Cómo Dalí utilizaba el «surrealismo» para no pagar las facturas en los restaurantes
El pintor español acudía con su corte de amigos a los mejores restaurantes de Nueva York o París y cuando llegaba el momento de abonar la cuenta recurría a su arte en vez de a su bolsillo
Una vez el joven Jean-Michel Basquiat, todavía un vagabundo grafitero, vio entrar en un lujoso restaurante de Nueva York a Andy Warhol acompañado del marchante Bruno Bischofberger. Sin pensarlo, entró en el local a continuación y le ofreció unas pequeños cuadros que llevaba consigo del tamaño de una postal.
Aquel fue el primer contacto en el mundo del arte del pintor más cotizado de la actualidad, cuyas obras están superando todos los récords en subasta. Warhol y Bischofberger se interesaron por aquellas obras por las que el artista de origen haitiano les pidió 50 dólares por cada una de ellas.
El Dalí más famoso, no el principiante y desconocido como Basquiat, utilizó casi la misma táctica no para vender sus obras millonarias, sino para no pagar en los restaurantes. El pintor español acudía con su corte de amigos a los mejores restaurantes de Nueva York o París, y cuando llegaba la hora de pagar la cuenta, sacaba un cheque, escribía la cantidad y, antes de entregarlo, hacía un dibujo por detrás y lo firmaba.
Esto lo contó Ian Gibson en su biografía del artista de Figueras, quien sabía que el dueño del local no se desharía de aquella obra sobrevenida del pintor universal y, a cambio, no le cobraría la factura.