Investigación de la Universidad CEU San Pablo
Aparecen restos de la iglesia-ayuntamiento más antigua de Madrid y sepulcro de Calderón de la Barca (y están en venta)
Una parte de los restos permanecen en su enterramiento original en la cripta de lo que fue la iglesia de El Salvador
Nuestra investigación histórico-arqueológica y con georradar sobre los restos de Calderón de la Barca por parte de la Universidad CEU San Pablo concluyó que los huesos del inmortal escritor no estaban entre las paredes de la iglesia de los Dolores de Madrid, tal y como apuntaba el testimonio de un sacerdote que fue participante en la inhumación allí de Calderón en 1902.
Este sacerdote señaló justo antes de morir que los restos no se perdieron con el incendio y saqueo de la iglesia en 1936, puesto que se inhumaron previamente en una pared y no en el sarcófago de mármol que sí desapareció con el saqueo miliciano. Pero el sacerdote murió sin revelar el supuesto lugar.
La conclusión de la investigación del CEU no obsta para que pudieran haberse inhumado, o reubicado, en algún otro lugar del amplio complejo de la iglesia de los Dolores, ya que se ha ceñido a las paredes del templo, si bien es cierto que luego se ha extendido la prospección a otros posibles lugares en sótanos y recovecos del edificio. Pero se trata de un complejo que ya tenía unido en su momento un hospital y residencia sacerdotal de grandes proporciones, por lo que la investigación se limitó a verificar el antedicho testimonio, recogido en un libro de 1962 por el Capellán Mayor de la Congregación de San Pedro –la titular del edificio y de los restos de Calderón–.
Una investigación sobre todo el complejo escapaba a las posibilidades económicas y humanas del equipo investigador, y además no tenía soporte científico que lo justificara. En cualquier caso, despejar esta hipótesis era un deber científico y moral que estamos orgullosos de haber realizado.
La iglesia de San Salvador
Sin embargo, otro fruto más positivo de la investigación ha sido el de dar a conocer que la otra parte de los restos de Calderón siempre se mantuvieron en su sepulcro originario. Recordemos que el escritor fue enterrado por voluntad propia en la iglesia de San Salvador –situada frente a la Plaza de la Villa– un 25 de mayo de 1681. Pero cuando el Ayuntamiento de Madrid, en el contexto de las desamortizaciones –tan funestas para nuestro patrimonio–, decretó la demolición de la iglesia del Salvador, los restos de Calderón fueron previamente exhumados, un 12 de junio de 1840.
Investigación de la Universidad CEU San Pablo
Parte de los restos de Calderón de la Barca se encuentran en su enterramiento original
No obstante, según el acta notarial de exhumación, el propio ataúd y los restos estaban «muy carcomidos e incompletos», como efecto de la fuerte humedad de la tierra bajo la cripta, por lo que solamente pudieron recogerse aquellos fragmentos más íntegros, que fueron depositados en un arca de pino. Luego se trasladaron a una pequeña urna trapezoidal de caoba y bronce bellamente decorada con motivos alegóricos a las artes y las letras, y con un cristalito central que permitía visualizar esos fragmentos.
Aquí es donde comienza el periplo de seis traslados de esta parte los restos calderonianos: Sacramental de San Nicolás, Basílica de San Francisco del Grande, etc., hasta acabar en la iglesia de los Dolores. Los propios testimonios visuales del último traslado (1902) hablan de la «pequeña urna» en la que «[…] al través de un cristal se ve un pedazo de cráneo…» y «un pequeño montón de huesos» (El Globo, 1902).
Pero entonces, ¿qué pasó con la otra parte –mayoritaria– de los restos de Calderón? Pues que quedaron diseminados en el lugar de su primer sepulcro, como ya insinúa el escritor José F. Bremón, en 1881. De hecho, los participantes en la exhumación depositaron allí una «redoma de vidrio» con una memoria firmada «para que justifique en todo tiempo el punto de la sepultura…» y volvieron a cerrar la excavación. Es decir, depositaron una especie de cápsula del tiempo, junto a los pequeños fragmentos óseos que no pudieron recoger por su deterioro.
