¿Detestas el jazz? He aquí una guía rápida para empezar a amarlo
El jazz es un género musical que despierta pasiones, tanto de filia como de fobia. Para quien nadie se ha atrevido a acercarse a grandes mitos como Charlie Parker, Louis Armstrong o Miles Davis, presentamos aquí una fácil guía de iniciación
Para algunas personas parece que existe un sólido muro construido alrededor de determinados géneros musicales que los convierten en una realidad insondable. Un misterio difícil de descifrar y un mundo ajeno al que parece imposible acceder y que, por lo tanto, no vale la pena ni intentarlo.
Es lo que sucede con el jazz, un género musical que para muchos es demasiado elitista, demasiado culto y que, sin embargo, en sus orígenes no solo no fue así, sino que era la música popular de las clases más pobres y marginadas de los barrios más marginales de una ciudad tan underground como es Nueva Orleáns.
No cabe duda de que en un panorama musical en el que reina el reguetón, Taylor Swift y los subproductos musicales de usar y tirar, géneros otrora populares como el jazz, el blues o el rock n’roll más puro (yo no digamos la música clásica) han quedado apartados para la masa popular y recluidos en el reducto de la música culta o aburrida.
Qué decir que incluso un grupo como Led Zeppelin tendría escaso predicamento de haber nacido en un mundo como el de hoy.
Pero, volviendo al jazz, se trata de un género que, con la debida guía y con un mínimo de interés, resulta muy disfrutable, incluso apasionante. Tan apasionante hasta llevar al borde de la obsesión y la locura.
¿Odias el jazz? No te preocupes. He aquí una breve guía para neófitos que te permitirán comenzar a amarlo a través de algunos de sus estándar, es decir, aquellos temas de jazz que se han convertido en universales y que todos los intérpretes versionan.
El origen
Como queda dicho, el jazz se origina en Nueva Orleáns en un lento proceso que se extiende desde finales del siglo XIX y a lo largo del XX a partir de los ritmos afroamericanos, el blues y el ragtime.
Los pianistas Scott Joplin o Jelly Roll Morton son las dos figuras más destacables de este último género musical inmortalizado en la banda sonora de la película El golpe. Solace y The Entertainer de Scott Joplin son las partituras más populares de este género que Jelly Roll Morton se encargó de transformar en jazz.
La fórmula musical del jazz queda plenamente identificada en las primeras grabaciones jazzistas de 1917. Livery Stable Blues, de la Original Dixieland Jazz Band es la primera grabación de jazz conocida.
Pero es Louis Armstrong, ya en los años 20, el que da al jazz su forma definitiva, lo saca de los semisótanos de los barrios afroamericanos de Nueva Orleans y lo lanza al mundo como género musical universal.
En ese sentido Armstrong es, sin duda, la figura central del jazz. Sin él, no habría jazz, o habría quedado fosilizado en sus fórmulas originales como estilo musical folclórico de las riberas del Misisipi.
Por lo tanto, para empezar a disfrutar del jazz, nada como comenzar escuchando algo de Louis Armstrong. Proponemos en esta breve guía para neófitos Mood Indigo y On the Sunny Side of the Street. Son dos temas muy diferentes de dos períodos artísticos distintos pero que refleja bien su evolución e importancia.
De este primer período tenemos también al saxofonista Sidney Bechet. Aunque es de 1952 (y por lo tanto posterior a la primera etapa del jazz de Nueva Orleans), su Si tu vois ma mère, inmortalizado en la película de Woody Allen, Midnight in Paris, se escucha una y otra vez sin cansarse nunca.
También en esta etapa inicial del jazz en Nueva Orleans vale la pena escuchar al clarinetista y saxofonista Johnny Dodds y su Perdido Street Blues, junto con el trombonista Kid Ory. My Bucket’s got a hole in it, de Ory, es también una gran opción.
De Nueva Orleans, el jazz salta al resto de Estados Unidos, mutando, evolucionando, fusionándose y creando una serie de nuevos subgéneros convirtiendo el jazz en un género laberíntico de una riqueza milagrosa.
