La Escuela Superior de Música Reina Sofía, el centro de alto rendimiento de referencia internacional
Desde su fundación en 1991, de la institución presidida por la Reina Emérita han salido primeros nombres de la música, como Àlber Catalá, Arcadi Volodos, Emilio Yepes, Juan Pérez Floristán, Cuarteto Quiroga, Ismael Jordi o Aquiles Machado
La Reina Sofía da nombre y es presidenta de Honor del conservatorio privado de música más importante de España: la Escuela Superior de Música Reina Sofía. Un centro académico creado hace más de 30 años gracias al empeño personal de Paloma O'Shea, su presidenta fundadora.
Ubicado en la madrileña Plaza de Oriente, el edificio que alberga la escuela, de nueve plantas, cuenta con vistas privilegiadas del Palacio Real, la Catedral de la Almudena, parte de la Casa de Campo y el resto del horizonte madrileño. Pero lo mejor se encuentra de puertas adentro: una magnífica biblioteca con miles de recursos, de libros a grabaciones pasando por todo tipo de instrumentos, cedés, revistas o compendios sonoros, corona un lugar donde en cada esquina puedes encontrarte a algunos de los mejores músicos del mundo.
«La Escuela nació con un doble propósito: el de dotar a España de un centro de alta formación profesional dirigido a jóvenes músicos y el de desarrollar actividades para acercar la música clásica a la sociedad», explica Julia Sánchez, su directora general. Los antecedentes de la Escuela se encuentran en el Concurso Internacional de Piano de Santander, que Paloma O'Shea puso en marcha en 1972, y en las Clases Magistrales que organizó, a partir de 1981, en colaboración con la Universidad Internacional de Verano Menéndez Pelayo de esa misma ciudad.
Cuando se dieron cuenta de que ninguno de los finalistas se había formado en España, decidieron crear una escuela de la máxima calidad, con una perspectiva profunda y amplia de la música y con una vertiente social doble: además de destacar los valores asociados a la formación musical, la Escuela ofrece becas completas para los más de 170 alumnos que se matriculan cada año.
Conciertos gratuitos todos los días
«Tenemos una actividad artística y cultural muy intensa. Ofrecemos más de 300 conciertos al año, el 95 % de ellos gratuitos, tanto en nuestro Auditorio Sony como en otras salas de Madrid. Es parte de la formación del alumnado, que se enfrenta a las mismas condiciones a las que hará cara cuando acabe su formación y es evaluado por ello», continúa Sánchez.
«30 años después, muchos de nuestros alumnos tocan para las más grandes orquestas internacionales. Algo habremos hecho bien en España», comenta a menudo Paloma O'Shea, que destaca no sólo la calidad de los músicos, sino el ambiente humano y enriquecedor y la excelente relación profesor-alumno que permite una formación tan exclusiva,
Cuando se puso en marcha en 1991, la Escuela Superior de Música Reina Sofía rompió moldes y revolucionó la educación musical del momentos. Buscaron a los mejores profesores a lo largo y ancho del mundo y trabajaron en una educación personalizada, con un alto compromiso social con la inclusión y una apuesta constante por la mejora y la innovación. Así, los 170 alumnos que se forman cada año proceden de 40 nacionalidades distintas (al igual que el profesorado). «Creemos en la relación maestro-discípulo socrática», continúa la directora general en conversación con El Debate.
Creemos en la relación maestro-discípulo socráticaDirectora general de la Escuela Superior de Música Reina Sofía
Cada año se presentan entre 400 y 500 candidaturas para entre 30 y 35 plazas, por lo que la admisión es del 6 %. «Además de una formación exhaustiva, garantizamos una alta empleabilidad (del 99 %; el resto sigue formándose). Nuestros alumnos poseen una gran calidad interpretativa pero sobre todo son ciudadanos del mundo, embajadores de la música, que es una vía también para afrontar algunos de los retos más urgentes de la sociedad», remata Sánchez.
