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Cristo yacente de Gregorio Fernández en la exposición del PradoMuseo del Prado

El Museo del Prado asombra con una gran exposición de la escultura devocional del Siglo de Oro español

La escultura barroca española, mayoritariamente en madera policromada, se puso al servicio de la devoción y la fe en un momento en que España, como paladín del catolicismo, hacía frente a la ofensiva de la reforma protestante

Esculturas que parecen vivas, mártires con las heridas abiertas y actitud sufriente en medio del tormento que no pueden más que conmover, rostros de santos que invitan a la devoción…

La escultura barroca española destaca por su plasticidad, su realismo y su patetismo, rasgos propios del arte de contrarreforma que triunfó en España durante nuestro Siglo de Oro (siglos XVI y XVII).

Los soportes predominantes (la madera policromada) y la particular religiosidad imperante en una España que salía de la Reconquista y tenía en la lucha contra el protestantismo asumiendo su papel de defensora del catolicismo y del papado, hacen de la escultura barroca española un fenómeno artístico que sigue asombrando hoy como conmovió hace 400 años.

El Museo del Prado presentó este lunes su exposición Darse la mano. Escultura y color en el Siglo de Oro, que se inaugura el próximo 19 de noviembre y que se podrá visitar hasta el 2 de marzo de 2025.

En ella, se busca incitar a la reflexión «sobre el éxito de la escultura policromada barroca y su complementariedad con la pintura».

Para ello, recurre a «una espectacular escenografía que acoge casi un centenar de esculturas de grandes maestros como Gaspar Becerra, Alonso Berruguete, Gregorio Fernández, Damián Forment, Juan de Juni, Francisco Salzillo, Juan Martínez Montañés o Luisa Roldán».

Junto a las esculturas, se exponen pinturas y grabados que sirven de «juego de espejos» donde se subraya la importancia del color en la escultura.

Comisariada por Manuel Arias Martínez, Jefe de Departamento de Escultura del Museo Nacional del Prado, la muestra se centra en un momento particular donde las particularidades históricas, religiosas, políticas y culturales de España la convierten en el lugar donde eclosionan las artes para entroncar la tradición artística de la Antigüedad clásica con el Siglo de Oro hispánico.

Ese momento histórico tendrá en la escultura devocional su expresión más elevada de arte plástica.

Es la religión cristiana, el catolicismo que bullía en una España con conciencia de defensora de la fe en un momento en el que la Iglesia sufría inusitados e inéditos ataques en el corazón de Europa, la que actuará de inspiradora de un arte único en el mundo y en la historia.

La teatralidad de las esculturas, el uso del color, la composición y las texturas generan un arte de un realismo extremo que sorprendió en su tiempo y que se adelantó siglos para legar a la historia del arte una escultura realista de una actualidad absoluta.

La escultura devocional barroca española tenía una función: trasladar a los fieles la fortaleza de los santos católicos, ponerlos como modelo de vida y lealtad a la Iglesia, mover a la piedad y a la oración y subrayar la religión católica como la verdadera depositaria de la revelación divina.

La madera policromada se muestra en ese contexto como un soporte mucho más eficiente que el empleo del mármol u otros soportes.