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Los chichos en los inicios de su carrera

Los chichos en los inicios de su carrera

Los Chichos, la rumba y lo quinqui que se codeó con La Movida, dicen adiós este viernes a lo grande en Madrid

El trío (que sigue siéndolo a pesar de la muerte de Jero, a quien sustituyó uno de los hijos de los supervivientes), que copó las radios en los 70 y los 80 actúa esta noche en el Wizink Center de la capital

Han pasado más de 50 años desde que Jero, Julio y Emilio decidieron llamarse Los Chichos y triunfaron en un local de Vigo que les devolvió a Madrid con un plan: tenían que hacerse famosos y lo consiguieron. Medio siglo después son míticos. Todo el mundo sabe quienes son Los Chichos (aunque quizá alguno los confunda con Los Chunguitos) o todo el mundo ha oído ese nombre.

Los Chichos remiten a pantalones campana, trajes de baile de fin de curso estadounidenses, chorreras y botines lustrosos como sus cabelleras. Hay algo en el «chichoísmo» que aparte de remitir a una época concreta, a su época, a lo quinqui, al cine quinqui de Eloy de la Iglesia, a las casetes, a las gasolineras, a las salas de fiestas y a los chiringuitos, parece que incitase a dar unos pasitos rumberos y a esbozar una sonrisa.

En el imaginario español

No es una historia feliz la de Los Chichos, pero su música sí lo es. Ha perdurado si no en las radios como antaño, si en el imaginario colectivo español. Los Chichos son cultura popular, un símbolo que en su día hasta se llegó a asimilar a la vanguardia de La Movida. Como muchos de aquellos artistas pasaron de los locales a las discográficas. Quiero ser libre, su primer sencillo, les puso en todas las radios de los coches.

Lo gitano trasciende con ellos y la rumba amplía su espectro. Fueron más famosos que nadie. El cine asoció la realidad con su música para siempre, los coches, las calles, los atuendos, los peinados: Los Chichos se habían tatuado en el español corriente para los restos. A principios de los 80 ya fueron mucho más. Llegaron a la cumbre con los músicos más prestigiosos peleándose por grabar con ellos, hasta que Jero (o El Jeros, quien se suicidó en 1995 lanzándose desde un segundo piso) decidió abandonar el grupo e iniciar una carrera en solitario que no llegó muy lejos.

Un final en diferido

Ese fue el final en diferido desde 1989, porque le han sucedido distintas recopilaciones que han mantenido su impronta en un candelero secreto, pero real. Muchos álbumes, una historia sembrada durante dos décadas características y 30 años de cosecha que se acaban este viernes, en vivo, se supone que para seguir, como siempre, poniendo a todo el mundo a bailar y a dar palmas, y a reír, incluso aunque no quiera.

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