Las fotografías de los crímenes de las milicias en la Guerra Civil desmontan la sectaria Memoria sanchista
La Ley de Memoria Democrática subraya el carácter democrático de la Segunda República y el Frente Popular. Sin embargo, el material fotográfico de la época lo desmiente
La Ley de Memoria Democrática, aprobada por el gobierno de Pedro Sánchez en octubre de 2022, no deja de causar estragos en la protección del patrimonio histórico artístico, en la convivencia entre españoles y, sobre todo, en la sanación de las heridas causadas por el mayor trauma vivido en España en el siglo XX, la Guerra Civil.
La Ley, que se presenta como una reparación de las víctimas de la Guerra Civil y la dictadura franquista, ha dejado claro su sello partidista, sus efectos sectarios y su vocación revanchista de una izquierda que busca ganar la guerra en el siglo XXI.
Uno de los pecados originales de la Ley de Memoria Democrática es considerar la República, el Frente Popular y las fuerzas republicanas durante la guerra (incluidas las milicias anarquistas, socialistas y comunistas responsables de un sinfín de crímenes), como fuerzas democráticas.
Sin embargo, existe un amplio fondo documental, con numerosas fotografías, que demuestran que lejos de defender la democracia, las fuerzas republicanas durante la guerra civil defendían un totalitarismo de izquierdas similar a la Rusia de Stalin.
La ley empieza reconociendo únicamente a «las víctimas del golpe de Estado, la Guerra de España y la dictadura franquista» y sólo se refiere a ellas cuando habla de «reconocimiento, reparación y dignificación».
En su preámbulo, la Ley se deshace en elogios democráticos a la Segunda República, de la que ensalza «sus avanzadas reformas políticas y sociales», obviando las medidas sectarias adoptadas por los gobiernos de izquierda dirigidas a apartar a los partidos monárquicos y de derechas del juego político o sus políticas anticlericales.
Obvia también los numerosos crímenes cometidos por milicias y tropas republicanas en la retaguardia o la adhesión a una dictadura genocida como la de Stalin, de la que recibió su principal ayuda y sostén para mantener el esfuerzo bélico.
Pese a que en su título 1, artículo 3 reconoce como víctimas de la Guerra Civil a «las personas que sufrieron persecución o violencia por razón de conciencia o creencias religiosas», a las que, curioso giro, mete en el mismo saco que las «perseguidas por pertenecer a la masonería o a las sociedades teosóficas y similares», lo cierto es que la aplicación de la Ley de Memoria Democrática hasta el momento se ha centrado en exhumación de fosas de víctimas izquierdistas, obviando a las víctimas a manos de las fueras republicanas, y la destrucción de cruces, placas y monumentos a los caídos en el bando nacional y víctimas de la persecución religiosa.
En ese sentido, el material fotográfico que ha llegado hasta nosotros es un buen documento para desmontar las manipulaciones sectarias que pretenden presentar a la Segunda República y al Frente Popular como paradigmas de la democracia, la convivencia y el respeto a los derechos humanos.
La foto que abre este artículo, sin ir más lejos, muestra el fusilamiento de nacionales a manos de republicanos en el cementerio de Durango. Lo cierto es que la foto ha estado inmersa, y lo sigue estando, en un amplio debate.
Primero se dijo que eran tropas franquistas fusilando a republicanos, algo que se demostró que era falso. Luego se dijo que era una recreación de un fusilamiento real. Incluso se dijo que era una foto tomada en Paracuellos del Jarama durante la ejecución de presuntos quintacolumnistas.
Con todo, cobra fuerza la versión de que la foto es real y muestra el fusilamiento de prisioneros nacionales a manos de republicanos en el cementerio de Durango.
Quizás la fotografía más emblemática es la que representa a un pelotón de milicianos fusilando al Monumento al Sagrado Corazón en Cerro de los Ángeles. El monumento sería destruido poco después.
Pocas fotografías ilustran de mejor manera el odio religioso de la izquierda española durante la guerra civil, la matanza de católicos que desataron las milicias en la retaguardia republicana y la estupidez y sinsentido de las acciones criminales de unas fuerzas republicanas desorganizadas, indisciplinadas y fanáticas. Solo con ver esa imagen ya se podía deducir quién iba a perder la guerra.
Una de las imágenes más dolorosas y tristes en este sentido es la que muestra a un grupo de milicianos de izquierda tras profanar las tumbas de las monjas del convento de las concepcionistas de Toledo.
Pocas imágenes muestran tanto con tan poco: el odio a los religiosos, que lleva a humillar incluso los restos de los difuntos, el fanatismo ideológico, la ausencia de cualquier tipo de moral, la estupidez y la deriva criminal de las milicias.
Otro testimonio gráfico del odio anticlerical de la izquierda española durante la Guerra Civil y sus terribles efectos es la fotografía que muestra a milicianos armados vestidos a modo de burla con ropas litúrgicas.
La fotografía ilustra como ninguna el asalto, saqueo y destrucción de iglesias y obras de arte sacro. La pérdida de patrimonio religioso en zona republicana fue terrible, además de una de las mayores persecuciones por motivos religiosos de la historia con 6.832 asesinados entre el clero.
Una destrucción de patrimonio religioso que quedó documentada por imágenes como la del saqueo de la iglesia de Santa Teresa y San José de Madrid, incendiado por izquierdistas en 1931, nada más proclamarse la Segunda República.
Con todo, la fotografía más cruda que muestra el carácter criminal de las izquierdas en la retaguardia republicana y que desmonta por completo la Memoria sanchista que trata de convencernos de que la Segunda República fue un régimen democrático sin tachas que merece todo el reconocimiento, respeto y admiración de nuestra actual democracia, es la de la exhumación de las fosas comunes de los fusilados en Paracuellos.
El mismo gobierno reconoce en un informe que en Paracuellos del Jarama y en Soto de Aldova, pese a las dificultades para establecer cifras, se estima unas entre 3.000 y 5.000 víctimas, aunque reconoce que hay investigadores que elevan esa cifra hasta las 12.000.
Los fusilamientos de Paracuellos son el mayor exponente del carácter criminal de la retaguardia republicana durante la Guerra Civil, y ya solo por ese episodio un gobierno democrático como el español debería evitar cualquier tipo de defensa de la Segunda República y esforzarse por reconocer a las víctimas de las izquierdas durante la república y la Guerra Civil.