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Una de las imágenes del 'Don Carlo' de La Scala que ha compartido Anna Netrebko en su cuenta de Instagram

Anna Netrebko desvela los secretos del «Don Carlo» que inaugura La Scala

Mientras el director, Lluís Pasqual, calla sobre los detalles de su nueva producción de la ópera verdiana que abrirá la temporada milanesa, la soprano publica varias imágenes en sus redes

Veintiséis años han transcurrido ya desde aquel Don Carlo que en el señalado, por los melómanos, día de san Ambrosio inauguró la temporada de La Scala de Milán con un tenor español en el reparto, José Carreras, entonces a las órdenes del director de aquella casa, Claudio Abbado. La próxima semana la obra maestra del compositor italiano, inspirada en el drama con el que Schiller contribuyó a mantener viva la «Leyenda Negra», por la imagen retrógrada que ofrecía de Felipe II y su reinado, regresa al principal templo lírico lombardo. Y de nuevo, en la apertura del curso lírico, la función más esperada del año, hay españoles en el equipo artístico: Lluís Pasqual firma la puesta en escena, mientras la joven soprano gallega Rosalía Cid cantará la breve, pero muy comprometida, parte de la Voz del Cielo, esa que desde las alturas acoge a los herejes condenados durante la gran escena del Acto de Fe.

La expectación estos días suele ser máxima, ya no hay entradas disponibles ni para la primera representación (cuyos precios superan los 2.000 euros, algo excepcional, único de esa jornada) ni para casi ninguna de las siguientes. Así que los rezagados tendrán que conformarse con la retransmisión en directo que ofrece la primera cadena de la Rai (igualito que aquí) o acudir a alguna de las salas de cine que en varias ciudades proyectarán el evento. Hasta entonces se supone que todo lo que concierne al estreno de una nueva producción debería permanecer en el más estricto secreto. De hecho, Pasqual no ha querido desvelar ningún detalle de su trabajo ni siquiera a los medios españoles. «Me lo han prohibido por contrato», se ha excusado.

Las indiscreciones de la soprano

Pero parece que las cláusulas de confidencialidad no funcionan igual para todos (que todavía hay clases), o alguna ha decidido saltárselas sin ninguna precaución. Desde luego, si la actividad en redes sociales de una de las máximas protagonistas de este esperado Don Carlo, la soprano Anna Netrebko, continúa al mismo ritmo, de aquí al 7 de diciembre podríamos llegar a recopilar una generosa grabación de esta ópera de tres horas y pico de duración (parece haberse optado por la versión más corta, la italiana en cuatro actos). Bajo el título de Andiam a festa!, o como expresa Felipe II: «¡Ahora, vayamos a la fiesta!», animando a su corte y al pueblo a presenciar la ejecución de los condenados en pública ceremonia, la Netrebko ofrece en su cuenta de Instagram varias valiosas imágenes, y sonidos (algunos ya borrados), que pueden dar una cierta idea de por dónde irán los tiros de este nuevo acercamiento a la ópera verdiana antes del estreno.

Lo primero que llama la atención es el cuidado que Pasqual y su equipo parecen haberse tomado por no provocar demasiado al público milanés, que suele montar en cólera en cuanto el espíritu de Verdi se invoca en vano. Fue lo que recientemente le ocurrió allí al director Mario Martone con su nuevo montaje de Rigoletto, situado en nuestros días y con un final algo «distinto». Los saludos finales se convirtieron en un auténtico pandemonio, con gritos de «vergüenza», igual que en el Bernabéu cuando el trencilla de turno decide tragarse un obvio penalti con la inestimable cooperación del VAR.

