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Álvaro del Amo

Álvaro del Amo, en una imagen de archivo

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El paralímpico español con dos bronces que vende cupones de la ONCE en Chamartín

El lanzador Álvaro del Amo ha subido dos veces al pódium en París y a su regreso a Madrid le espera su puesto de cupones del sorteo de la ONCE

Tan solo ve luces y sombras. Una importante enfermedad degenerativa ocular detectada cuando solo tenía 8 años, ha impedido que Álvaro del Amo, uno de los grandes triunfadores españoles de los Juegos Paralímpicos, pueda ver todo aquello que asombra en esta ciudad. Desde la Torre Eiffel con los cinco aros de colores a ese pebetero que asciendo al cielo cuando se pone el sol y que se ha convertido en la gran atracción parisina de este verano. Pero nada ha impedido que su talento brille en la ciudad de la luz.

En uno de esos raros casos de amateurismo que sigue habiendo en el deporte de alta competición, Álvaro del Amo compagina su vida de deportista del máximo nivel con su trabajo como vendedor de cupones de la ONCE. Lo hace en Madrid, en su ciudad natal, en un quiosco situado entre la estación de Chamartín y la Plaza de Castilla, donde tal vez algún día de las próximas semanas lleve las dos medallas paralímpicas cosechadas en estos Juegos para enseñarlas a sus clientes habituales. Unos clientes que están acostumbrados a sus éxitos.

Del Amo, de 34 años, aunque no empezó a competir demasiado joven, ha registrado una extraordinaria evolución. Y París parece que le trae suerte. Fue aquí donde el pasado año cosechó dos medallas de bronce en el mundial de atletismo, en lanzamiento de peso y en lanzamiento de martillo. Esta semana ha subido dos veces al podio en el impresionante Estadio de Francia. Tres días después de su bronce en lanzamiento de peso, ayer sumó un segundo, esta vez en lanzamiento de disco en la clase F11 (personas con ceguera o muy acusada discapacidad visual). Batió además su mejor marca personal, con un lanzamiento de 39,60 metros.

El deportista madrileño cubre sus ojos cuando compite, como es preceptivo en la clase F11, con una máscara, en la que en su caso puede leerse The Gras Team. Es una forma de reconocer a su asistente y entrenador, Jorge Gras, con el que forma extraordinario tándem. En algunas pruebas atléticas, especialmente para los atletas invidentes, es fundamental el asistente, figura que desempeña su entrenador Jorge Gras, con el que ha conseguido un extraordinario tándem.

Álvaro del Amo

Álvaro del Amo, junto a Jorge Gras, su asistente

En 2019 empezó a trabajar con él en Majadahonda, después de reencontrarse con el atletismo, que ya había trabajado de niño antes de perder la visión, gracias a Alfonso Fidalgo, una leyenda con cinco oros y una plata en tres Juegos Paralímpicos, invidente y también trabajador de la ONCE, que le invitó a entrenar con ellos. Una invitación que cambiaría su vida y que le ha traído a París.

A ellos les ha dedicado sus triunfos, así como a su familia, amigos y entidades que le apoyan. También a su hija de 16 años que ya hace pinitos con el lanzamiento de martillo y a la que el año pasado llevó a Eurodisney, cumpliendo la promesa de que si sacaba al menos una media de 7, como así fue. «Es ella la que tira de mí muchas veces, cuando me cuesta ir a entrenar», reconoció el atleta. Otro buen tándem.

Del Amo deja el bastón y coge el disco sin darle demasiada importancia a su condición de ganador paralímpico. Para preparar la cita parisina se trasladó este verano a Vila Nova de Cerveira, en el Norte de Portugal, y ha pasado muchas horas en la jaula del disco de este centro de competición pegada al Miño. Estas vistas y estos baños en las aguas dulces y frescas del río parece que le han sentado bien, a juzgar por los excelentes resultados obtenidos.

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