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Rosalía Cid, la soprano española que inaugurá la próxima temporada de La Scala de Milán

Rosalía Cid, la soprano española que inaugurá la próxima temporada de La Scala de Milán

Rosalía Cid, soprano española: «Lloré y salté al enterarme de que abriría La Scala»

El 7 de diciembre, la joven soprano participará en la nueva producción del Don Carlo verdiano que dirigirá Lluís Pasqual. No será su único compromiso en Milán. Regresará para cantar La Rondine, uno de los títulos elegidos allí para recordar a Puccini en el centenario de su fallecimiento

Algo debió haber visto en ella Carlos Saura, que la había elegido entre las tres posibles candidatas para protagonizar esa película sobre el ascenso a la fama de Montserrat Caballé que ya no llegó a rodar. Rosalía Cid (Santiago de Compostela, 1996) no podía haber soñado con un mejor regalo de cumpleaños. Apenas tres días antes de cumplir 27, actuará en La Scala, meca de la ópera, durante su cita esencial: la inauguración de la temporada, que se proyecta en cines de todo el mundo. El 7 de diciembre, la joven soprano participará en la nueva producción del Don Carlo verdiano que dirigirá Lluís Pasqual. No será su único compromiso en Milán.

Poco después, regresará para cantar La Rondine, uno de los títulos elegidos allí para recordar a Puccini en el centenario de su fallecimiento. Mientras espera, la artista ensaya estos días, en Florencia, la Nanetta del Falstaff, la obra maestra de Verdi que se ofrecerá en el Maggio Musicale desde el próximo 16 de junio bajo la batuta de uno de los grandes de hoy, Daniele Gatti. Santiago de Chile y Dresde también la aguardan, en España aún no.

Rosalía Cid, la soprano española que inaugurá la próxima temporada de La Scala de Milán

Rosalía Cid, la soprano española que inaugurá la próxima temporada de La Scala de Milán

–En el pasado, y no hace tanto, ha habido grandes voces españolas que han cantado en La Scala, entre las femeninas, María Luisa Nache, Teresa Berganza, Montserrat Caballé y últimamente Saioa Hernández... Pero solo un par han intervenido en la que para algunos es la función de ópera más importante del año en todo el mundo, la inauguración de la temporada milanesa. Todavía puede salir corriendo, ¿no se le ha pasado por la cabeza?

–¡Jamás! Correría hasta Milán ahora mismo, no veo el momento de que empiecen los ensayos. Quizá parezca una insensata, pero me puede la emoción y las ganas de ver cómo se crea el espectáculo, y de sentir en mis propias carnes lo que tantos amigos y colegas que han pasado por ese escenario, el 7 de diciembre, me describen.

–Este doble compromiso en La Scala le llega poco después de haber comenzado a trabajar en Italia, donde, además de existir una enorme competencia, se valora siempre el talento local. ¿Considera que tiene más mérito para una joven soprano española, con una carrera aún en construcción, haber sido elegida para cantar en ese gran templo lírico?

–Abrir la temporada allí es un honor y un sueño. No negaré que cuando conocí la noticia hubo llantos y saltos de alegría. El teatro ya lo conocía, no será un debut. Mi experiencia en La Scala, hasta ahora, ha sido muy positiva. En junio del año pasado, tras una selección minuciosa, me llamaron para cubrir el papel de Gilda en Rigoletto hasta la llegada de la maravillosa Nadine Sierra. Después, interpreté el papel de Contessa di Ceprano en las funciones de esta ópera. La oportunidad me permitió demostrarles cómo trabajo, mi responsabilidad con los papeles a los que me enfrento. Hasta ahora nunca me he visto frenada por mi nacionalidad.

–El rol de 'La voz del cielo' que cantará en Don Carlo de Verdi tiene más importancia de la que a veces se le asigna, porque si lo hace bien puede pasar desapercibida, pero si falla arruinaría unos de los momentos con más magia de la ópera. ¿Cómo lo ve usted?