El jazz de Nueva York, de Chicago, de Kansas… El swing, las grandes orquestas de jazz, el estilo Harlem… El bebop, hardbop, cool jazz, el free jazz, el jazz fusión con ritmos cubanos, africanos, latinoamericanos, el jazz-flamenco (una rareza que merece un artículo aparte), el gypsy jazz francés o jazz manouche, el rock-jazz.
En definitiva, un laberinto en el que es fácil perderse, pero al que un neófito del jazz puede asomarse con cierta seguridad.
Como se trata de una guía para iniciarse, quizás lo mejor sea prescindir de un estricto orden cronológico y pasar a disfrutar de uno de los más grandes y originales jazzistas que, en colaboración habitual con Armstrong, llevó al jazz a sus más altas cotas.
Se trata del pianista Duke Ellington. ¿Hay ganas de disfrutar de la bendita locura de su música? No hay problema. Lo mejor es empezar con The Mooche. ¿Algo más auténtico? Take de A Train siempre es una elección óptima o, por qué no, Chloe.
Más sugerencias: What Harlem is to me, del gran saxofonista Coleman Hawkins. Blue Skies, del pianista Art Tatum. Alice in Wonderland, del también pianista Bill Evans. Viper’s Drag, de Fats Waller.
Para conocer las big band, o grandes orquestas, se puede empezar con Sing, Sing, Sing, de Benny Goodman, o Moonlight Serenade, Glenn Miller.
Son ya varias cartas con las que jugar al jazz sin perderse en una escalera de color. Pero, para dar el salto definitivo en el mundo del jazz, nada como atreverse con los grandes tótems.
La biografía del trompetista Chet Baker (conocido como el James Dean del jazz) también merece un artículo propio. Sus versiones de Summertime, Sweet Georgia Brown o All the things you are no tienen desperdicio. Una deliciosa locura.
A otra división pertenece el pianista Thelonious Monk. Monk’s Dream es un disco perfecto para introducirse en su discografía.
La lista es interminable, así que ha llegado el momento de citar a los tres jazzistas más grandes de todos los tiempos: el saxofonista Charlie Parker, el también saxofonista John Coltrane y el trompetista Miles Davis.
Aquí no queda más remedio que pedir al neófito del jazz un esfuerzo. De Charlie Parker nada como Ornithology para explorar toda la potencia del bebop, pero para disfrutar de verdad de Parker, la elección idónea será Parker’s Mood.
Para captar toda la profundidad y contundencia de Coltrane es imprescindible Blue Train o, para ser testigos de sancta sanctorum del free jazz, Meditations.
Y dejamos para el final al que está considerado el último gran jazzista (después de él, ningún músico de jazz ha logrado superarlo), un rockero del jazz y todo un símbolo pop en la cultura americana de la posguerra: el gran Miles Davis.
Su disco Kind of Blue ha obtenido la unanimidad como el mejor disco de jazz de la historia, además de ser el más vendido. Es difícil elegir una pista de ese disco para disfrutar de los rincones de sus matices melódicos, armónicos y musicalidad en la que se percibe la transición de la suavidad a la rugosidad del sonido de trompeta arrancada del uso magistral de la sordina de acero. ¿Blue in Green? ¿So What? Lo mejor será escuchar el disco entero y dejarse llevar por una experiencia musical única e irrepetible.
Para cerrar esta extensa breve guía para neófitos del jazz, un par de preferencias personales que ayudarán a engancharse al jazz al que, hasta ahora, lo ha odiado con inquina.
Se trata de Choko mo feel no hey, de la Preservation Hall Jazz Band, todo un goce que invita a bailar de forma irrefrenable; y Out of Nowhere, del guitarrista manouche, Django Reinhardt.
Ahora, una vez expuestos los primeros pasos a dar para introducirse en el mundo del jazz, una última propuesta: un buen vino, una buena butaca, un vinilo y a disfrutar del jazz. Y quien dice un vinilo, dice Youtube, porque cualquier plataforma es buena para dejarse llevar por los viejos ritmos de Nueva Orleáns.