Madrid
La claustrofóbica casa de Calderón de la Barca en Madrid de tan solo 4 metros de ancho
La que un día fue la vivienda del autor de La vida es sueño está en el número 61 de la Calle Mayor de Madrid y es una de las más estrechas de la capital
Calderón de la Barca es uno de los hijos más grandes que ha parido la ciudad de Madrid. El autor de La vida es sueño nació en el año 1600 y desarrolló su carrera dentro las letras y la vida religiosa en la capital española, donde creció y vivió hasta su muerte con 81 años. La que un día fue su vivienda se encuentra en la Calle Mayor número 61 y es considerada una de las más estrechas de Madrid con tan solo 4,36 metros de ancho.
La casa del capellán
Calderón de la Barca vivió en esta casa desde 1663 hasta 1681, años durante los que fue capellán de honor del rey Felipe IV. Para la época se trataba de un emplazamiento envidiable, pues era la vía principal de la ciudad, pero al mismo tiempo el suelo era un bien escaso debido a la especulación inmobiliaria durante el siglo XVII por lo que la casa era de muy reducidas dimensiones.
La casa se encuentra hoy en el primer piso del edificio –que en origen solo contaba con dos– y era la que antes se denominaba la vivienda principal. Tenía espacio, a lo sumo, para dos habitaciones, y asomaba al exterior su balcón que daba a la entonces Calle Platerías, llamada así porque abundaban este tipo de comercios. La «casa estrecha» había sido construida por el arquitecto Manuel del Olmo, y pasó a ser de Calderón debido a que su abuela materna, Inés de Riaño, había fundado el patronato de la iglesia del Salvador y había pedido como última voluntad que alguno de sus descendientes estuviera al frente de la capellanía y tuviera derecho a disfrutar de esta vivienda. Esta tarea de capellán la terminó asumiendo Calderón, que se había ordenado sacerdote en 1651, un año después de haberse hecho miembro de los terciarios de San Francisco.
La modestia de un genio
Entre las cuatro paredes de la claustrofóbica casa Calderón llevó una existencia tranquila y puso palabras a muchos de sus pensamientos.
Sin embargo, en 1859, tiempo después de que muriera Calderón, el Ayuntamiento de Madrid aprobó la demolición del bloque de viviendas debido al estado de deterioro en el que se encontraba. El fatal destino de la vivienda cambió gracias a la intervención de Ramón Mesonero Romanos – escritor, periodista y cronista de la Villa – que consiguió salvarla. Hoy se está pensando reconvertirla en un museo.
Los métodos de Mesonero Romanos para lograr su objetivo fueron algo excéntricos: se interpuso frente a la brigada de demolición garrote en mano y no les permitió ejecutar la demolición. Además, para terminar de asegurarse, no se movió del lugar en toda la noche y a la mañana siguiente envió una solicitud para que no se llevara a cabo el derribo. Las autoridades escucharon su demanda y gracias a él este edificio histórico sigue hoy en pie. En parte puede ser que se atendiera su petición por temor a que el escritor y miembro de la Real Academia hiciera otra de las suyas, pues ya había intentado salvar, aunque sin éxito, la casa de Miguel de Cervantes.
No puede prescindirse de un sentimiento profundo de admiración y respeto hacia tanta modestia en aquel genio inmortalCronista de la Villa de Madrid (1803-1882)
La admiración del cronista por Calderón quedó plasmada en uno de sus escritos cuando declaraba que «no puede prescindirse de un sentimiento profundo de admiración y de respeto hacia tanta modestia en aquel genio inmortal, que desde tan humilde morada lanzaba los rayos de su inteligencia sobre el mundo civilizado.»