Aniversario de la Eurocopa  El día en el que el fútbol español cambió para siempre con la selección que sí unía a España

El fútbol español tiene un antes y un después el 29 de junio de 2008. Esa fecha quedará siempre como el día en el que España –futbolísticamente hablando– despertó de tantos años de fracasos y decepciones y abrió una época que nunca antes se había visto y costará ver otra vez.

El 29 de junio de 2008 España ganó la Eurocopa. Un país entero se abrazó en torno a su selección y celebró aquello que nunca se pensó que llegaría. La selección de los cuartos, del 'jugaron como nunca y perdieron como siempre', se quitó todos los fantasmas y ganó la Eurocopa. Fue algo tan imprevisible que se celebró como ningún otro título.

Dos años después, el 11 de julio del 2010, España consiguió el Mundial, torneo mucho más relevante e importante. Pero ni ese Mundial se celebró con tanta efusividad como la Eurocopa de la que este jueves se cumplen 15 años. Al Mundial de Sudáfrica llegó España ya como favorita, a la Eurocopa de Austria y Suiza no.

Un 29 de junio Fernando Torres correteó por el Ernest Happel de Viena y tocó el balón con el empuje de todos los españoles. Aquel gol y aquella victoria ante Alemania en la capital austriaca cambió para siempre al fútbol español. La generación de Luis Aragonés, el hombre que verdaderamente construyó todo, fue capaz de ganar, algo que generaciones de españoles eran incapaces de ver.

Más allá del indudable éxito deportivo y también de que la Eurocopa que ahora cumple tres lustros abrió el camino triunfal para ganar el Mundial y otra Eurocopa, lo que consiguió aquella selección no lo consiguió ninguna de las siguientes: unió a un país.

La selección de todos

España siempre ha sido un país de clubes y más concretamente de la pelea Madrid-Barcelona. También lo era en un 2008 a la que se llegaba con el Barça haciendo el pasillo al Madrid. El éxito de esta España estuvo en el banquillo, con Luis Aragonés –no sin problemas, especialmente con la exclusión de Raúl– formó un equipo que unió a todos. Ayudó también el ambiente previo, con una gran campaña de marketing y el recordado lema «¡Podemos!» que impulsó Cuatro, la cadena de televisión que emitió el torneo.

Con sus errores iniciales y su gran acierto final, Luis Aragonés formó una selección de todos. En 2008 nadie cuando jugaba España iba contra un jugador por ser del equipo rival al mío. Nadie estaba en contra de nadie. Tampoco Aragonés permitió que fuera así y todo ello propició que hubiera un gran ambiente en un grupo en el que todos se sentían orgullosos de representar a España, muy diferente a otras selecciones que después vinieron con jugadores que hasta despreciaban al país al que representan.

En aquella España igual iban jugadores del Real Madrid (dos, Ramos y Casillas), del Barça (tres, Puyol, Iniesta y Xavi) que de un Zaragoza que había descendido (Sergio García), de un Getafe que brilló en Europa (De la Red) o de un Mallorca que estaba en mitad de tabla (Fernando Navarro o el pichichi Güiza). Lo que hizo Aragonés fue convocar a los mejores (a los que él creía mejores) sin mirar escudos o nombres, algo que acabó condenando a la España de Del Bosque a partir de 2012.

En este 15ª aniversario se recuerda a una España feliz, una España alegre de jugar al fútbol, unida, capaz de disfrutar de su selección sin odios ni vetos. Se recuerda a un equipo que dio la mayor alegría en décadas por lo imprevisto que era y que rompió el gafe y las desgracias que acompañaban tantas veces a nuestra selección.

Con la victoria a Alemania en la final (a Rusia de forma brillante en semifinales y a Italia en penaltis en cuartos) se recuerda también a una España que cambió el fútbol y de la que además se aprovechó después Guardiola. Porque el Barça de Pep no vino antes de la España de Aragonés como se ha querido dejar en el imaginario colectivo. Primero fue España, con Xavi e Iniesta ya en su apogeo, y después el Barça, con Guardiola aprovechando de eso que utilizó Aragonés.