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Exterior del Museo Reina Sofía en MadridGTRES

La nueva temporada del Reina Sofía vuelve sobre sus pasos: feminismo, indigenismo y esperpento re-revisitados

Todo es «re» de rehacer. «Performances», nuevas perspectivas, «alteridad» o «desaprendizaje» en lo multidisciplinar y en la obsesión por el «cuerpo»

Manuel Segade, director del Museo Reina Sofía, ha presentado su segunda temporada al frente de la institución artística sin cambios esenciales respectos al rumbo del año pasado, más allá de las nuevas exposiciones, actividades y proyectos. Todo va a girar, mayormente, entre las «mujeres artistas» y la «performance», donde se cuela el esperpento, el de Valle- Inclán, pero «releído». En el «arte» moderno todo es «re-», no como la nota musical que cantaba Julie Andrews en Sonrisas y lágrimas, sino como prefijo de «limpieza».

Nuevas perspectivas

Hay una querencia por la limpieza en el Reina Sofía de todo lo no moderno. Todo es «re-» de rehacer. Re-Mondrian o Re-Las Meninas en las exposición Ritmos, tramas, variables de Soledad Sevilla, «módulos geométricos», conceptualismo y espacio en un lenguaje conocido. Una «novedad» es el Esperpento. Arte popular y revolución estética, pero también en re-Valle-Inclán, no Valle-Inclán. La intención aquí es «ofrecer una nueva perspectiva (re-perspectiva) para entender la realidad».

En El aire conmovido su comisario, el pensador francés George Didi-Huberman, se apropia del «duende» de Lorca para indagar «en la dimensión potencialmente transformadora de la emoción y en su capacidad para alterar y buscar la alteridad». Y no solo aparece este re-Lorca, sino también re-Rodin, re-Giacometti o re-Dalí donde, por ejemplo, «desempeña un papel central la noción psiconalítica de 'síntoma'». No se sabe muy bien si todo esto es artístico, pero desde luego sí es fantástico.

«Performatividad» y «homoerotismo»

Habrá que apretarse los machos, aunque cada vez se esté más acostumbrado, cuando llegue a finales de noviembre Manuel Borja-Villel con la exposición sobre la artista multidisciplinar (no se habla de pintura o escultura, sino de «performances» y de «lectura escénica», entre otras disciplinas) Grada Kilomba de extraordinario y revelador título: ¿Qué nos diría mañana el fondo del océano si hoy se vaciara de agua?, donde se propone un «proceso de desaprendizaje» y «a considerar formas alternativas de relacionarse con el pasado».

No acaba aquí el festín «re-». En febrero llega Huguette Caland, la artista libanesa fallecida en 2013 que trae su «libre actitud feminista, su desarraigo cosmopolita y su apoliticismo; como la «encarnación y performatividad» de Laia Estruch o el «homoerotismo» de Néstor Martín-Fernández de la Torre para la primavera, cuando también llega Marisa González, la artista que se interesó «por el residuo y el deshecho». Termina la temporada en octubre con la narrativa plástica del guatemalteco Naufus Ramírez-Figueroa, artista que «revisita (re-) la inercia de los relatos históricos a través de las posibilidades del cuerpo...».

Actividades para niños y adolescentes

No se sabe cómo se le queda a uno precisamente el cuerpo después de este banquete de re-visitaciones y re-visionismos. Tampoco cómo se le quedará a los adolescentes que acudan a las actividades ideadas por el grupo llamado Chenta Tsai a.k.a. PUTOCHINOMARICON, que pretende con el remix y los archivos digitales «reivindicar la opacidad frente a la transparencia identitaria y la hipervigilancia», una urgencia, como bien se sabe, de la juventud, o cómo se le quedará el cuerpo a los niños de primaria y secundaria a los que se les va a mostrar «una mirada crítica al pasado» y, cómo no, como colofón una nueva visita «de mediación» llamada Repensar Guernica. Que nadie quede como estaba, no vaya alguien a re-conocerse a sí mismo.