Pasqual parece huir de los experimentos

A estas alturas de su carrera a Pasqual, primer director español invitado a inaugurar la temporada de La Scala, seguramente no le apetezca nada un escándalo similar al que cosechó con su última Doña Francisquita en el Teatro de la Zarzuela: los experimentos mejor en casa, donde el eco es además muy limitado. Por lo que puede apreciarse, al menos en cuanto a escenografía y vestuario, su propuesta no va mucho más allá de la que Luca Ronconi, el notable hombre de teatro italiano, impulsó en la inauguración de hace un cuarto de siglo en aquel Don Carlo con un Carreras vitoreado como un héroe.

Nada de arabescos conceptuales, se opta por lo monumental; aunque habrá que ver cuáles serán las aportaciones de Franc Aleu, encargado de la parte de los vídeos. Escenografía sobre todo corpórea, con detalles de gran precisión, como en la mencionada escena del Auto de Fe, en la que parecen observarse ciertas reminiscencias del retablo de la catedral de Sevilla, si bien la acción original transcurre en el exterior de la madrileña basílica de Nuestra Señora de Atocha.

El apreciable uso del dorado, con los monarcas casi incrustados en el cuadro y trajes que sirven a la unidad cromática, remite también a aquella puntillosa producción que Hugo de Ana había ofrecido de este título en una de las primeras temporadas del Teatro Real, tras su reapertura. Los detallistas figurines, bien informados históricamente, de Franca Squarciapino (una extraordinaria profesional que lleva aportando su sabiduría a numerosas producciones, como aquel Don Giovanni dirigido por Muti), no dejan de remitir al suntuoso vestuario que Franco Zeffirelli ya exhibió en 1992, otra inauguración con este mismo título.

Cuando abuchearon a Pavarotti

En aquella ocasión, Luciano Pavarotti resultó abucheado por la exigente audiencia. Habrá que ver qué ocurre ahora con el tenor Francesco Meli. No debe juzgarse nunca por un ensayo (ni es bueno que este tipo de documentos anden circulando por las redes antes de tiempo), pero por lo que puede apreciarse en estas grabaciones «corsarias», de la confrontación entre la desventurada pareja amorosa que conforman la Netrebko, como Isabel de Valois, y el italiano Meli, encargado del rol del infante Don Carlos, ella parece resultar la clara ganadora. La poderosa cantante rusa no suele decepcionar en estas citas relevantes, más que crecerse ante los grandes retos se encuentra en su salsa.

La Netrebko posee una infinita seguridad en sí misma, que adorna con una cierta chulería, la de quien sabe que en lo suyo cuenta con escasas rivales (en tiempos de Ghinghirelli, saltarse las normas le hubiera costado caro, hoy seguramente nadie del teatro le habrá dicho nada por su indiscreta actividad en las redes). Y aunque ni siquiera la gran Mirella Freni lograse en ese teatro un triunfo inconstable ante los aficionados más quisquillosos con la Elisabetta, todo parece indicar que si la inauguración se salda con un gran éxito, buena parte del mismo va a caer de su lado. Del suyo y del de su rival en escena (aunque tampoco en la vida real se lleven precisamente bien: se toleran y trabajan juntas sin problema, pero Putin las aparta), la mezzo Elina Garança, seguramente la gran princesa de Eboli de nuestro tiempo, como pudimos apreciar en su encarnación del personaje, en Nápoles.

Un cartel de temporada más que interesante

Pase lo que pase con este Don Carlo, lo seguro es que con esta temporada La Scala redobla su apuesta para volver a situarse como primer teatro de Europa, un puesto que le había arrebatado Múnich. El nuevo curso lírico que empieza allí la próxima semana ha disparado las peticiones de vuelos a Milán de los aficionados españoles. Ahí van solo cuatro perlas de su interesante cartel: inicio de una nueva tetralogía wagneriana con Christian Thielemann en el foso; El caballero de la Rosa con dirección musical de Kirill Petrenko; el regreso de la gran obra maestra de Rossini, Guillaume Tell, o Turandot, para conmemorar el año Puccini, esta vez en las voces de la Netrebko, Roberto Alagna y Rosa Feola.