–Para mí se trata de un momento delicadísimo, sea por la escritura musical, por el hecho de que se canta desde la parte de arriba del teatro para provocar un determinado efecto vocal y transmitir un color onírico, como si llegara desde más allá del mundo. Estoy segura de que será uno de los momentos más emocionantes de mi carrera, hasta ahora.

–Usted comenzó a formarse en Galicia, ha trabajado con maestros como Diana Somkhieva y Alberto Zedda, para luego continuar sus estudios en Italia, donde ha logrado dar el importante salto que en unos días le llevará a cantar una de las protagonistas de Fasltaff, Nanetta, en un teatro de gran prestigio, como el Maggio Musicale de Florencia, y con uno de los principales maestros italianos de hoy, Daniele Gatti. ¿Qué diferencias aprecia entre el modo de prepararse en su país y en Italia? ¿Existen aquí y allí las mismas oportunidades?

–En Italia la cultura operística está mucho más presente, la relación misma del conservatorio de una ciudad con el teatro local y los proyectos que se hacen en común te permiten acceder más fácilmente al mundo laboral y conocer el verdadero trabajo de un músico. Yo vine a Italia para satisfacer mis necesidades como estudiante de canto porque en Galicia, salvo la programación lírica coruñesa, no existen realidades en las que uno pueda formarse sobre el escenario. He tenido la suerte de encontrar maestros en Coruña y en Vigo que, reconociendo mi potencial, han sido tremendamente altruistas y humildes al aconsejarme y casi «empujarme» a salir, a buscar fuera de allí.

–Y en apenas dos años estudiando allí se ha producido este gran salto, ¿qué es lo que le han aportado en Florencia?

–Mis dos años en la Academia me sirvieron para adquirir, poco a poco, más responsabilidad en escena. Hay tres momentos claves en mi vida en Florencia. El primero fue el encuentro con Gianni Tangucci, un hombre que cuando era director artístico hizo debutar a algunos de los cantantes y directores más importantes a nivel internacional. Me escuchó por primera vez en el Maggio y empezó a formarme hasta ofrecerme papeles en la óperas integrales que forman parte del trabajo como estudiante. El segundo resultó mi salto a un papel principal de la temporada florentina en una opera desconocida de Cherubini. Y el último, mi debut con el Exultate Jubilate de Mozart en la programación Sinfónica, bajo la batuta de Jane Glover, que me permitió darme a conocer entre el maravilloso publico florentino. De ahí surgiría la visibilidad necesaria para lograr cantar en Fasltaff.

Rosalía Cid en su actuación con la prestigiosa directora Jane Glover

Rosalía Cid en su actuación con la prestigiosa directora Jane GloverMichele Monasta

–Desde muy joven ha afrontado retos importantes, como presentarse en su primer concierto, en 2021, en La Coruña, junto a un barítono de la talla de Zeljko Lucic, con enorme seguridad, según las críticas. ¿Ha sido pura inconsciencia o el resultado de una meditada preparación?

–Fue un absoluto honor compartir escenario con Lucic y poder cantar en casa, finalmente. Mi madre dice que nací con sesenta años, es decir, que he tenido siempre una forma de afrontar la vida muy adulta y responsable, pero sin dejar de jugar y disfrutar a la vez. En el escenario me siento en casa, y esto es gracias a una grandísima preparación previa, a tantas experiencias diferentes en las que he tenido que ejercer una comunicación con el público. En persona soy muy tímida, pero en escena tenemos esa responsabilidad casi ancestral de transmitir algo más grande que nosotros mismos al público, que se merece esa seguridad y el nivel más alto que le podamos ofrecer.

–Ahora que se codea con los grandes como Fabio Luisi (con el que ya cantó en el pasado Festival della Valle D’Itria), Daniele Gatti, Leo Nucci, Ricardo Chailly … ¿cuál es el mejor consejo que le han dado?

