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Casa GomisAyuntamiento de El Prat

Cultura se gasta 7 millones en la Casa Gomis de Barcelona mientras dejó escapar un Caravaggio

El mismo ministerio también descartó la adquisición de la casa del Nobel Vicente Aleixandre en Madrid por mucho menos dinero

La casa del Nobel Vicente Aleixandre en Madrid, subastada por 4,5 millones la primera vez, no interesó al Ministerio de Cultura español. A día de hoy sigue sin interesarle demasiado, pese a que en los últimos días el ministro Urtasun haya propuesto por carta la adquisición conjunta del inmueble a la Comunidad de Madrid.

Qué casualidad que esta propuesta, inexistente durante años, llegue al mismo tiempo que la recientísima adquisición de la Casa Gomis en Barcelona por 7,2 millones de euros: la mitad de los invertido en 2024 por el Ministerio en compras. La casa madrileña del Nobel de la Generación del 27 no, pero la casa barcelonesa de la familia Gomis, sí.

Parece ser que el que el principal actor en esta rápida compraventa ha sido el secretario de Estado Jordi Martí, delfín clásico de Ada Colau, igual que Ernest Urtasun. No reparan en gastos los responsables de Cultura cuando algo les interesa, sobre todo ideológicamente, como también es el caso.

Según Urtasun el objetivo de la adquisición es «protegerla, conservarla y convertirla en un gran centro cultural 100% abierto al público cuya temática gire en torno al diálogo entre arte y naturaleza». No parece una gran razón para gastarse 7,2 millones cuando el año pasado se dejó pasar la ocasión de comprar el Ecce Homo de Caravaggio por 20.

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Las prioridades de este Ministerio de Cultura están claras a estas alturas. La casa fue diseñada por el arquitecto Antonio Bonet, discípulo de Le Corbusier, y construida en 1963 para la familia Gomis Bertrand en un pinar cerca de Barcelona. Dicen que es una joya de la arquitectura contemporánea, pero también dicen los interesados, los compradores y los que defienden su compra, que es un símbolo de la memoria histórica y del ecologismo.

Así se entiende un poco más el porqué de esta inversión en vista de quién la ha hecho. Al final, por muy racionalista y moderna que sea, lo que es, también, es el domicilio particular de una familia pudiente cuyos herederos ya no la pueden mantener y que el Estado ha comprado por más de siete millones de euros para convertirla en centro cultural cuyo «diálogo» gire «entre arte y naturaleza».

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Este futuro centro cultural en la actualidad está asediado por los aviones que sobrevuelan por encima de la casa tras despegar o a punto de aterrizar en el cercano aeropuerto de El Prat. El mismo centro cultural que seguirá asediado por los mismos aviones, no siendo la situación ideal para una casa particular, pero tampoco para un centro cultural.

No se tuvieron 4,5 millones para casa del Nobel Aleixandre, pero sí se tienen 7,2 millones para la casa racionalista de una familia catalana que representa la memoria y el ecologismo y toda la simbología y la ideología, ciertas o no, que el comprador quiera.