El artista peruano con exposición permanente en el Reina Sofía que afirma que Velázquez o Van Gogh no son arte
El arte contemporáneo alcanza el delirio de la negación del clasicismo en la postura y actitud del ya maduro Herbert Rodríguez, compatriota y colega de Sandra Gamarra, quien representa a España en la Bienal de Venecia con su muestra a favor de la leyenda negra
Muchas veces las casualidades no son tan casualidades como parecen. El artista peruano Herbert Rodríguez expuso su obra en el pabellón de su país en la Bienal de Venecia en 2022 (La paz es una propuesta corrosiva fue el título de aquella muestra) como lo hizo su paisana Sandra Gamarra en 2019 y esta misma en el pabellón actual español de la misma muestra. La peruana Gamarra representa a España (no se sabe por qué) en contra de España y a favor de la leyenda negra, un tema clave en el revisionismo formal y se diría espiritual que domina el arte contemporáneo.
El arte contemporáneo ha de ser ideología porque sin ella no es nada. No es arte. Esto que parece un delirio es una realidad. Se hablaba en el párrafo anterior de las casualidades que no son tales en el caso de Rodríguez y Gamarra, ambos licenciados en Artes en la Pontificia Universidad Católica del Perú y con querencias e «inspiraciones» similares. El arte que se vende hoy en día de tal modo que empieza incluso a surgir el soberbio y sectario desapego hacia el arte clásico de parte de los hacedores de aquel. Herbert Rodríguez ha dicho que no se hizo artista para ser un «decorador complaciente».
«Decoración» es como llama este artista al arte figurativo, por ejemplo, y afirma que en Perú llaman arte a «pintar bodegones y pajaritos» porque «el nivel es mediocre». Es decir, para este importante artista de la actualidad, reconocido internacionalmente, desde la Bienal de Venecia hasta el Museo Reina Sofía de Madrid, donde cuenta con exposición permanente desde 2019, el Bodegón con cacharros de Zurbarán, por ejemplo, no es arte. No parece posible, pero es cierto. Es real.
El autor de obras de títulos improbables como Violencia estructural o Ayacucho en tu corazón y de formas y técnicas pueriles, asegura orgulloso que Zurbarán no es arte. Tampoco lo es Van Gogh en sus girasoles o los impresionistas como Manet o Cézanne en sus bodegones y naturalezas muertas. «Pajaritos» han pintado grandes maestros que para Herbert Rodríguez no son arte, o mejor: arte «mediocre» como el que dice que se estila en su país, no como en Europa y España donde le exponen en los grandes museos y muestras sus grandes obras como estas:
En el tríptico El jardín de las delicias de El Bosco salen «pajaritos» y otros muchos animales: arte mediocre para Herbert Rodríguez, autor de, por ejemplo: Asesinatos, drogadicción, delincuencia, tortura, la obra que consta simplemente de escribir «Asesinatos, drogadicción, delincuencia y tortura» sobre un lienzo, como en otras ha escrito Guerra, ancianos abandonados, miseria, atentados. Una dificultad extraordinaria, de un valor y una técnica extraordinarias, artística e inspiradora, plena de belleza frente a, por ejemplo, el bodegón humano de Las meninas de Velázquez, artista «mediocre» según Herbert Rodríguez (de quien el Centro Pompidou parisino acaba de adquirir una colección de obras) un representante destacado, como su compatriota Sandra Gamarra, de la nueva corriente ideológica que se impone en el arte y en el mundo para darle la vuelta y que en realidad atenta contra él por medio de su sectarismo y su vacuidad, financiada además por los poderes.