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La artista serbia Marina Abramovic en la rueda de prensa previa a los Premios Princesa de Asturias.

La artista serbia Marina Abramovic en la rueda de prensa previa a los Premios Princesa de AsturiasEFE

Arte

Marina Abramovic: «Primero me ignoraron, luego se rieron de mí, luego lucharon contra mí… y entonces gané»

Es el primer Premio Princesa de Asturias de las Artes a una mujer. Pionera de la performance en los años 70, la artista serbia lleva más de cinco décadas poniendo su cuerpo –y su alma– al límite

Fue criticada, incomprendida, vilipendiada y, finalmente, aclamada. El Premio Princesa de Asturias de las Artes que recibirá el viernes la artista serbia Marina Abramovic la sitúa «en un momento especial» de una vida dedicada durante más de cinco décadas a trabajar por el reconocimiento de una disciplina como la performance que, en sus inicios, ni siquiera se consideraba una forma artística y que nadie entendía, ni siquiera su círculo más cercano.

Pionera del arte performático en los años 70 y una de sus más férreas defensoras, lleva años sometiéndose a condiciones extremas en pos de una experiencia trascendente. La imagen frente a frente con Ulay, su pareja entre 1976 y 1988, forma ya parte de nuestro imaginario colectivo. Situados en la entrada de un museo, obligaban a los visitantes a pasar por el escaso espacio que separaba sus cuerpos desnudos, forzando un contacto físico que incomodaba o conmovía, según la sensibilidad del espectador.

La realidad como punto de partida

Entre sus performances más conocidas también está la que llevó a cabo en 2002, poco después de los atentados del 11 S. Entonces decidió permanecer 12 días completos en una sala del MoMA sin comer, haciendo su vida diaria a la vista de todos. En 2010 volvería al mismo museo para realizar The Artist is Present, una performance en la que el público se sentaba en silencio frente a ella y hablaban a través de los ojos. «Lo que diferencia el teatro de la peformance es la realidad: en el arte que yo hago todo es real, las emociones son reales, es el aquí y el ahora, no represento a nadie ni he hecho ningún ensayo», ha declarado Marina Abramovic en la rueda de prensa previa al recibimiento del Premio Princesa de Asturias a las Artes.

Marina Abramovic en la performance "The Artist is Present", en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, en 2010

Marina Abramovic en la performance "The Artist is Present", en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, en 2010

«Este es un momento muy especial en mi vida: soy la primera mujer artista a la que se le concede, y es un gran honor. En mi generación, en los años 70, esta forma de arte no se tomaba en serio, y me llevó mucho tiempo que fuera reconocida», destacaba con ademán tranquilo, para pasar a equiparar su trayectoria con la de Gandhi: «Primero me ignoraron, luego se rieron de mí, luego lucharon contra mí… y entonces gané».

Ante la incomprensión de su arte, la serbia ha querido destacar la importancia de la interacción con la audiencia, siempre en el centro de su obra. «Las artes performativas duran solo un momento. El trabajo existe solo en relación con el público, y si la performance es buena, puede transformar el mundo y cambiarnos la vida», añadía antes de hacer una comparación con los museos, donde no se establece un diálogo entre la obra y el visitante. «Las artes vivas tienen un gran poder, pero necesitan que el público construya la obra junto al artista».

Si la performance es buena, puede transformar el mundo y cambiarnos la vidaMarina Abramovic

Abramovic ha sido tajante a la hora de definir el arte performático, distanciándolo completamente de la transmisión de la vida que se hace, por ejemplo, en las redes sociales. Según la artista, «en la concepción de la obra es importante el contexto», de tal manera que un médico que realiza su oficio como médico sigue siendo médico, no pasa a ser artista por realizarlo frente a un público. 

Marina Abramovic ha realizado también un breve repaso por su vida artística, afirmando que nunca imaginó llegar a los principales museos del mundo. «Empecé a una edad muy temprana, tenía mucha determinación y creía firmemente en mi causa, en lo que hacía: era consciente de su importancia». De hecho, la artista, que a sus 74 años ha explorado los límites del cuerpo y las posibilidades de la mente, considera que «la performance es la forma más elevada de las artes visuales». En lo alto del podio artístico sitúa también la música, porque «ambas te afectan de manera emocional, pudiendo llegar a transformar todo tu ser».

Una vida dedicada al arte

«Cuando empecé a realizar performances ni mi familia, ni mis amigos, ni mis profesores me entendían, incluso me decían que lo que yo hacía no era arte, pero nunca me rendí», añadía recalcando la importancia de «no tirar nunca la toalla». «Si alguien me dice que no, para mí ese es el comienzo. Es de lo que hablo en mi libro Derribando muros: si encuentro un muro en mi camino no me quedo mirándolo, sino que camino hacia él y lo atravieso».

Marina Abramovic recibirá el Premio Princesa de Asturias de las Artes el próximo 22 de octubre en una ceremonia celebrada en Oviedo y presidida por los Reyes. «Nunca me han afectado las críticas; desde muy pequeña me hice inmune a ellas. Porque si haces algo arriesgado, distinto, tienes que estar preparado para recibir críticas. Después de 50 años, este premio me confirma lo que siempre supe: que debía confiar en mí misma».

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