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Madonna disfrazada de pirata en un concierto en Nueva YorkGtresOnline

El lema de la nueva gira de Madonna: «Ven y únete a la fiesta», pero sólo si puedes pagarla

Las cifras alcanzadas en esta gira vuelven a abrir la polémica de los precios desmedidos en los conciertos y los festivales actuales

Acudir a un concierto de tu artista preferido se está convirtiendo en un esfuerzo monetario muy difícil de conseguir para todos los bolsillos. Un artículo de lujo que no hace más que agrandar la brecha entre el público y el artista. El último escándalo se ha producido en el tour de Madonna que pasará por Barcelona, con entradas que llegan a alcanzar más de 900 euros (The Immaculate VIP Package). Estos precios fijados se dan en buena medida por la especulación existente que se hace con el deseo de los fans.

El precio mínimo de 100 euros por concierto se ha convertido en algo tan habitual como el precio de la gasolina actual. Hace unos años, cualquiera se hubiera llevado las manos a la cabeza al ver los costes presentes. Por ejemplo, para asistir y disfrutar del concierto de Madonna, la entrada más barata pasa de los 46 euros en la sexta grada, hasta los 340 euros en la primera; otro de los nombres en el ojo del huracán ha sido el de Bruce Springsteen, que al año pasado, los precios de su gira se movían en torno los 200 y los 5.000 euros.

Las causas de los precios

¿Por qué se da esta situación? ¿Quiénes son los culpables? No hay uno claro, pero sí que se pueden ver algunas de las razones principales: las webs de reventas que están desde el primer minuto a la espera para adquirir las entradas y venderlas más tarde por precios desorbitados, como ocurrió con las entradas del concierto de Coldplay en Barcelona de este año; el monopolio de Live Nation y Ticketmaster en la compraventa de entradas y la desastrosa gestión ejercida en los últimos años; la inflación que se arrastra desde 2021 y 2022 que han incrementado, aún más, los ya elevados precios.

En algunos casos, la culpa es de los mismos organizadores, como el del grupo Metallica que ofrecía una entrada doble indivisible por el precio de 226,5 euros. La gran demanda del 2022 ha generado un optimismo en el sector que ha hecho que los promotores apuesten por la subida de precios.

Algo similar pasa con los festivales que aumentan su precio aprovechando el momento de crisis que se está atravesando. El caso más flagrante es el del Primavera Sound Festival de este año, cuyo precio ha aumentado de forma exponencial comparado con el año pasado: de 245 euros por el abono del fin de semana se ha pasado a los 325 euros.

Especulación y prácticas abusivas

Ya no solo es el precio de las entradas, para los promotores de los eventos sacar el mayor beneficio es lo primordial aunque para ello tengan que realizar prácticas poco éticas, que rocen con lo ilegal. La especulación con la demanda tras la salida de la pandemia es uno de los factores clave en este asunto. Además, los festivales y los conciertos se han convertido en campos de prueba donde ver las fórmula más efectivas: pases premium, entradas platino…

A esto se suma, las prácticas abusivas realizadas que llegan a sobrepasar los límites legales en algunos casos: las autoridades han obligado a los festivales a ofrecer agua gratis en sus recintos.

Todos estos problemas se plasman en los precios de las giras: las entradas más baratas para ver a Rod Stewart cuestan 86 euros; escuchar a los Arctic Monkeys son unos 93,50 euros y estar en pista para ver a Coldplay cuesta 107,50 euros. También ocurre con grupos españoles como Sidecars, ver un concierto de ellos cuesta el doble que hace dos años, los precios para ir a ver a Alejandro Sanz llegan a alcanzar los 200 euros o disfrutar de la superestrella Rosalía cuyos conciertos no se pueden disfrutar por menos de 100 euros.

Un abuso en los precios que inflan, más y más, la burbuja existente en los conciertos y festivales, y que parece, que no se va a detener hasta que reviente o hasta que el público se harte y deje de acudir a estos eventos.