El Siglo de Oro vuelve a Madrid con una representación clásica del Alcalde de Zalamea
Los Teatros del Canal acogen una propuesta de la obra de Calderón de la Barca sin estridencias ni innovaciones ideológicas
Vuelve el Siglo de Oro a los Teatros del Canal de la mano de Calderón de la Barca y el Alcalde de Zalamea.
A partir del 19 de septiembre, el público será testigo de la justicia impartida por Pedro Crespo contra el capitán de los Tercios don Álvaro, culpable de la violación de la hija del alcalde de Zalamea, en una cuidada representación dirigida por el dramaturgo José Luis Alonso de Santos y protagonizada por Arturo Querejeta.
Investigación de la Universidad CEU San Pablo
Aparecen restos de la iglesia-ayuntamiento más antigua de Madrid y sepulcro de Calderón de la Barca (y están en venta)
La propuesta de la mano del veterano autor y director de teatro, residente en los Teatros del Canal, trata de respetar el clásico de Calderón sin estridencias ni innovaciones postmodernas o ideológicas que desvirtúen el texto original de esta obra cumbre del teatro clásico español.
En ese sentido, el Alcalde de Zalamea que se podrá disfrutar en la Sala Verde de los Teatros del Canal tratará de acercar al público de hoy la obra lo más aproximada posible a como la planteó Calderón en el siglo XVII.
La versión de Alonso de Santos ya cosechó un enorme éxito de crítica y público el pasado mes de junio en el Festival Iberoamericano del Siglo de Oro-Clásicos, en Alcalá de Henares.
El Alcalde de Zalamea es una de las obras más representativas del barroco español. Su argumento refleja los vaivenes políticos de la época, pero, sobre todo, el gran tema es el honor y su importancia como reflejo de la dignidad de cualquier cristiano, incluido un villano frente a un oficial de los Tercios del Rey.
Durante el paso de los Tercios de Flandes por la localidad de Zalamea, el capitán don Álvaro recibe alojamiento en casa del villano y campesino potentado Pedro Crespo.
Crespo, conocedor de la ligereza con que las clases pudientes trataban a los villanos, esconde a su hija Isabel, famosa por su belleza y virtud, para evitar que el capitán trate de ofenderla.
Don Álvaro, sin embargo, descubre a la hija del villano, la rapta y la deshonra. Don Álvaro, conocedor de su condición de inferioridad frente al oficial, trata de reconducir la situación y ofrece a don Álvaro en matrimonio a su hija y una poderosa dote.
Don Álvaro la desdeña y se ríe del villano. Humillado, deshonrado y furioso, Pedro Crespo ve cómo la perdición llega a su casa por la maldad de un poderoso protegido por el sistema imperante que consagraba las desigualdades sociales.
Sin embargo, un golpe del destino provoca un vuelco de los acontecimientos: Pedro Crespo es nombrado alcalde, con la capacidad de impartir justicia.
Sin dudarlo, somete a juicio a don Álvaro, lo halla culpable y lo ejecuta con el método con el que se daba muerte a los más viles de los villanos: el garrote.
La cuestión llega entonces a oídos del Rey Felipe II debido a que el alcalde se habría extralimitado en sus funciones, pues su jurisdicción no alcanzaba a los oficiales de los Tercios. El monarca, sin embargo, reconoce el acto de justicia y lo ratifica.