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Singer Mick Jagger with musicians Keith Richards  and Ron Wood of The Rolling Stones at Hollywood Burbank Airport in Burbank, Calif., Monday, Oct. 11, 2021

Rolling Stones llegan a Madrid el próximo 1 de junio para recordar su idilio y sus juergas en nuestro paísGtres

Anécdotas de los Rolling Stones en España: cuernos, gases lacrimógenos y apocalipsis del Vicente Calderón

La relación de los Stones con nuestro país se remonta a sus vacaciones marbellíes en plena ebullición de la Costa del Sol. Y después grandes conciertos, que la banda recuerda constantemente

El anuncio de la gira SIXTY de los Rolling Stones, cuya primera parada es el próximo 1 de junio en Madrid, debe traerle a la memoria a Mick Jagger y a Keith Richards, un torrente de recuerdos, desde que aparecieron entre la jet set de la Costa del Sol, allá por 1969.

Alguna pincelada ya contó el guitarrista Richards en sus sorprendentes memorias; dato este, el de las memorias, que nos demuestra que no se debe haber drogado tanto, si es que puede hilvanar un libro entero de aventuras y desventuras, hasta que se cayó de aquel cocotero, o se esnifó las cenizas de su padre.

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En cualquier caso, narra él mismo en dicho libro cómo Brian Jones y su por entonces novia Anita Pallenberg le propusieron un viaje en Bentley, desde París hasta la soleada localidad malagueña que, en aquellos años, se estaba convirtiendo en centro turístico de las mejores fortunas del mundo. Dicho y hecho; cogieron el cochazo y se adentraron, entre risas y excesos, por nuestra geografía. Pero lo que cuenta posteriormente Richards, es la historia de esos viajes planeados en la imaginación que luego, en realidad, resultan un infierno. Porque Brian Jones era insoportable con las drogas y el alcohol, y la salud se acaba resintiendo: «Durante este viaje, él no paró de quejarse ni de lloriquear ni un minuto. Insistiendo en que no podía respirar. Nadie se lo tomó en serio. Era verdad que tenía asma, pero también era hipocondríaco. Lo cierto es que le diagnosticaron neumonía, pero con él nunca sabías lo que era real y lo que no. Y allí lo dejamos». Allí es Toulouse. Así que Keith Richards siguió camino con el cochazo y con la novia del músico abandonado en el hospital; el resto se lo pueden imaginar. Vidas de la farándula.

Keith Richards en 1965

Keith Richards en 1965

Mick Jagger y Ron Wood en 1975

Mick Jagger y Ron Wood en 1975

Singer Mick Jagger with musicians Keith Richards  and Ron Wood of The Rolling Stones at Hollywood BurbankAirport in Burbank, Calif., Monday, Oct. 11, 2021

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Peleas y gases de la policía

La primera visita a España como grupo ya consagrado tampoco fue pacífica. Una vez acabada la dictadura y la evidente cerrazón cultural al mundo, el productor de música Gay Mercader organizó un gran concierto de los Stones en tierras españolas. El reto fue fácil; se empezó la casa por el tejado, o el tejado cedió una vez echados los cimientos. El caso es que Gay Mercader buscó en Cambrils un lugar donde la banda pudiera tocar, pero nadie quería acoger aquél evento con los precedentes dramáticos y las cuchilladas que se dieron entre los asistentes al concierto de Altamond. Finalmente, tras muchas conversaciones y a diez días de la fecha que ya estaba impresa en las entradas, la Monumental de Barcelona acogió la cita musical, tan esperada. Afortunadamente, el coso no se llenó. De lo contrario, pudo haber sucedido una desgracia, ya que entre los espectadores empezó un pique con los de las primeras filas para que no se levantaran demasiado; se empezaron a tirar de todo y las peleas entre unos y otros hicieron que la policía cargara con gases lacrimógenos y porras contra el respetable. La estampida estaba asegurada. Sin embargo, el mismo Mick Jagger ha recordado en infinidad de ocasiones la impresión que le causó entrar en ese recinto taurino, nuevo para él, y bajo una luna llena que, con su luz blanca, fue el mejor foco para el ambiente.

Tormenta apocalíptica en el Calderón

Puede ser este el concierto que más ha recordado el cantante de los Stones en distintas entrevistas. El del 7 de julio de 1982, cuando una lluvia torrencial con todo su aparato eléctrico incluido, sorprendió a todos los asistentes en un estadio a reventar y sufriendo un calor insoportable. Media hora antes de la cita, Mick Jagger decidió que había que salir y aprovechar aquel espectáculo de luz, agua, viento y globos por todas partes, pese al evidente peligro de electrocución, ya que los cables, los instrumentos y la iluminación se estaba encharcando. Desde aquél día, Keith Richard anda mascullando que «si Dios existe, le daré las gracias por aquella noche».

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