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Un momento de la ópera 'Nixon in China', de John Adams, el último estreno del Teatro Real

Un momento de la ópera Nixon in China, de John Adams, el último estreno del Teatro RealCamilla Winther

Nixon se cita con Mao en el Teatro Real

El coliseo madrileño estrena en España Nixon in China, la primera ópera del compositor minimalista John Adams, que retrata el célebre encuentro histórico de 1972 entre los máximos líderes de China y Estados Unidos

El compositor norteamericano John Adams tiene nombre y apellido de mandatario. Por eso, quizá, estaba ya destinado a componer una ópera que reuniera a dos de ellos, de credos políticos y personalidades contrapuestas. O no tanto. A Nixon y a Mao les acercaba su devoción por el poder y, a su modo particular, ambos estaban perfectamente versados en el culto a la personalidad. De hecho, su publicitado encuentro (aquel sí que constituyó un acontecimiento planetario) de 1972 sirvió, más que para estrechar las relaciones entre sus respectivos pueblos y buscar la paz, como predicaba el eslogan, de combustible propagandístico sobre el que proyectar sus propias figuras como líderes mundiales en sus ansias de formar parte de la Historia con mayúsculas.

En cualquier caso, la idea que sirvió de punto de partida para esta Nixon in China que ahora se estrena en Madrid, y que en poco tiempo acumulará hasta cinco producciones distintas en varias capitales europeas, no partió de Adams. Quien sugirió el tema para el que resultó su primer empeño lírico fue uno de los directores más audaces de la escena norteamericana, el iconoclasta Peter Sellars, responsable del montaje cuando la ópera se estrenó en 1987, en la Grand Opera de Houston.

Nixon leyendo el periódico en la ópera 'Nixon in China'

Nixon leyendo el periódico en la ópera 'Nixon in China'Camilla Winther

El Teatro Real madrileño, después de La Nariz, vuelve a atreverse ahora con una obra cuyo título «suena» por la relevancia de las personalidades implicadas, pero que muy pocos aficionados conocen realmente: en Berlín se estrena el año próximo. De un modo parecido a lo que hizo Shostakóvich, pero en otro estilo, Adams sostiene que su Nixon in China es una ópera «híbrida» por beber de varias fuentes asociadas con el desarrollo artístico de este autor formado en las peculiaridades de dos mundos radicalmente opuestos: la vanguardia musical europea, que él estudiaba durante el día, y la música de las Big Bands que desde niño escuchaba por las noches en el local de música de su abuelo, donde en una ocasión llegó a conocer a Duke Ellington, y más tarde en la radio.

Más o menos, Adams vino a hacer lo mismo que otros adelantados como Steve Reich o Philipp Glass (del que el año pasado, el CDNM estrenó su Einstein in the beach en el Auditorio). A su modo, bajo la etiqueta del minimalismo, todos estaban intentando crear una música que pudiera sonar a la vez sofisticada y próxima, que no ahuyentase al público en su frío y duro formalismo experimental como le sucedía a los Pierre Boulez y compañía de la otra orilla del charco.

Toda la parafernalia de aquella visita, en la que por primera vez un presidente norteamericano visitaba oficialmente China, con miles de horas de vídeo e incontables fotografías que procuraban convertir los estudiados gestos y detalles de los dirigentes en documentos sobre su frágil condición humana (la carantoña a un niño, la visita a una granja de cerdos, el deleite de una taza de té), inspiraron a Adams.

«Ninguno de los dos sistemas funciona»

Bajo toda esa hojarasca de trucos de feria para encandilar a las clases medias (que luego se han seguido perfeccionando), el compositor juzgó posible internarse por los complejos meandros de las psicologías de ambos líderes a partir de dos concepciones distintas del poder: el liberalismo democrático que encarnaba Nixon frente a la doctrina comunista, uno de cuyos máximos exponentes era el ya anciano, pero aún temible, Mao. «En perspectiva, ninguno de los dos sistemas ha funcionado perfectamente», ha declarado Adams.

China ha logrado despegar económicamente hasta convertirse en la segunda potencia del mundo, aunque las recetas poco tengan que ver ya con las doctrinas maoístas. «Lo más preocupante es el celo con el que mantienen a la gente bajo una vigilancia digital», según el compositor. «Algo que no es que no ocurra en Occidente, pero al menos aquí nuestros detalles privados no son canalizados directamente hacia el Gobierno».

La ópera 'Nixon in China' se estrenó en 1987 en Texas

La ópera 'Nixon in China' se estrenó en 1987 en TexasCamilla Winther

En cualquier caso, durante este tiempo, Estados Unidos ha experimentado, a su vez, una cierta regresión en el disfrute y ejercicio de los derechos individuales. Para Adams, una de las peores cosas que han sucedido en su propio país es que «ahora resulte casi imposible conseguir financiación para un proyecto que no sea sobre racismo, género o injusticias sociales. Bach lo tendría prácticamente imposible si pretendiera obtener financiación para sus Variaciones Goldberg en nuestro tiempo».

Las subvenciones concedidas con la intención de modificar actitudes o destinadas a reconducir el pensamiento de las personas a través del hecho artístico suelen ofrecer escaso recorrido. «El Arte tiene una influencia menor en las creencias políticas de la gente. Los artistas que adoptan una postura política en sus obras tienden a predicar para su parroquia», ha comentado el compositor.

Ahora resulta casi imposible conseguir financiación para un proyecto que no sea sobre racismo, género o injusticias socialesJohn AdamsCompositor

El próximo lunes, Nixon in China llega al Teatro Real con un reparto sin las habituales estrellas reservadas para las obras de repertorio. Habrá un total de siete representaciones hasta el 2 de mayo, con dos directores musicales que se alternarán en el podio, y que sustituyen al anunciado director musical del propio coliseo, Ivor Bolton, sin que se conozcan las causas.

Olivia Lee-Gundermann y Kornilios Michailidis se turnarán al frente de la Sinfónica de Madrid y el Coro Intermezzo. La dirección de escena recaerá en John Fulljames, conocido en la casa porque en 2018 se ocupó de la producción de Street Scene de Kurt Weill, un empeño lucido en otra de esas obras que nunca han concitado el entusiasmo unánime de los aficionados, pero que cuentan con suficientes adeptos.

Para informarse mejor sobre las circunstancias que han rodeado a la obra de Adams y explorar sus variadas conexiones, el Real ha confeccionado un interesante, bien nutrido, apartado de actividades paralelas entre exposiciones (Museo Thyssen), talleres familiares (con la presentación del experto en estas lides, Fernando Palacios), conciertos, proyecciones y conferencias. Puede que Nixon in China no sea la mejor de las tres óperas de Adams (la última, Doctor Atomic, basada en la experiencia de Robert Oppenheimer, el impulsor de la bomba atómica, es una genuina obra maestra de nuestro tiempo), pero resulta esencial para conocer la trayectoria de un compositor que, como él mismo ha comentado, después de esta creación ha procurado seguir indagando en la búsqueda de «un lenguaje musical más variado y complejo».

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