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Joan Laporta y Xavi Hernández durante la presentación de este último

Joan Laporta y Xavi Hernández durante la presentación, hace más de dos años, del entrenadorGTRES

Xavi arruina los planes económicos de Laporta con las palancas y el Barça se acerca al abismo

A los dos les pesará –y se les recordará– aquel show en la presentación de Xavi Hernández como entrenador del Barcelona. Ambos saltaban, gritaban, coreaban cánticos y avanzaban una felicidad que nunca llegó. Todo lo contrario. Joan Laporta y Xavi Hernández han sido devorados por sus propios engaños, por sus propios errores.

El plan fue claro y no se negó en el Camp Nou. Tampoco ahora en el 'exilio' de Montjuic. Laporta hipotecaba al club y vendía todo el patrimonio posible (las llamadas palancas) para dar a Xavi una buena y competitiva plantilla. Joan hizo su parte, pero Hernández no. El plan pasaba porque una vez con buenos jugadores, el equipo poco a poco fuera recuperándose en todos los ámbitos con victorias y títulos. En el fútbol la confianza y la calma social, económica y deportiva llega con títulos. Sin embargo, el entrenador no ha sido capaz de levantar al Barça, que está peor que cuando echaron a Koeman. Y sin éxitos deportivos el club no remonta económicamente, plan inicial de la directiva.

El Barcelona ha vivido todos estos meses en una especie de autoengaño que se iba salvando por victorias pírricas, ante equipos menores (sufriendo mucho) y por un grupo de Champions muy sencillo en el que hasta perdió dos partidos. Xavi perdió desde hace semanas el crédito entre la directiva y especialmente entre los pesos pesados del vestuario, que no creen ni en lo que hace ni en lo que transmite su entrenador. Los más veteranos –aquellos que ya han visto de todo en el fútbol– chocaban con el juego y el discurso de Xavi, tocado también por cosas como que Laporta hiciera de él y le mandara a cambiar hasta convocatorias.

Defiende Xavi que ha ganado dos títulos, uno de ellos una Liga, y bien sabe Xavi cómo ganó esa Liga, haciendo todo lo contrario a lo que dijo, jugando a la defensiva, basándose en el 'unocerismo' que tanto detestó. No seremos aquí los que quitemos mérito a esa Liga (tan meritoria como cualquier otra) sino que es el propio Xavi el que lo hace, con su idea y la esencia del Barcelona la que ni la cuentan porque no se hizo de forma brillante y con el ADN culé que debía ser.

Xavi Hernández, tras recibir la medalla de subcampeón de la Supercopa de España

Xavi Hernández, tras recibir la medalla de subcampeón de la Supercopa de EspañaEFE

Todo se podría resumir en la ridiculez de proclamar una «nueva era» cuando ganaron la Supercopa de España de 2023. Un torneo válido, por supuesto, pero menor en el cómputo global de una temporada. Celebraron efusivamente –hicieron hasta un documental– algo que derivó en un desastre total. Y ahora tiene Xavi más refuerzos y mejores jugadores que la temporada pasada, ya que Laporta le trajo a jugadores como Joao Félix, Gündogan (reciente campeón de la Champions), Cancelo y hasta Vitor Roque, la promesa brasileña a la que ahora Hernández deja en el banquillo hasta en momentos relevantes.

Sumados a los Raphinha, Koundé, Lewandowski o Ferran, también fichados con Xavi en el banquillo, y otros que ya estaban –Pedri, Araujo, Balde, De Jong...– el Barça no tiene una mala plantilla, pero muchos están mal (el caso más clamoroso es Araujo) en algo que depende directamente de Xavi. Al entrenador le dan una buena plantilla para la situación en la que está la entidad y es el técnico quien demuestra que no tiene capacidad para entrenarla, para sacar lo mejor de sus futbolistas.

Es un naufragio futbolístico. Cuando Xavi decía que «va a ser muy difícil ganar esta Liga» no debería mirar a sus árbitros en ese argumento sino así mismo: ni Liga ni Copa ni Supercopa ni Champions (salvo milagro histórico) porque uno de los principales problemas es él.

El gran fallo de Laporta

Y ese problema afecta ahora a toda la entidad y confirma el naufragio de la institución ya que el plan de Laporta fue el de darle una plantilla al entrenador con el que remontar la situación con éxitos deportivos. El presidente estaba convencido de que Xavi sería un entrenador de época, de los que ganan muchos títulos. Proclamaba con su estilo zafio que lo mejor estaba por llegar. Solo le faltó gritar otra vez «¡al loro, que no estamos tan mal, hombre!».

El plan económico era que una vez fueran llegando los éxitos deportivos se iría recuperando la entidad. Además la presencia de grandes jugadores ayudaría. Pero Xavi ha destrozado ese plan por su incapacidad para la élite de los banquillos. Lo intentó, pero desde hace tiempo demostró que no valía para llevar a cabo ese plan. Perder tres competiciones (¡tres!) en dos semanas provocó que todo explotara.

Nervioso, a veces histérico, acumulando tarjetas amarillas y protestas, Xavi Hernández ha vivido muy tenso siempre. Dice ahora que «la sensación de ser entrenador del Barcelona es cruel, desagradable», pero no añade que es así porque él no ha sido capaz de sacar lo mejor del equipo. Si lo hubiera hecho, como hicieron tantos otros antes, la sensación era la más agradable posible.

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