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El Nomad Museo propone una experiencia inmersiva en el arte japonés

El Nomad Museo propone una experiencia inmersiva en el arte japonésNomad Museo

¿Un modo de acercar el arte al público o tomadura de pelo? La moda de las exposiciones inmersivas a debate

El Nomad Museo de la Gran Vía de Madrid está cosechando un nuevo éxito con la exposición inmersiva Spirit of Japan, pero ¿es realmente una exposición de arte?

La moda de las exposiciones inmersivas parece que no remite. Por Madrid hemos visto pasar a Van Gogh, Klimt o a Monet en este formato que trata de atraer al gran público a los grandes maestros del arte por medio de grandes proyecciones de sus obras en espacios cerrados.

Este modelo expositivo, que puede resultar muy apropiado en exposiciones como las también vistas sobre el Titanic o Pompeya, ¿tiene sentido cuando se trata de la obra de un pintor?

¿Son exposiciones de arte o mero espectáculo? El debate está abierto. Hay a quien estas exposiciones –cuya capacidad emotiva y de causar asombro es indiscutible– les permite disfrutar de grandes obras maestras de la pintura que, por medio de una exposición clásica, no lograría.

Sin embargo, los más puristas critican este modelo expositivo y lo atribuyen a las modas de los influencers y las redes sociales.

El debate vuelve a la actualidad con la exposición actualmente en cartel en el Nomad Museo de la Gran Vía de Madrid, Spirit of Japan, donde se trata de acercar al público el arte japonés del Ukiyo-e, el arte de la estampa.

La exposición, que llega a la capital de España tras pasar por Tokio, Sao Paulo, Shangai, Monteral y Milán, propone una experiencia inmersiva en la obra de algunos de los grandes maestros de la estampa japonesa, como Katsushika Hokusai, Kitagawa Utamaro o Utgawa Kuniyoshi.

Como no podía ser de otro modo, la estampa La gran ola de Kanagawa, de Hokusai, tiene un papel central en la exposición, proyectada en plena oscuridad y ocupando un muro entero, el techo y el suelo de una de las salas expositivas del museo.

La proyección de las imágenes de las estampas se acompaña de música relajante, como La Mer de Debussy, que invitan a la relajación y a la reflexión mientras vuelan los guerreros samuráis, geishas y criaturas de la mitología japonesa.

Tal vez habría que referirse a esta clase de exposiciones como exposiciones artísticas –calificarlas de espectáculos tal vez sea injusto, aunque compartan características comunes–, pero también es evidente que no se puede comparar con una exposición donde el visitante pueda disfrutar de La gran ola de Kanagawa real, o del cuadro original de Los girasoles de Van Gogh, o Los nenúfares de Monet.

Que estas experiencias ayudan a acercar el arte a un gran público no siempre familiarizado con los grandes maestros, es verdad. Que incluso los expertos en historia del arte pueden disfrutar de las experiencias inmersivas, también lo es. Pero, en ningún caso, estas exposiciones podrán equipararse con una exposición real de estampas de los grandes maestros del arte del Ukiyo-e.

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