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El guitarrista Paco de Lucía

Diez años sin Paco de Lucía, el cantaor frustrado que se consoló en Camarón y triunfó en Wimbledon

El genio del flamenco falleció el 25 de febrero en México hace una década tras encontrarse mal mientras jugaba con sus hijos

Los diez años que hace (el próximo domingo) que se fue de este mundo son el mismo número que Paco de Lucía, quien fue Paco de Algeciras al principio, pasó al lado de Camarón de la Isla. Diez años y nueve discos juntos. Paco quería ser cantaor y Camarón quería ser guitarrista, y como los dones se les cruzaron, ellos dos se encontraron y entonces se cruzaron también para hacer historia del revés a cómo hubieran preferido.

Primer disco a los 17

La familia era de artistas, la de Paco y, si no fue tan prodigio como el de San Fernando, sí fue dirigido a que lo fuera de mayor como hizo después el padre del tenista André Agassi: todos sus hijos fueron tenistas como todos los hijos de Antonio Sánchez fueron artistas, pero solo uno fue estrella. El empuje y el interés paterno fueron el motor primero del aprendizaje que comenzó con la decisión de que a los 10 años dejara el colegio para dedicarse a las cuerdas.

Al principio siguió con sus dedos a sus hermanos, practicando la técnica que después sería arte. A los 15 años ya estaba en Madrid y dos años después grabó su primer disco en solitario. Algunos de los grandes del cante de la época, como Fosforito o El Lebrijano, quisieron que aquel casi niño les acompañara. El dominio prodigioso ya estaba, pero aún faltaba «la voz». Como cuando los cuentos de Truman Capote empezaron a no parecerse a los de Willa Cather, pronto el sonido de Paco empezó a no parecerse al del Niño Ricardo.

'El Principito'

La fabulosa guitarra de Paco de Lucía enseñó al mundo, más allá del mundo flamenco, quién era el genio y cuánto podía crecer con apenas 20 años. La cumbre que alcanzó casi de casualidad (como escalan los fantasiosos después del trabajo y el talento) con Entre dos aguas, la rumba (ese palo menor) que fue un tremendo éxito de ventas. En la rumba, para un monstruo de la técnica, halló curiosamente Paco de Lucía el reconocimiento del gran público, y en la rumba, superado el umbral de la atmósfera, se le fue el caletre hacia el espacio exterior, donde se encontró, como El Principito de Saint-Exúpery, proveniente de otro planeta.

Con una mano agarrado a la tradición y con la otra rascando, buscando

Apareció Camarón y el guitarrista se hizo cantaor y el cantaor guitarrista. Fundidos aguantaron 10 años y luego se separaron por cosas del parné y del arte. El de la Isla quería volar mucho más lejos que el de Algeciras y el viaje acabó. Estuvieron años sin hablarse, alejados, y se cuenta en el documental Flamenco y revolución ambos se encontraban en el mismo hotel en Madrid y Paco pasó por la puerta de la habitación de Camarón y le dijo: «Qué pasa, maricón?», y Camarón le dijo: «Maricón, tu», y entonces volvieron a ser amigos.

Paco de Lucía siempre dijo que se escondió detrás de una guitarra por timidez convirtiendo esta cualidad mayormente negativa en virtud suprema. Formó un grupo casi de jazz con sus dos hermanos, Pepe al cante y Ramón a la guitarra, un saxofonista, un bajo y un batería. El sueño del padre, Antonio, estaba hecho. Paco siempre estuvo en el flamenco puro, él era su dios, como nadie, pero realizó incursiones constantes fuera de él: «Con una mano agarrado a la tradición y con la otra rascando, buscando», dijo. También se lo llevó, al flamenco, fuera de los tablaos a los grandes escenarios, al Teatro Real y a Nueva York y por todo el mundo, como Agassi se llevó su tenis de fondo y de cemento a la yerba de Wimbledon.