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Entrevista

Almudena de Arteaga: «En Hispanoamérica olvidan que existen porque nos casamos con ellos y tuvimos hijos»

Ganadora del Premio Internacional de Literatura Alfonso X,el Sabio; Premio Azorín y Premio Algaba de ensayo, la autora es reconocida por la crítica como una de las más destacadas escritoras de novela histórica

En 1997, Almudena de Arteaga publica su primera novela, La Princesa de Éboli. Después del éxito obtenido, dejó el derecho para dedicarse en exclusiva a la literatura, a las conferencias y a poner luz sobre la vida de mujeres que son imprescindibles para conocer nuestra historia.

Ganadora del Premio Internacional de Literatura Alfonso X el Sabio; Premio Azorín y premio Algaba de Ensayo, Almudena de Arteaga es reconocida por la crítica como una de las más destacadas escritoras de novela histórica. Sus libros han llegado a permanecer meses en las listas de los más vendidos, con numerosas reediciones y traducciones a varios idiomas.

–Eres abogada, académica de la Real Academia Hispanoamericana, duquesa del Infantado y escritora de muchísimo éxito. ¿Qué oficio va primero en tu trabajo diario?

–En mi trabajo diario, siempre pienso sobre lo que estoy escribiendo. Ese es el primer oficio. Luego hago cosas muy diferentes porque gestiono un bosque en el norte, en Guipúzcoa, de 1500 hectáreas, un hayedo, y luego tengo una cantera de arena de playa maravillosa. Con lo que yo siempre digo en broma que soy escritora. Primero minera y leñadora, (bromea).

–Ya tienes 21 libros, con lo que se demuestra una gran vocación literaria. ¿Cómo supiste que eras escritora?

–Lo sabía desde pequeña, pero nunca pensé en ello. Desde que empecé a escribir en el diario que te regalaban en la Primera Comunión y empecé a escribir mis cosas, pero pensé que eran para mí, nada más. Nunca pensé que a alguien le podría interesar. Siempre he utilizado la escritura como un tratamiento de psicología, casi como algo para poder expresar mis sentimientos sin ningún tipo de temor. Pero mi primer libro vino en el 97 con La Princesa de Éboli, ese gran bestseller. Y entre demanda y demanda, porque yo en realidad lo que estudié fue Derecho en el CEU, escribía un poquito del libro y resultó que aquel libro que yo pensé que a casi nadie le iba a interesar, se convirtió en bestseller. Desde ese momento, sí creo que soy escritora.

–¿Y cómo llegó el éxito?

–No me lo creía. Cuando llegué a la Feria del Libro de Madrid me encontraba con los grandes y me decían Antonio Gala: «Almudena, esto no es normal. (Yo era muy jovencita todavía). No es normal; tú tienes que saber que igual que estás aquí, puedes no estar aquí». Y lo tuve muy claro desde el principio y de hecho lo experimentado. Hay libros que no se sabe por qué funcionan; si supiésemos el secreto haríamos bestsellers como churros, que se venden muy bien y hay otros que no tocan la tecla que deberían de tocar. Ahora, no por eso, son mejores ni peores.

–A la hora de sentarse a escribir, ¿de qué hilo tiras para comenzar un relato?

–Puede surgir de cualquier documento que esté leyendo, de un archivo, de un artículo en prensa o simplemente de alguna cosa que yo había investigado por algún libro anterior. Y en el momento de escribir la novela había algún protagonista, o alguna protagonista que quería asomar la cabeza, y tenía que retenerlo, porque ya sabemos que es igual que cuando grabas una película; que al protagonista no lo puedes dejar de lado por mucho que llegó un «segundón» intentando pisarle. Así que el hilo del que tirar puede venir del lugar más insospechado del mundo, de un museo, de una exposición que estás viendo y de una idea que te surge.

–Y ¿ cómo sabes que esa es la historia? ¿Se enciende algún piloto dentro?

–Te tienta. La historia, cuando llega, tienes que estar siempre «ojo avizor». Siempre hay que estar receptivo para intentar captar todo lo que hay alrededor. Y luego, cuando te pones a escribir tienes que ver si te enamora. Si al escritor no le enamora la historia, difícilmente va a enamorar al lector. Nunca.

Los archivos españoles son verdaderos tesoros todavía inexploradosAlmudena de Arteaga

–¿Cómo te acercas a la construcción del relato, sabiendo que faltan tantos datos históricos y que hay que reconstruir?

–Tienes que imbuirte de su entorno, conocer a todas las personas que conoció, el protagonista o la protagonista. En mi caso, casi siempre son mujeres. Como dice Juan Eslava Galán, crear el andamiaje de la novela, el telón de fondo; tienes que sentarte, sobre todo, para no cometer ni un solo anacronismo. Y una vez que lo tienes todo, lo vas construyendo. Lo que te dejan los archivos sin escribir, es lo único que puedes ficcionar. Pero, normalmente, hay que ficcionar de una manera que sea totalmente real, sin cometer ningún error.