–¡Uff! Concentración absoluta, precisión en el estudio y lectura de los personajes, teatralidad en la interpretación, hacerse todas las preguntas posibles: ¿por qué esta nota, con esta palabra concreta, tiene esta duración y no otra? ¿Qué es lo que nos indica teatralmente? En la última producción en la que trabajé, La Sonámbula de Bellini, en la Ópera de Dresde, el director de escena, que era el conocido tenor Rolando Villazón, me aconsejó disfrutar de todos los momentos porque esta puede ser una carrera tremendamente estresante, e intentar jugar en escena con la seriedad de un niño. Eso me ha marcado.

–¿Cuándo y cómo decidió que quería dedicarse a cantar? ¿Quiénes son su ídolos en la ópera?

–Es complicado, nunca he sentido que tomaba la decisión de hacerme cantante, sucedió, pasando de coro en coro, hasta conocer a Diana Somkhieva, que es la primera que me habla de una carrera como cantante y que busca la forma de que yo vaya a estudiar a Italia. En mi casa se escuchaba mucha música, mi propio abuelo materno tenía voz de tenor lírico pero no pudo estudiar. Así que su figura me empuja a mejorar siempre con humildad. No puedo no hablar de Maria Callas como referencia, pero mi inspiración no se reduce a ella. Aprecio a la mayor parte de los cantantes que han tenido un modo de perfeccionar su arte aportando sus personalidades a todas las exigencias teatrales y musicales posibles. Ídolos también lo son Teresa Berganza, Montserrat Caballé, Daniela Dessì... demasiados, y todos han producido un efecto estimulante en mi estudio.

–Los grandes teatros españoles aún no han llamado a su puerta, ¿espera que lo hagan en breve después de los últimos espaldarazos?

–Me encantaría, lo espero con muchas ganas.

–¿Qué otra música escucha aparte de ópera? ¿Ha sido la «rarita» entre sus amigas?

–Un poco de todo, me gusta ser curiosa y descubrir estilos y nuevos intérpretes. Adoro igualmente a Maria Dolores Pradera como el pop, el jazz , el folk… Baiuca, Rodrigo Cuevas o incluso algunos tipos de heavy metal, creo que todo puede llegar a enriquecerme. Digamos que he sido siempre un poco ecléctica, y me he interesado por muchas cosas a la vez, un poco en las nubes para el resto del mundo, pero muy decidida dentro de mí.

–¿Qué debe hacerse para que los jóvenes se acerquen sin prejuicios a la ópera?

–Formar a los más pequeños a través de la escuela, con espectáculos abiertos para los niños y sus familias. Creo que la educación es la clave para que los jóvenes adquieran la costumbre y el gusto de ir al teatro y lo sientan como una cosa propia, algo que pueden compartir en comunidad.

–En este mundo de la lírica las carreras cada vez son más cortas, hoy aparece un nombre y mañana ya no está... ¿cómo se plantea su carrera a largo plazo, qué objetivos o sueños espera poder cumplir?

–No me gusta anticipar nada, obedezco a mi voz y a mi madurez vocal y artística. Soy una joven soprano lirica, pero el futuro de mi tipología vocal depende exclusivamente del desarrollo que tendré con los años. Hasta ahora he debutado Adina (El elíxir de amor), Norina (Don Pasquale) … roles de belcanto en los que es preciso mantener la frescura vocal y escénica. Eso sí, me encantaría poder llegar a interpretar Marguerite (Fausto), Violeta (La Traviata), y el Donizetti de las óperas serias.

–¿Cuáles serán sus próximos compromisos?

–En unos días, se estrena nuestro Falstaff en el Maggio Musicale Fiorentino con el maestro Gatti. Después, en agosto, debutaré mi adorada Gilda de Rigoletto en el Teatro Municipal de Santiago de Chile, y en otoño quizás regrese a Dresde otra vez para cantar Lisa de La Sonámbula, de nuevo con Villazón. En diciembre, vendrá mi esperado Don Carlo en La Scala, a donde volveré en abril para dar vida a Lisette, el segundo rol principal de la ópera La Rondine de Puccini, dirigida por Riccardo Chailly, como celebración del centenario de la muerte de este compositor. Y hasta aquí puedo contar por ahora.

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