Fundado en 1910

Mikel Erentxun, en su concierto en Atardeceres Larios, en Alicante

Mikel Erentxun: «Cargar con Duncan Dhu es una mochila pesada, aunque me llena de orgullo»

El cantante donostiarra (aunque nacido en Caracas) hace balance de una carrera de cuatro décadas, desde su inspiración por el rock de los 50 a la herencia de una Movida madrileña que pilló tarde: «Soy hijo de Gabinete Caligari, de Los Coyotes y de Los Secretos»

Costumbrismo, cotidianeidad, sensibilidad. Hubo una época en la que ponía en mi radiocasete el álbum Autobiografía de Duncan Dhu, que entonces sonaba bastante a los Beatles (¿qué rock no estaba influido por los Beatles en aquellos años?). En la cara A empezaba sonando Rozando la eternidad; en la cara B, Entre salitre y sudor. Poner esas cintas era más sentir que pensar, que es lo que hacían sus autores: vivir, vivir con intensidad una época que fue única, y escribir y cantar lo que veían y vivían.

Por eso cuando Mikel Erentxun (Caracas, 1965) descuelga el teléfono y suena su voz, vuelve el sonido enlatado de aquellas casetes, a pesar de que lleva desde 1992 empleando su nombre real, ya en una carrera en solitario que ha cumplido tres décadas. Acaba de dar un concierto en Alicante, en el contexto de Atardeceres Larios, pero es incansable. «Creo que la música es el mejor combustible que hay: llevo 40 años en esto y cada día la amo más».

En 2021 lanzó Amigos de guardia, un disco en el que precisamente celebra una carrera profesional sincera e impecable como pocas. «No sé si diría tanto. Desde luego es mi historia, es mi recorrido, y ahora no tengo problema en echar la vista atrás, y menos cuando lo hago rodeado de buenos amigos», explica a El Debate. Entre esos amigos, colegas de vocación, se encuentran Diego Vasallo, Bunbury, Coque Malla, Leiva, Eva Amaral o Andrés Calamaro.

Duncan Dhu, en 1985

Muchos de sus compañeros en esta serie de conciertos veraniegos, repartidos entre Málaga y Alicante, han tenido que luchar por abandonar el «de»: Carlos Segarra «de» Los Rebeldes, Rafa Sánchez «de» La Unión, Jaime Urrutia «de» Gabinete Caligari… y Mikel Erentxun «de» Duncan Dhu. «Está bien mirar atrás para seguir adelante. Cargar con Duncan Dhu es una mochila un poco pesada a veces. Hay éxitos de hace 32 años que la gente todavía me reclama, y a veces es un poco frustrante, porque yo no he dejado de crear música… Es muy duro. Pero también me llena de orgullo haber sembrado y haber dejado varios clásicos en la historia de la música de España».

Me llena de orgullo haber sembrado y haber dejado varios clásicos en la historia de la música de España

La nostalgia por un pasado que nunca volverá, el de los años de La Movida, a algunos se les hace cuesta arriba. Otros, directamente, renuncian a ella. Será porque Mikel tiene el carácter del norte, y aunque recopila pasiones y sentimientos universales en sus canciones, es analítico a la hora de hacer balance. «Me he acostumbrado a vivir con esta dualidad. ¿Lo que hice en los 80 es lo más importante que he hecho en la vida? Yo creo que no, pero tengo que hacer las cuentas con que lo es para mucha, muchísima gente».

De Elvis a los Beatles

Cuando era pequeño, Mikel Erentxun se pintaba patillas para imitar a Elvis Presley. Aunque estudió arquitectura, la música siempre estuvo presente en su vida. «Tuve la suerte de que mis hermanas mayores escuchaban muy buena música, como Elvis, los Beatles, Simon and Garfunkel, David Bowie o Cat Stevens, y en seguida cogí una guitarra que había por casa. Fue algo muy natural», explica con esa voz pausada, tranquila, tan característica.

Al principio dio tumbos (literalmente, relata que fueron años de «gran desorientación») en grupos como Los Aristogatos o Los Dalton, pero en 1984 comenzaba la leyenda: Mikel Erentxun se unió a Diego Vasallo y Juan Ramón Viles y formaron Duncan Dhu. Lo que sucedió en la siguiente década es historia del rock en español: conciertos, giras, garitos, excesos (muchos excesos), pero, sobre todo, amor a la música.

