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Fans de los Beach Boys en un concierto en Montreal en 1965

Fans de los Beach Boys, en un concierto en Montreal en 1965

Las 'groupies' o el penúltimo objetivo sectario del feminismo 'woke'

Todo lo que necesito me lo das: cómo las fans crearon el internet que conocemos es el ensayo de la periodista de The Atlantic Kaitlyn Tiffany sobre el fenómeno de las seguidoras

En los años sesenta una groupie era una chica de «moral ligera» para los sectores más conservadores de la sociedad. Pero no para todos como intenta hacer ver la ideología woke para justificar todas sus cruzadas. La creación del enemigo es la premisa fundamental del nuevo progresismo. Kaitlyn Tiffany, groupie moderna, fan de One Direction y periodista de tecnología de The Atlantic, ha escrito un ensayo donde analiza el fenómeno fan con el ambicioso título de Todo lo que necesito me lo das: cómo las fans crearon el internet que conocemos.

La evolución que va desde aquella supuesta «moral ligera» a nada menos que la creación de internet. Tiffany lo cuenta de un modo original y divertido, pero los lobbies de turno intentan apropiarse de su relato del mismo modo caprichoso que Hitler se apropió de la esvástica, que solo era un símbolo espiritual de buena suerte para distintas culturas orientales. Del significado que va de una utilización a otra hay un abismo de horror. De esto habla también Tiffany: de cómo los propios grupos de fans intentan apropiarse del objeto de su adoración, incluso adaptándolo a sus intereses.

Kaytlin

Portada de Todo lo que necesito me lo das: cómo las fans crearon el internet que conocemos

En el libro se habla expresamente de cómo esos grupos, a través de internet y de las redes sociales, intentan hacer creer, por ejemplo, que Harry Styles (antiguo miembro de One Direction, hoy estrella musical y cinematográfica) es homosexual, mientras otros grupos apuestan porque no lo es; o por qué es favorable al Black Lives Matter o asuntos de este estilo. Una apropiación personal de una figura, como si fuera un muñeco articulado con accesorios. Un juguete.

Esta supuesta evolución (de la groupie a la fan) tiene según Tiffany razones más profundas de las que se ven en la superficie, el gancho que utiliza el feminismo radical woke para pervertir el término «groupie», no per se, sino por una supuesta utilización despectiva de un término que no es tal o al menos no tanto. No en la totalidad: el requisito básico para sustentar la teoría del enemigo que sostienen los nuevos progresismos.

La esencia de lo 'woke'

Cameron Crowe lo explicó muy bien por propia experiencia en su película Casi Famosos, la historia de una banda de éxito en los setenta a la que acompañan un nutrido grupo de seguidoras, las groupies, a través de la historia semi personal del adolescente crítico musical que fue Crowe al que la revista Rolling Stone contrata para viajar junto a la banda protagonista para escribir un artículo de mil palabras sobre ella. El relato lo es sobre el éxito, disensiones y caída de un grupo, y por supuesto también de todo lo que le rodea, donde las groupies adquieren un papel protagonista.

El reduccionismo de la groupie (desde las Apple Scruffs de los Beatles a las «chicas cocodrilo» de los Hombres G) como el de una joven que sigue a un grupo para tener relaciones con sus miembros es ese enemigo al que precisamente reducen el concepto quienes quieren envilecerlo. Efectivamente, como escribe Tiffany (no se sabe si tanto como para crear internet, aunque quién sabe) son las propias personas que critican el reduccionismo las responsables de la reducción: la esencia de lo woke en todos sus ámbitos. Está el ensayo de Kaitlyn Tiffany para interpretar el fenómeno y también la muy anterior experiencia y película de Crowe, sin ningún tipo de contacto con el mundo actual y sus problemáticas de confrontación.

'Cartel de 'Casi Famosos' (2000), de Cameron Crowe

Cartel de Casi Famosos (2000), de Cameron Crowe

Nunca fueron las groupies un «accesorio masculino», como violenta y sectariamente se describe en algunos medios y posturas que dicen pretender desestigmatizarlas. Crowe, por ejemplo, describe a una groupie, la protagonista, cuya motivación fundamental para serlo es estar enamorada del guitarrista: la razón es tan sencilla y tan humana como el amor. En cualquier caso, las groupies fueron mujeres libres en un mundo supuestamente no tan libre a quienes las reivindicaciones modernas restan precisamente la libertad que ellas mismas adquirieron por propia decisión y valentía: la esencia del feminismo más puro y natural.

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