Jorge Vilda, el éxito del hombre que supo lidiar con el motín de las futbolistas que renunciaron a España
15 jugadoras quisieron echarle del banquillo de la selección con un chantaje mediático sin éxito; aguantó, estableció un plan (con éxito) y logró el mayor hito del fútbol femenino español
El último año no ha sido el más fácil para Jorge Vilda. Este madrileño de 42 años se encontró, en el pasado mes de septiembre, que 15 de sus jugadoras no le querían. Y que no te quieran es algo normal en el mundo del fútbol, pero en este caso se llevó la trifulca a niveles jamás vistos en el fútbol español.
Entrenador de la selección española femenina desde 2015, toda la trayectoria de Vilda está ahí, en el ámbito del combinado nacional y del fútbol femenino. Fue técnico de la sub-17, después de la sub-19 y suma ya ocho años en la absoluta, sustituyendo al polémico Ignacio Quereda, que había estado 27 años en el cargo.
Ha sido con Vilda con quien España ha ido mejorando, participando en sus primeros Mundiales (van tres consecutivos) y ahora alcanzando una final que ni en los mejores sueños estaba planeado. Y menos después de que en septiembre 15 jugadoras –la inmensa mayoría de las mejores de la selección– le organizaran un sonado motín.
Con el argumento oficial de que necesitaban mejores estructuras, que la profesionalidad de sus clubes –principalmente el Barça– se trasladara a la selección, la realidad es que 15 futbolistas lanzaron un chantaje con el objetivo de echar a Vilda. Tras la decepción de la última Eurocopa (se cayó en cuartos ante Inglaterra, posterior campeona), estas jugadoras se vieron por encima del bien y del mal y quisieron hacer en España lo que muchas de ellas lograron en Barcelona: echar al entrenador.
Sin embargo Luis Rubiales, presidente de la Federación, no lo permitió, reafirmó a Vilda y se plantó ante un chantaje que se basaba en que estas 15 creían que el seleccionador era un mal entrenador, que no sabía cuidar el grupo, que no lograba progresar al equipo (una generación única, la mejor) y que de táctica estaba limitado. Para cargarse a Vilda lo hicieron de la peor forma. No lograron echarle. Rubiales, con acierto, se mantuvo firme.
Reivindicación en silencio
Ahora, estando en una final del Mundial, Vilda se ha reivindicado. Lo hace en silencio, porque él nunca lo dice. España está entre las dos mejores del mundo y él tiene mucho que ver. Y eso que hay quien quita mérito a Vilda. O quien directamente no se lo da. Argumentan que las futbolistas se autogestionan. Es algo repetido entre quienes más han seguido al fútbol femenino desde hace años y que están cerca de esas 15 (que ya no son tantas) que renunciaron a España. Son las personas que esperaban un batacazo sin estas jugadoras que se excluyeron voluntariamente. Pero de batacazo nada, el éxito ya es total.
Si bien de esas 15 hay tres en el equipo actual –Ona Batlle, Aitana Bonmatí y Mariona Caldentey, figuras clave en este Mundial–, Vilda ha sabido lidiar con el gran problema que supuso que muchísimas futbolistas renunciaran, todas ellas siempre convocables. Y triunfó con su plan de renovación de la selección facilitando un cambio necesario, llamando a jugadoras con ganas y sin nada que chantajear. Unió más al grupo y varias de las jugadoras clave (por ejemplo las autoras de los dos goles en la semifinal, Salma y Carmona).
Desde que ocurrió aquel motín y Vilda creó una nueva España todo fue a bien. Además del buen ambiente los resultados acompañaron: victoria histórica ante Estados Unidos, empate ante una potencia como Suecia (ahora derrota en la semifinal de este martes) y 10 victorias de los 12 partidos de preparación disputados.
Triunfó con su plan de renovación de la selección facilitando un cambio necesario, llamando a jugadoras con ganas y sin nada que chantajear. Unió más al grupo
Vilda también fue listo y supo que no podía utilizar la venganza como forma de entrenar. A jugadoras como Jenni Hermoso o Irene Paredes las llamó sabiendo que si bien no estaban entre las 15 'rebeldes' sí que eran de las que las apoyaban. Igual ocurría con Alexia Putellas, mejor jugadora del mundo, a la que la grave lesión le iba apartando de la selección por obligación. Una vez recuperada la convocó como no podía ser de otra forma.
Unida a la convocatoria ya de las tres de las 15 que acabaron reculando (tuvieron que echarse atrás para poder estar en este Mundial), Vilda dibujó una buena selección que está ahora en la final (hito histórico) y que por mucho que no se le reconozca tiene el sello del técnico. Jorge aguantó una campaña mediática brutal, unos ataques diarios. Aguantó para llevar a España a brillar en el Mundial.
Pese a que su experiencia se basa únicamente en entrenar a España femenina y por tanto en el ámbito de la Federación (sub-17, sub-19 y absoluta), Vilda es un hombre de fútbol desde la cuna. Madrileño de 42 años, es hijo de Ángel Vilda, uno de los principales ayudantes de Johan Cruyff en los años gloriosos del Dream Team del Barça. Vilda padre –que también trabajó al lado de Luis Aragonés– era preparador físico e inculcó ese mundo a su hijo.
Con todo lo que ha tenido que aguantar en este último año, que esta España esté en la final es casi un milagro. A Vilda no se le dará mérito, todo –dicen sus críticos– es obra de las jugadoras, pero la realidad es que esta España es la consecuencia de trazar un plan que ha salido a la maravilla tras el enorme motín que 15 montaron. Al final el chantaje salió mal y 12 de ellas se perdieron a la alegría del Mundial, esa que sí tiene Jorge Vilda.