–Entiendo que hay un proceso de observación profunda.

–En cada libro que escribes hay algo de ti misma. Hay algo en todos mis libros. Las escenas más íntimas en el siglo XVI no se escribían, a pesar de que digan que los reyes tenían la noche de bodas y cincuenta y dos observando. Lo de verdad, el interior del personaje, eso no se dejaba escrito, y tienes que imaginártelo; ahí es donde puede entrar algo de tu vida o algo de tus pasiones.

–Me gustaría que hablaras del significado de la mujer en tus libros. Y más ampliamente en la historia.

–He intentado darle su lugar. Cuando escribí María de Molina, tres coronas medievales y me dieron el premio Alfonso X, el Sabio, me di cuenta de que era una reina medieval importantísima, que si hubiese sido inglesa, francesa o alemana, hubiese tenido ya 37 películas, cuatro largometrajes, 50 novelas. Y nuestra María de Molina apenas tenía nada. Así que es lo que intento. He hablado de María de Molina, como hablé de la princesa de Éboli. Luego se hicieron dos películas y se publicaron 20 libros sobre la princesa, pero solo había uno escrito y un ensayo en el siglo XIX. Así que hay que darles su lugar en la historia de España.

Es verdad que la mujer ha tenido que caminar en la sombra durante muchos siglos, pero la mujer inteligente dirigía los hilos desde la sombra; quizás mejor que si hubiese estado iluminada por un foco. Eso es lo divertido de mi última protagonista, la mujer de Gálvez, que ayudó tanto a España y a la independencia de Estados Unidos. Nadie sabía nada de ella. Luego el Premio Planeta la trata un poco también, pero se publicó ocho meses después de mi libro.

Nos guste o no, ahí está la genética. Somos hermanos y estamos vinculadosAlmudena de Arteaga

–Y a propósito de esto, parece que las mujeres han sido difuminadas de la historia, aunque las hay como Santa Teresa, que no se dejan difuminar.

–Indudablemente. ¿Por qué se ha difuminado? No lo sé. Quizá porque no tenían los puestos de relevancia que debían de tener en aquel momento. Bueno, Isabel la Católica sí tuvo grandes cronistas; depende de qué mujer. Las que estaban en segunda fila, indudablemente, están difuminadas; hay que buscarlas; han dejado rastros. Por ejemplo, tenía una amiga que escribía novela histórica sobre brujas, sobre cantineras, sobre panaderas y me decía: «Almudena, es que lo tuyo siempre son princesas, reinas y duquesas». Y yo decía: «bueno, pues porque han dejado más documentación escrita».

Los archivos españoles son verdaderos tesoros todavía inexplorados y podemos encontrar, no solamente a mujeres, sino a hombres y a muchísimos personajes que no sospecharía que fueron tan influyentes en la historia de España. Y lo que hay que hacer es eso: sacarlos del ostracismo, estudiar absolutamente todo y luego reflejarlo de una manera amena, que es lo que intento en las novelas.

–¿Has visto la película Hispanoamérica?

–Creo que voy a ir esta misma tarde a verla. Tengo muchas ganas. Todo lo que ensalza; la historia de España. La historia verídica de España. Creo que merece la pena ayudar. Estamos en una corriente, ahora mismo, tremenda; de falsificación de la historia verdadera. Se olvidan de que ellos existen porque nosotros nos casamos con ellos y tuvimos hijos. Se olvidan de que en el norte de América eran colonos. Todos los ciudadanos del sur de América eran provincias nuestras. O sea, un señor que hubiese nacido en la Nueva España, en el Virreinato de la Nueva España era igual que uno que hubiese nacido en Asturias para la Corona española. Exactamente lo mismo. Creo que es algo...y cualquier cosa que ayude a explicar esto y a borrar muchas falsedades que se están diciendo, me parece soberbio.

–Por qué se quiere negar ese nexo entre dos continentes?

–Sinceramente, no lo entiendo. Hay gente interesada en ello. El independentismo ya empezó a principios de 1808, a principios del siglo XIX. Pero ya se terminó. Somos hermanos. Nos guste, o no nos guste, ahí está la genética. Somos hermanos y estamos vinculados por la religión, por las costumbres, por el idioma y por el nacimiento de todos los que han nacido. A todo el mundo que me dice que se quiere desvincular, le digo que se vaya al Museo de América en Madrid y que vea todos los cuadros del mestizaje que existen, porque verá que hay cerca de 20 y 30 tipos de mestizos diferentes y todos vienen de españoles.