«Fueron años muy especiales. No creíamos que hubiera nada que no pudiéramos hacer. Los 80 fueron años duros: cuando nació Duncan Dhu la escena la dominaba el rock radikal vasco, y nos costó hacernos hueco. Yo vivía en San Sebastián e iba al margen de todo aquello, así que tuvimos que salir del País Vasco para triunfar: fue cuando vinimos a Madrid cuando empezamos a sonar, y nos costó volver a conquistar nuestra tierra», relata, antes de añadir: «Nadie es profeta en su tierra, pero unos chavales vascos que se van a hacer música a Madrid en los 80, menos».

Superar Duncan Dhu es algo que no entra en sus planes. «Es imposible, sobre todo si hablamos de nivel de éxito. He dado más conciertos, grabado más discos y escrito más canciones como Mikel Erentxun, pero Duncan Dhu es más famoso e importante que yo. Al principio me peleé con esto, pero he conseguido disfrutar de mi carrera en solitario», dice quien ha relatado en numerosas ocasiones que no se reconoce en su voz de los ochenta: «Me gusta mucho más mi voz de ahora. Me costó encontrar mi lugar vocalmente hablando».

He dado más conciertos, grabado más discos y escrito más canciones como Mikel Erentxun, pero Duncan Dhu es más famoso e importante que yo

Hace apenas unos meses que Mikel Erentxun estuvo en los estudios Elkar grabando Septiembre, su próximo disco tras Amigos de guardia, que incluye temas como A la luz de las farolas o Tren a Marte. «He contado con los miembros de dos bandas, Rufus T Firefly y Reme, y es un disco diferente, con canciones compuestas a partir del piano». El sonido es mucho más setentero, con Víctor Cabezuelo y Dani Ruiz en la producción, y con Julia Martín-Maestro en la batería, Sam Barltrop al bajo, Víctor Sánchez como ingeniero de sonido y Jordi Mora en la mezcla.

«La vulnerabilidad es parte del juego. ¿De qué vas a escribir, si no es de lo que te pasa?», se pregunta quien tras sufrir un problema cardiaco en 2013 que por poco le cuesta la vida se abrió en canal en el disco Corazones. Cuando le cuento las canciones que forman parte de mi educación sentimental –aunque naciera mucho después de La Movida–, más incluso que grandes himnos como Cien gaviotas o En algún lugar (esos primeros acordes de guitarra erizan la piel de cualquier español), se ríe. «Autobiografía fue nuestro quinto álbum, el primero doble, y estábamos mucho más influidos por el pop rock británico. Pero también buscábamos nuestro sonido: no hacíamos música en inglés, sino que reivindicábamos el rock en español».

Sin embargo, cuatro de aquellos temas se lanzaron en Estados Unidos en inglés: Rozando la eternidad como Brushing On Eternity, Entre Salite y Sudor como Sweat and Blood, Las Reglas del Juego como The Rules of the Game y En Algún Lugar como A Place To Be. Llegaban tarde a La Movida y demasiado pronto para el sonido que nacería en Donosti. «Había mucha juventud, mucha inocencia y una sensación de libertad total. Nos gustaba el rock ‘primitivo’, lo que sonaba en los 50, apartados de cualquier movimiento musical de la época, pero somos hijos de Gabinete Caligari, de Los Coyotes, de Los Secretos, Mamá, Radio Futura...».

Duncan Dhu, en una de sus imágenes más reconocibles

En aquel entonces no había indie, ni mainstream. Tampoco había prejuicios musicales: «Nadie te preguntaba qué tipo de música tocabas. En nuestra primera incursión musical en Madrid estaban presentes Loquillo, Jaime Urrutia, Víctor Coyote…». Mikel Erentxun es muy crítico con el «fast food musical»: aprecia las ventajas de las nuevas tecnologías, pero no la forma de escuchar música. «En mi caso la cosa no ha cambiado demasiado porque la faceta que más he trabajado ha sido el directo y así tanto en los tiempos buenos como en los malos siempre he tenido conciertos, más grandes o más pequeños. Mi vida siempre ha estado muy ligada a la carretera y eso no ha cambiado».

Además de renegar de la inteligencia artificial en cualquiera de sus declinaciones, Mikel Erentxun, padre de cinco hijos, confiesa escuchar a Taylor Swift –especialmente su disco Folklore– y en ocasiones a Harry Styles. «Pero para mí no hay nada como las voces perjudicadas, como las de Bob Dylan o Joaquín Sabina: no me gusta la perfección. Sólo la aceptaría grabando en el estudio con Paul McCartney».