por las izquierdas para aparejarlo con el «Monumento franquista» por excelencia, el del valle de Cuelgamuros— apelando a la llamada memoria histórica o democrática, memoria que nada tiene de la una o de la otra, pues tapa y olvida conscientemente los pasajes de aquella no favorables al discurso imperante sobre las bondades de la II República y sus sucesores durante la contienda, al tiempo que pretende en esta denigrar y que aparezcan como lo peor de lo peor aquellos cuyos nombres están inscritos en las placas que se exhibían en los laterales del interior del Templo.

Entre esos hay nombres de vecinos de todos los pueblos de Navarra y, con seguridad, hay de muchos familiares de todos los que hoy en día quieren borrarlos de la memoria colectiva y de las paredes del Monumento de Navarra a sus muertos, pues de la suya propia ya lo deben haber hecho hace tiempo.

Desde la Hermandad de Caballeros Voluntarios de la Cruz, que también tenemos nombres de familiares inscritos en las mencionadas placas, no queremos olvidarnos de ellos. Por eso, seguimos reuniéndonos para rezar por los muertos de la guerra, y lo hacemos por todos, por los que murieron defendiendo a Dios y a la Patria, que salieron al frente con un trasfondo religioso buscando el orden en las familias y en las tradiciones y tratando de poner freno a los atropellos que la República hacía de sus libertades, y pedimos por los que murieron en el otro campo, por ser hermanos e hijos de Dios. Por unos y por otros pedimos al Altísimo para que Su infinita Misericordia actúe sobre todos ellos, les dé la paz y el descanso eterno.

Resulta curioso ver ahora a Comisiones Obreras reivindicando y demandando «justicia» (¿y venganza?) a la hora de solicitar la demolición de un «Templo franquista» que, dicen, daña «su sensibilidad democrática». Sería bueno que antes de hablar se miraran a sí mismos, porque la sede que habitan en Pamplona está en la Avenida de Zaragoza, N.º 12, el edificio de la antigua Casa Sindical, que fue construido en 1953 por el franquismo como sede del Sindicato Único Vertical de la época. Mientras, esto es así, el Monumento de Navarra a sus muertos fue erigido por suscripción popular y por la Diputación Foral de Navarra.

Por eso, ya que está presta a demandar «justicia», animamos a Comisiones Obreras a que, bien sola o junto a la Unión General de Trabajadores, con la que se reparte dicho edificio dictatorial, solicite inmediatamente su demolición, por ser un «Templo franquista», e inicie los trámites para trasladarse a unas instalaciones que tengan unas connotaciones «democráticas», porque la actual, además de tener ese tufillo de la dictadura que el tiempo no puede hacer desaparecer, seguro que estará en estado de ruina, pues, como dicen ellos, el franquismo todo lo hacía mal.

  • Francisco Javier Vives. Prior de la Hermandad de Caballeros Voluntarios de la Cruz