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Los jugadores del Madrid celebran un gol en Alcoy

Los jugadores del Madrid celebran el tercer gol en AlcoyEFE

Alcoyano 1-3 Real Madrid

El Madrid reúne más moral que el Alcoyano

Un relato parecido al de la eliminación del año pasado se narró durante buena parte del partido que al final desmadejaron Asensio e Isco en el último tramo

Como en el Linarejos hacía unos minutos, la lucha en El Collao, esas calles oscuras como sombras de Whitechapel, se debatía en los espacios. Un Madrid azul, viejoven, sufría en los primeros minutos con los acercamientos del Alcoyano, cómodo en sus dominios de barrio, casi de salón de casa ventilado. Lo intentaba el Madrid correteando de un lado y a otro hasta que de pronto el campo se hacía de futbito por sí mismo. No por sí mismo del campo sino del Madrid, que después de abrirse se empeñaba en amontonarse en el momento menos oportuno. 

Uno hubiera querido que el amontonamiento fuera al revés, atrás, y la apertura en la punta para poder respirar, que casi no se podía. El Collao parece un recinto indoor, frío e indoor, o sea: una trampa donde uno al menos cree que va a estar calentito, pero no es cierto. Iban al cuerpo los locales a la mínima soltura, como los boxeadores que flaquean y no pueden parar al contrario. El abrazo como salvación, aunque se jugaba más en el área madridista que en ninguna otra parte. 

Un área que parecía pequeñísima y que confinaba a Lunin como a un náufrago en una de esas islas de los chistes con apenas un pedazo de tierra y una palmera de adorno. Apuraba el Madrid los bordes que no parecían suficientes. Cada vez que un jugador madridista retenía la pelota más de dos segundos sin saber a donde enviarla se caía un pétalo de una flor. Por el Collao empezaba a parecer que acababa de pasar el Príncipe de Zamunda, pero era el Alcoyano, que robaba en los tres cuartos y en los dos y hasta en el primero

Los puños de Lunin

Camavinga parecía el único sostén del mejor equipo de la historia encerrado en un cuarto oscuro, en la carroza del destripador que enseñaba el brillante y sorprendente contenido de su maletín. El pie de Camavinga y los puños de Lunin. Eso era todo. Por un momento me pareció ver a Mariano Amundsen en su lejanía polar, hasta que de pronto, en el cuarenta el Madrid focalizó la jugada a balón parado, como había dicho Ancelotti la víspera, y marcó Militao de cabeza, tras el córner, para hacerse un poco de día, a pesar de los recuerdos, en el East End alcoyano.

Había encontrado el Madrid la llave de una tranquilidad falsa en Copa, cuando Dani Vega recortaba a Casemiro para empatar. Preparaba Ancelotti los cambios cuando en una estirada Asensio marcó de rebote. Era el setenta y pico y el Madrid ganaba. Salieron Isco y Kroos y marcó el malagueño el uno a tres en otra subida con carambola arrollado por José Juan. Una subida de las que ya no encuentran tanta resistencia por un desgaste que el Madrid resistió con preparación y mentalidad copera a pesar de los elementos contrarios.

Ficha técnica:

Alcoyano 1: José Juan; Lillo, Blanco (Gonzáles Valls, m. 60), Férriz, Carbonell (Revert, m. 80); Casanova, Miranda (Imanol, m. 60), Gaspar, Vega (García Guillén, m. 80), Escudero (Cerdá, m. 60), El Ghezouani.

Real Madrid 3: Lunin; Nacho, Alaba (Vallejo, m.86), Militao, Marcelo; Casemiro, Camavinga (Isco, m. 78), Valverde; Rodrygo (Ceballos, m. 86), Hazard (Kroos, m. 78), Mariano (Asensio, m. 48).

Goles: 0-1: Militao (m. 39). 1-1: Vega (m. 66). 1-2: Asensio (m. 76). 1-3: Isco (m. 78)
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