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Vinicius se señaló el escudo del Real Madrid al marcar en la final del Mundial de ClubesAFP

La gran diferencia de Vinicius fuera y dentro de España: un Balón de Oro y sin provocaciones

Nadie tuvo dudas en el Mundial de Clubes. Vinicius había sido el mejor jugador del torneo y era merecedor del Balón de Oro de esta competición, el primer gran trofeo individual que gana el jugador brasileño del Real Madrid. No hay que confundirlo con el Balón de Oro –que lo tiene también el Real Madrid en manos de Benzema– pero sí supone el reconocimiento de un futbolista que crece mucho y que además cada vez tiene más cartel mediático.

Vinicius fuera de España es feliz. Vinicius fuera de LaLiga es un jugador alegre que no tiene que estar pendiente de las provocaciones de jugadores que en nuestro país buscan el momento de enfrentarse al Real Madrid para hacerse famosos. Vinicius cuando sale al exterior –ya sea el Mundial de Clubes, la Champions, con su selección– disfruta más porque no tiene una persecución a su alrededor.

No es solo lo que pasa en el terreno de juego. Fuera del campo Vinicius es un futbolista muy reconocido, una figura ya mundial. Mientras en muchos campos de España se le grita «mono» y se le insulta de forma racista fuera de nuestro país tiene pancartas a su favor, cánticos de admiración y niños esperando su camiseta. Y si tiene críticas, como es lógico en el fútbol, son los tradicionales gritos que se hacen para presionar al futbolista rival y que no pasa de la línea del respeto. En España se le persigue cada minuto, se le insulta por todos lados y se le examina hasta el más mínimo movimiento.

Si en LaLiga que un futbolista baile molesta (si es del Real Madrid, habría que especificar) fuera del torneo español sí le piden que baile y disfrute del fútbol. «¡Baila Vini!», rezaba una pancarta en Rabat de un niño que le pedía eso, que siguiera viviendo el fútbol de esa forma tan animada que tienen los brasileños y que no hace daño a nadie. Hay que recordar que Vinicius apenas ha tenido problemas ni con Brasil ni en partidos de Champions del Real Madrid. Casualmente solo lo tiene en partidos de España y normalmente ante jugadores necesitados de fama.

Sonrisa fuera de España

La diferencia es inmensa. Seis días después de haber vivido en Mallorca una de sus tardes más complicadas como futbolista, Vinicius sonrío con un nuevo título internacional que le encumbra como una figura emergente conocida, admirada por la inmensa mayoría del fútbol. Cuando sales de los Raíllo o Maffeo, jugadores cuyo único objetivo es sacar de quicio a otro compañero de profesión, el fútbol se vive de otra forma. Y el brasileño es exitoso a nivel colectivo pero también a nivel individual. En el Mundial de Clubes anotó tres –uno en la semifinal, dos en la final– y dio una asistencia. Jugó todos los minutos y la FIFA le reconoció con su primer Balón de Oro.

Además de su gran nivel dese que llegó Ancelotti Vinicius también destaca en los momentos más oportunos. A todo futbolista hay que examinarle cada semana pero especialmente cuando juega los encuentros más importantes. Y el brasileño se crece en las finales. Ante el Al-Hilal marcó el primero que abrió el marcador y cabe recordar que suyo fue también el gol de la victoria de la última Champions, la conseguida en París ante el Liverpool en mayo de 2022.

Vinicius marcó un doblete en la final del Mundial de ClubesAFP

«Marca la diferencia en cada partido, es mucho más efectivo y sigue mejorando», dice de él Ancelotti, que ahora le dará un descanso obligado, toda vez que Vinicius no puede jugar el encuentro ante el Elche del miércoles porque tiene acumulación de amarillas. La cartulina que le impidió estar en ese duelo es el mejor ejemplo de lo que es España: Maffeo, que salió a jugar con el único fin de hacer faltas, se inventó una entrada del brasileño y el árbitro 'picó' y le sacó la amarilla.

Eso no pasa fuera de nuestra Liga. Ni en el Mundial de Clubes ni en la Champions (tampoco en el Mundial de selecciones) vemos a jugadores obsesionados con Vinicius. El Al Ahly de Egipto y el Al-Hilal de Arabia Saudí compitió al Real Madrid, frenaron cuando pudieron al brasileño, pero no se les ocurrió montar una cacería para derribarle. Y el fútbol agradece que haya deportividad y que el espectáculo no se vea borrado por una campaña que en España empieza a ser insoportable.