La iglesia del Salvador fue derribada en 1842 y en su lugar se construyó cuatro años después el edificio de viviendas que hoy se alza sobre el número 70 de la calle Mayor. Aquí entra nuevamente nuestra investigación, fruto de la cual colocamos, en colaboración con el Ayuntamiento, una placa donde indicamos tanto la permanencia allí de una parte de los restos de Calderón, como la ubicación original de la histórica iglesia/ayuntamiento del Salvador. La placa, con bajorrelieve artístico de Calderón, fue inaugurada por el Alcalde de Madrid y el presidente de nuestra Universidad el pasado 29 de junio de 2023, según recogió El Debate.
Hay que tener en cuenta que la iglesia del Salvador fue una de las diez iglesias más antiguas de Madrid, existiendo constancia fehaciente de su existencia desde al menos 1202, por el Fuero de Madrid, pero teniendo seguramente mucha mayor antigüedad. Esta iglesia tiene la particularidad de que fue asimismo la sede del primer Ayuntamiento de Madrid (así como del Archivo de la Villa) durante más de tres siglos, e incluso albergó unas Cortes de Castilla (1391).
Según hemos podido averiguar, parte de los bajos de esta histórica iglesia, donde quedaron parte de los restos de Calderón junto a la «cápsula del tiempo», permanecen en los bajos y semisótano del edificio de la calle Mayor, número 70, hoy en venta, pues la cripta estaba a casi 4 metros y la construcción del edificio respetó ciertas estructuras previas, en cuyo caso necesariamente pertenecen a la iglesia del Salvador.
Ciertamente, hay zonas comunes del edificio que aún muestran vestigios de la antigua iglesia, pues según el arqueólogo colaborador del proyecto Óscar López Jiménez, arqueólogo jefe de Patrimonio Cultural en INECO y Ministerio de Transportes, ciertas fábricas en estructuras como escaleras o paredes de sus zonas más bajas son claramente anteriores a la construcción del edificio en 1846. Por otro lado, nuestro experto en georradar Luis Avial, quien colaboró en la búsqueda de Cervantes, ha encontrado estructuras de la iglesia al buscar en los alrededores del edificio. No podemos revelar otras investigaciones que hemos hecho en el interior del local semisótano por compromiso expreso para con los propietarios.
La planta semisótano de casi todo el edificio está a la venta por un precio poco trascendente, por lo que hemos intentado (infructuosamente) que distintas entidades públicas y privadas adquiriesen el local para salvaguardar los restos de la histórica iglesia y de Calderón. El primer obligado a ello entendíamos que era el Ayuntamiento de Madrid y, por parte del Concejal del distrito Centro, el Consistorio manifestó, antes del verano, gran interés por nuestro proyecto de recuperación arqueológica y musealización del Madrid del Siglo de Oro. Pero parece que, aunque continúan estudiando la propuesta desde Alcaldía, la falta de aprobación presupuestaria les impide dar el paso. Distintas entidades privadas tampoco han podido comprar el espacio, como entidades universitarias, inmobiliarias, o la empresa Puy du Fou.
Solamente nos queda hacer un llamamiento público para que alguna entidad pública o privada dé el honroso paso de adquirir y salvaguardar este sagrado espacio de la historia política y religioso-cultural de Madrid y de los españoles, antes de que se vea convertido en un restaurante de comida rápida norteamericana, o similar. La adquisición sería una excelente inversión que solamente requeriría de una intervención arqueológica -sin coste- por parte de nuestro equipo y una posible musealización funcional de subsuelos y paredes, lo cual embellecería y revalorizaría el espacio adquirido.
No obstante, este llamamiento se hace más bien por responsabilidad, pero sin apenas esperanzas de respuesta efectiva por parte de las autoridades afectadas –Ayuntamiento, Comunidad o Ministerio–, ni de un tejido empresarial poco acostumbrado en España al mecenazgo cultural. De hecho, si pasan por la calle Mayor 70 en unos meses seguramente podrán ver allí, o bien un polvoriento almacén, o bien a unos jóvenes devorando una hamburguesa mientras ignoran que se encuentran sobre unos de los restos arqueológicos y literarios con más sabor del Madrid histórico y eterno.