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Joan Laporta, en el palco de MontjuicEFE

Laporta coloniza al Barcelona colocando a sus amigos en los puestos de poder

La debacle del mes de enero, con tres competiciones perdidas en tan solo dos semanas, ha abierto la mayor crisis del Barcelona en años. La tensión es total en plena dimisión en diferido de Xavi Hernández, el escudo social y deportivo que utilizó Joan Laporta para que nadie le mirara a él.

Al presidente culé le vino siempre bien tener una figura como Xavi en el banquillo. Como es una leyenda, Hernández tranquilizó durante muchas semanas una situación que era igual de mala que ahora, con la diferencia que en enero sí se han perdido títulos. En el entorno culé se miraba más a Xavi y nadie a Laporta, pero ese escudo se ha caído ya y ahora las críticas también van para el presidente.

Y más allá de su plan económico de las palancas que pincha por todos lados y del evidente fracaso deportivo, a Laporta le empiezan a discutir su modelo de presidencia, muy personalista, a imitación del sanchismo con un culto al presidente en el que todos los de al lado se limitan a repetir lo que decide el jefe. Para ello, y como Pedro Sánchez (aunque con la evidente diferencia de que el Barcelona es una entidad privada), Laporta tiene colocados a amigos personales en puestos de relevancia. Los fue metiendo poco a poco mientras iban desertando antiguos miembros que se fueron al ver lo que había.

En la dirección deportiva pasó el Barcelona de Jordi Cruyff, persona muy cercana a Xavi, a Deco, exfutbolista culé en la época de la primera presidencia de Laporta y amigo personal de Joan, además de antiguo representante de jugadores que el propio Barça fichó (véase Raphinha). No tenía ningún tipo de experiencia, pero de repente saltó a un club de gran trascendencia como el Barcelona. En este ámbito cabe señalar el nombre de Jorge Mendes, conocido representante de futbolistas (el más mediático de todos), que tiene también mando en la sombra por ser amigo de Laporta y Deco.

Laporta, con Deco, su director deportivoFC Barcelona

Se fue también Mateu Alemany, hombre de fútbol, de los directivos más exitosos del fútbol español en este siglo. Deco pidió su cabeza y lo consideraba incompatible con él. Ya sin Mateu, que era quien ponía más cordura a la hora de fichajes (y el que mejor se compenetraba con Xavi), Laporta se echó en manos de los negocios de Deco y Mendes, dos portugueses con sus propios intereses. Fue el representante quien le susurró a Laporta que colocara a su amigo Deco al frente de la dirección deportiva.

En los fichajes se vio muy claro como el amiguismo de Laporta era el que mandaba. Mientras Xavi pedía una cosa, el club le traía otra. El último día de mercado llegaron Joao Félix y Joao Cancelo, casualmente dos jugadores representados por Mendes, portugueses ambos y con buena relación con Deco.

A la vez Laporta metió a otro amigo suyo, jugador del Barça en su época, como entrenador del filial: Rafa Márquez. Para ello echó primero a García Pimienta, ahora entrenador de Las Palmas y técnico que no era de su cuerda. Metió a Sergi Barjuan y como no funcionó se fue a por Márquez, cuyo único mérito era ser amigo del presidente. Ahora el mexicano se postula para ser el sustituto de Xavi sin tener ni el más mínimo respeto con el entrenador actual del Barça.

Otro amigo de Laporta –también exjugador cuando él fue presidente hasta 2011– que entró en el organigrama deportivo del Barcelona con la entrada de Deco y la influencia de Mendes fue Bojan Krkic. Hace las funciones coordinador del área de fútbol. ¿Su experiencia? Ninguna. ¿Nombramiento del gusto de Xavi? Todo lo contrario. ¿El mérito? Ser amigo del presidente.

Hablamos de cargos deportivos, de lo que realmente interviene en la planificación de una temporada en el plano exclusivamente futbolístico. Por supuesto después Laporta tiene en su directiva a amigos, pero esto es algo lógico y que ocurre en cada directiva. Su número dos es Rafa Yuste, aunque curioso es el caso de Enric Masip, excapitán del Barcelona de balonmano, cuyo cargo oficial es «asesor» y que es uno de los que más manda en la sombra y actúa más de guardaespaldas de Laporta ante cualquier problema con socios o a nivel mediático.

El cuñadísimo

En este organigrama Laporta tenía metido hasta a su excuñado Alejandro Echevarría, que dimitió al destaparse que era patrono de la Fundación Francisco Franco. Él franquista, Laporta independentista. A pesar de ello el cuñadísimo –así se le conoce en Barcelona– era uno de los principales colaboradores de Laporta, de los que más le ha asesorado, e incluso siguió moviendo en la sombra renovaciones y fichajes a pesar de su marcha.

Enric Masip junto a Joan Laporta y Xavi Hernández durante un entrenamiento del BarçaEFE

Imputado por el caso Negreira, tras hipotecar al club y vender gran parte de su patrimonio, con un pésimo presente deportivo y con una obra en el Camp Nou con más agujeros de lo previsto, Laporta ha ido salvándose en el plano mediático porque todas las miradas estaban en Xavi. La relación con el entrenador no es mala, pero tenía ya fracturas y no son aquellos colegas que saltaban y coreaban a las masas el día de su presentación.

Dos importantes momentos rompieron esa confianza. Por un lado que Laporta le dijera que no había dinero para sus peticiones de fichajes a la vez que se gastaba muchos millones en los futbolistas que el entrenador no pedía (véase Vitor Roque) o que elegían Deco y Mendes. Por otro aquella convocatoria en Amberes, en la que Laporta y Deco le pidieron que cambiara a los jugadores que el entrenador eligió en ese partido de Champions.