Grandes nombres de la música
Aunque ahora se encuentra en pleno centro, la Escuela abrió sus puertas en septiembre de 1991, en unos chalets de la localidad madrileña de Pozuelo de Alarcón, con cuatro profesores excepcionales: Dmitri Bashkirov, Zakhar Bron, Daniel Benyamini e Ivan Monighetti. En el reclutamiento de estos profesores, Paloma O'Shea contó con la ayuda de grandes músicos: Mstislav Rostropóvich, Zubin Mehta, Yehudi Menuhin y Alicia de Larrocha. Fue decisivo, igualmente, el apoyo de la Reina Doña Sofía, quien dio nombre a la Escuela, se convirtió en su presidenta de honor y sigue su evolución muy de cerca.
El quinto en incorporarse no fue un profesor de instrumento, sino de música de cámara –Piero Farulli, del Cuarteto Italiano– lo que da idea de la importancia que la música de conjunto ha tenido siempre en la Escuela. El contrabajista Ludwig Streicher completó la cuerda y Alfredo Kraus inauguró el canto. El viento llegó en tres oleadas y también con primeras figuras: primero, Hansjörg Schellenberger, oboe, y Radovan Vlatković, trompa; y poco después, el resto del viento-madera: Jacques Zoon, flauta; Michel Arrignon y Pascal Moraguès, clarinete, y Klaus Thunemann y Gustavo Núñez, fagot. Recientemente se ha añadido la trompeta, con Reinhold Friedrich.
A lo largo de los años, el claustro de profesores se fue enriqueciendo con otros grandes pedagogos: los cantantes Teresa Berganza, Tom Krause, Ryland Davies y Francisco Araiza; los violinistas José Luis García Asensio, Marco Rizzi y Ana Chumachenco, los violistas Gérard Caussé, Diemut Poppen y Nobuko Imai, los violonchelistas Natalia Shakhovskaya y Jens Peter Maintz, los contrabajistas Rainer Zepperitz y Duncan McTier y la pianista Galina Eguiazarova.
Destacan, una vez más, los grandes cameristas: Márta Gulyás, Rainer Schmidt (del Cuarteto Hagen), Walter Levin (del Cuarteto LaSalle), Heime Müller (del Cuarteto Artemis), Menahem Pressler (del Trío Beaux Arts) y Ralf Gothoni. Como culminación de este interés por la música de cámara, la Escuela puso en marcha en 2006 el Instituto Internacional de Música de Cámara de Madrid que, bajo la dirección del profesor Günter Pichler (del Cuarteto Alban Berg), ha convertido a España en un centro de referencia de la educación y la interpretación camerística.
En 2016, coincidiendo con su 25 aniversario, la Escuela comenzó a impartir el Título Superior de Música en el marco europeo de Bolonia, al que se sumaría dos años más tarde el Máster en Enseñanzas Artísticas de Interpretación Musical, a la vez que mantiene en toda vigencia el diploma privado que proporciona a los profesores la libertad e individualización académica que es seña de identidad de esta Escuela.
Escuela de financiación privada
Para un centro de financiación privada en un 90 %, los mecenas desempeñan un papel fundamental. En palabras de Julia Sánchez, «permiten que los alumnos desarrollen una vida artística al tiempo que ellos obtienen una herramienta de comunicación importante». «Así se logra que esta sea una escuela tan distinta, tan innovadora y tan valorada por estudiantes de todo el mundo», asevera.
En la actualidad, el 70 % de la financiación proviene de acuerdos con empresas privadas, un 20 % es financiación pública y el 10 % restante lo genera la propia Escuela. «Ha evolucionado la forma en la que nos relacionamos con las empresas. Ahora son partners, compañeros de viaje, por eso nuestro auditorio se llama Sony, nuestra orquesta Freixenet... Cocreamos los proyectos con las empresas», revela Sánchez, que afirma que entre sus próximos planes (y los de Paloma O'Shea) está el crear una escuela para niños, ya que en la ESMRS la media de la edad es de 22 años.