La noche de los decibelios en el Metropolitano, la tensión de un gran derbi y el éxtasis del Atlético
Esta nueva entrega del derbi madrileño, esta vez en Copa, ha tenido de todo y ha sido uno de los partidos más emocionantes de la temporada
El Atlético se toma la revancha y elimina de la Copa al Real Madrid en otro derbi que se decide en la prórroga
Ha sido un derbi madrileño muy intenso. Era de esperar, aunque en realidad no pilla por sorpresa. Ya sea en el Bernabéu o en el Metropolitano, los enfrentamientos entre Real Madrid y Atlético de Madrid siempre se viven con muchísima pasión: cánticos por allí, pitos por allá, tensión con el árbitro... Así se podría resumir lo que ha sido esta nueva entrega del derbi capital.
Antes del pitido inicial se vivió otro episodio de insultos racistas a Vinicius. Se escuchó el que se viene reproduciendo últimamente: «Eres un mono». Y eso es algo a lo que se tiene que poner freno ya. En ese sentido, el fútbol español es el principal damnificado.
Ya con el partido iniciado, cada vez que Vinicius tocaba el balón o hacía algún tipo de protesta... al brasileño le caían sonoras pitadas por parte de la afición colchonera. En ese sentido, la música de viento motivó (y mucho) al '7' madridista. Fue tal su grado de motivación que en la celebración del 1-1 (que no marcó él) decidió dirigirse a la grada atlética a modo de venganza. Y nueva pitada (esta vez atronadora).
El empate en el marcador provocó cierta tranquilidad en el desarrollo del encuentro. Sí. Cierta. Porque esa calma duró poco, muy poco. Álvaro Morata provocó el rugido del Metropolitano y, cómo no, el delantero no tuvo dudas a la hora de celebrar el gol. Y esta es una tónica que viene siendo habitual cuando el exmadridista le marca a su eterno rival.
Con el gol de Morata, Simeone se vino arriba y empezó a arengar a las masas. El técnico argentino empezó con sus aspavientos particulares. Mientras tanto, Ancelotti se mostraba impasible en el área técnica. Parecía que al italiano no le importaba demasiado el resultado adverso.
Y ya a partir del 67, el Atlético de Madrid llevó a cabo su plan de siempre: trabó el partido, perdió tiempo... Fruto de esas constantes pérdidas de tiempo, los jugadores del Madrid se desesperaron y se produjo una nueva tangana entre los jugadores de ambos equipos.
Los decibelios no paraban de aumentar en el Metropolitano. El partido pintaba muy bien para el Atlético de Madrid. El resultado mostraba un 2-1 a su favor y el ir perdiendo no le gustó nada a Carvajal. El lateral derecho madridista no estaba por la labor de dejar tirado a su equipo y motivó a los suyos en busca del 2-2. Y ese empate llegó en el 83, minuto en el que Joselu (quién si no para decidir un partido) silenció a todo el Metropolitano y esfumó sus esperanzas de poder eliminar al Madrid en los 90 minutos reglamentarios.
Ya en la prórroga, el ritmo del encuentro decayó y, por momentos, pareció que tanto el Atlético de Madrid como el Real Madrid querían los penaltis. Si ya el partido estaba siendo intenso de por sí, una tanda desde los once metros podría ser agónica. Se suele decir que el fútbol se decide por pequeños detalles y en una jugada sin aparente peligro, Griezmann sacó la magia, se fue de su par y marcó el 3-2. Y al delantero francés le salió quitarse la camiseta para celebrar su tanto.
Con el tercer gol del Atleti, los decibelios volvieron a subir y cada pase que daba el Madrid recibía su respectiva pitada. Y a los silbidos por parte de la afición rojiblanca les acompañaba su grito de guerra: «Atleeeetiii, Atleeeetiii». La parroquia colchonera volvió a creer, tal y como reza su famoso lema: «Nunca dejes de creer».
El derbi capital estaba siendo una montaña rusa de emociones. Ánimos rojiblancos, ánimos madridistas, silencios sepulcrales... Y uno de esos silencios llegó cuando Ceballos marcó el 3-3 pero el centrocampista utrerano estaba adelantado, situación que provocó el delirio de la afición atlética. Cuando parecía que todo se había tirado por la borda... el milagroso VAR hizo acto de presencia para salvar al Atlético de Madrid.
Viendo que el partido se le estaba volviendo a poner de cara al Atlético de Madrid, Simeone se fue casi hasta el córner para volver a alentar a las masas. Y fruto de ese nuevo impulso llegó el 4-2. Riquelme sentenció el encuentro y se escuchó el siguiente cántico: «Quien no salte madridista es».