El 'cesarismo': la tentación autoritaria que se cierne sobre la democracia
El cesarismo es una forma de definir una dictadura totalitaria. Sin embargo, el cesarismo como tentación, o como pulsión autoritaria, también sobrevuela las democracias liberales
La reciente apoteosis de Pedro Sánchez en el Congreso Federal del PSOE en Sevilla hizo levantar más de una ceja. Las imágenes de aclamación, servilismo y sumisión de un PSOE lacayo de su líder llevaron a una casi unánime crítica: el PSOE ejerce el poder desde el cesarismo de su líder.
Pero ¿qué es el cesarismo y por qué es peligroso? El Diccionario de la Real Academia Española define «cesarismo» como «forma de ejercer el poder público que consiste en concentrarlo en una sola persona», y apunta como sinónimos las palabras «tiranía», «autoritarismo» y «autocracia».
El término remite, evidentemente, a Julio César y, por extensión, a los emperadores romanos que, a partir de Octavio César Augusto, primer emperador, heredaron el apellido como título imperial y ejercieron el poder en una Roma en la que, pese a definirse como republicana, el Senado permanecía como una institución simbólica.
Un líder cesarista exige adhesión a su persona sin excusas (la forma en que Pedro Sánchez habla de sí mismo empleando la expresión «mi persona» resulta muy elocuente y remite de forma directa a aquel Julio César que se refería a sí mismo en tercera persona).
Un líder cesarista ve a los ciudadanos como lacayos y no admite críticas, no admite denuncias de malas prácticas y no admite que ningún otro líder emergente le haga sombra.
¿Ha caído España en el cesarismo y, por lo tanto, en la tiranía, el autoritarismo y la autocracia?
Lo cierto es que todavía no, pero el cesarismo se cierne como tentación sobre la Moncloa, un fenómeno que no solo afecta a España, sino a prácticamente todas las democracias.
Las pulsiones autoritarias suelen ser comunes en casi todos los sistemas democráticos. Ahí entra en juego la fortaleza del ordenamiento jurídico de cada país y del sano contrapeso entre poderes para asegurarse que ese cesarismo no pase de la tentación o de una serie de movimientos de tendencia autocrático.
Declaraciones contra la prensa, el poder judicial y las voces críticas, tan comunes en las ruedas de prensa del Consejo de Ministros, son un síntoma de cesarismo en España.
Las declaraciones del portavoz socialista en el Congreso, Patxi López, refiriéndose a la esposa del presidente, Begoña Gómez, como «la presidenta del gobierno», son un síntoma de cesarismo.
La voluntad de perpetuarse en el poder más allá de 2027, y el anuncio como si de una certeza se tratara de que eso será así, es un síntoma de cesarismo.
Pero, lo que por el momento son síntomas, puede terminar siendo una realidad. Regímenes cesaristas, donde el poder está concentrado en un hombre fuerte, líder autoritario, hay muchos en el mundo.
Dictaduras como la Rusia de Putin, la Corea del Norte de Kim Jong-Un, la Venezuela de Maduro, la China de Xi Jinping son claramente cesaristas.
Algunas democracias han evolucionado de sistema más o menos liberales a sistemas cesaristas tras la llegada al poder de forma legítima de un «líder fuerte». El caso más paradigmático es la Rusia de Putin, también la Turquía de Erdogán, o la Venezuela bolivariana de Chávez y Maduro.
En definitiva, el cesarismo es una forma de definir una dictadura totalitaria. Sin embargo, el cesarismo como tentación, o como pulsión autoritaria, también sobrevuela las democracias liberales como la española.
Que se quede ahí, en una tentación, o que el cesarismo termine por destruir las libertades, depende de la fortaleza de una democracia.