Vuelta a España: 4ª etapa
Roglic inicia en Laguardia la conquista de su cuarta Vuelta a España
El esloveno, ganador de las tres ediciones anteriores, atacó en los últimos metros y se llevó de forma cómoda la etapa, comenzando así el camino para conquistar nuevamente la prueba
Primoz Roglic (Jumbo Visma), rey de la Vuelta con tres títulos consecutivos en los tres últimos años, ha presentado este lunes las credenciales para seguir la racha dorada con un triunfo contundente en la cuarta etapa disputada entre Vitoria y Laguardia, ciudad en la que el esloveno se enfundó el maillot rojo, su prenda favorita.
A las primeras de cambio, en una tierra que le inspira, pues ha ganado 2 Itzulias (Vueltas al País Basco), Roglic ha dado el golpe de mano para ganar su décima etapa en la Vuelta, enfundarse la 37ª camiseta roja en la ronda y dejar claro que está en forma, recuperado de su lesión del Tour y dispuesto a conquistar Madrid por cuarto año consecutivo. Roglic sigue vigente, ha vuelto.
Roglic entró a la refriega en un final disputado. Previamente coronó y bonificó 3 segundos en el Puerto de Herrera y al final sacó su demoledor remate. Superó a todos sus rivales con un cambio de ritmo brutal cerca de meta, que atravesó como ganador con un tiempo de 3h.31.05, a una media de 43,3 km/hora. El latigazo apartó de su sombra a todos sus enemigos. Sin destrozos, pero el aviso fue serio. Superó, con el mismo tiempo, pero bonificando 10 segundos, a Pedersen y Enric Mas, el español sorprendiendo con una actuación para la esperanza. Entraron en el lote Evenepoel y Hindley. A 7 segundos Simon Yates, Carlos Rodríguez, Carapaz, Landa y Supermán López.
El Jumbo siguió en la cumbre del podio. Ya con el jefe. Roglic ya está al mando de la Vuelta, con autoridad y firmeza. Le siguen Kuss a 13 segundos y Hayter a 26. Evenepoel se aleja a 27, Carapaz y Carlos Rodríguez a 33. Enric Mas y Ayuso superan los 50 segundos y Landa y Valverde situados en el minuto.
La Vuelta se anima en el País Vasco
La Vuelta, ya en su territorio natural tras la aventura neerlandesa, salió de Vitoria, verde y luminosa, con el pelotón bajo un agresivo sol junto a la elevación de Mendizabala, conocida como «Monte de la tortilla», lugar de fiesta y esparcimiento para los vitorianos. Primera etapa con alicientes, dos puertos y final en cuesta para rematadores. Inicio fuerte, sin tregua, de donde nació la primera escapada con 6 hombres: Lutsenko, el más peligroso de la general, a 46 segundos del líder, Shaw, De Marchi, Drizners, Ander Okamika (Burgos-BH) y Joan Bou (Euskaltel-Euskadi).
Fuga sin futuro por el control del Jumbo-Visma, que no permitió que los rebeldes pasaran de los 3 minutos. Con 53 km a meta la avanzadilla fue perdiendo unidades hasta que fue devorada a 35 de meta por un grupo que marchaba estirado y a una velocidad que provocó cortes. Los hombres de Roglic se movieron en el Puerto de Herrera, último obstáculo a 15 de meta.
Roglic avisa en el Puerto de Herrera
La subida de tercera categoría, con 7,3 km al 4,8 por ciento, tumbó de inicio a Affini, que se despidió de la roja, seleccionó un grupo de 50 corredores y castigó a Ayuso. El primer latigazo lo dirigió primero el Trek y luego Roglic en primera persona escoltado por 2 guardaespaldas, Harper y Sepp Kuss. La cercanía de la cima espoleó a los «gallos» por la bonificación. Un premio extra exiguo de 3,2 y 1 segundos, repartidos entre el triple ganador de la Vuelta y el doble campeón mundial, Julian Alaphilippe.
Detalle de Roglic, atento, luchador, en su sitio, marcando su territorio, recordando que su estado de forma en bueno. La aceleración de los grandes se prolongó hasta la zona llana previa a la subida a Laguardia, la capital de la Rioja Alavesa que avisa a su entrada de que se trata de «uno de los pueblos más bonitos de España».
Roglic remata en Laguardia
El parón en el llano alivió las penas de muchos corredores que habían perdido el tren principal. Tocaba surcar las llanuras del valle de los viñedos, de las bodegas del vino santo y seña de la comarca, cuyas estrechas carreteras ya iban a conducir al pelotón al pie de la localidad a orillas del Ebro. Una última subida al centro de Laguardia, donde los rematadores estaban citados. Movistar movía sus fichas por si Valverde encontraba fuerzas para volver por sus fueros. Atacó el colombiano Chaves antes del último kilómetro, pero los hombres de Roglic tapaban las goteras como podían.
El Trek de Juanpe López quería pescar a río revuelto, lo intentó Evenepoel, remolcado por Alaphilippe, pero ni uno ni otro pudo colocarse en posición de remate. Ante la indefinición surgió la figura de un tal Primoz Roglic, cambiando de ritmo a unos 200 metros de la línea. Se puso al frente, mantuvo el hachazo y cruzó la meta. Otra exhibición del rey de la Vuelta, campeón olímpico de crono, de la Lieja, con 10 etapas en España, 3 en el Tour y otras tantas en el Giro. Un aviso. Roglic no estaba muerto, estaba de parranda. En Laguardia, sin necesidad de beber vino, se pegó la primera fiesta. Roja como el vino, la casaca de líder se le ajusta de maravilla.