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Los tocadiscos ofrecen una experiencia musical única que no está al alcance del formato digitalGTRES

Por qué los viejos vinilos son la mejor opción para escuchar música, aunque parezca que suenan mal

Muchos son los que se acercan al mundo de los vinilos y terminan decepcionados por desconocer los rudimentos básicos de este formato analógico

Hace unos años, a caballo de la moda vintage, volvieron con fuerza los discos de vinilo y tocadiscos.

Nuevas generaciones de hipsters inundaron barrios gentrificados de las grandes ciudades europeas, como Malasaña en Madrid, y se recuperaron modas culturales que se creían ya olvidadas y, en algunos casos, felizmente desterradas.

Regresaron los pantalones campana, las camisas de manga corta estampadas, el baile swing, las gafas de pasta, las pajaritas y las gorras estilo Peaky Blinders.

Y, como decimos, regresaron también los viejos tocadiscos con sus vinilos. Lo cierto es que la moda –que perdura hasta hoy– fue una oportunidad para recuperar este vetusto formato que parecía muerto y enterrado por los formatos digitales, como el CD –este ya también viejo– el mp3 o las plataformas como Spotify o Amazon Music.

Sin embargo, el gusto por el formato físico, la autenticidad de un modo de escuchar música que acerca al oyente una experiencia similar a la música en directo y la altísima calidad de sonido, permitieron a la música en vinilo regresar con fuerza.

¿Altísima calidad de sonido? Sí, porque un buen tocadiscos, con un buen amplificador con unos buenos altavoces estéreo ofrece una calidad de sonido muy alta.

Ofrece, además, una plasticidad de sonido y unos matices que no existen en el formato digital que, cierto es, gana en cuanto a eliminación de ruido de fondo.

Un ruido de fondo que para muchos melómanos no solo no es un problema, sino que incluso es una virtud. El vinilo proporciona esa granulación única generada por el roce de la aguja sobre los canales del disco de donde se arrancan las notas con una violencia arcaica. El sonido es excelente y ofrece además un sonido genuino.

¿Por qué entonces tantos usuarios de vinilos se quejan, y con razón, de que sus discos suenan mucho peor que la misma canción en, por ejemplo, Spotify? Parece contradictorio, pero tiene un motivo.

Como todo lo que de verdad vale la pena, disfrutar de la música en un tocadiscos de los de antes exige esfuerzo y educación. Hay que tener un mínimo de conocimientos de música y equipos de sonido apropiados, no siempre al alcance de todos los bolsillos.

El problema es que la inmensa mayoría de los usuarios simplemente se compra un tocadiscos barato con altavoces incorporados o, en el mejor de los casos, los conectan a los altavoces externos de su ordenador portátil con la expectativa de que suenen los Rolling Stones como si estuvieran en el Madison Square Garden, o la Orquesta Sinfónica de Viena como si estuvieran en el Wiener Konzerthaus.