Ventajas y debilidades del modelo de plantilla elegido por el Real Madrid
El conjunto blanco ha buscado construir su plantilla sobre un modelo muy concreto de jugador, uno que tiene sus luces y sus sombras
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La política de fichajes del Real Madrid en los últimos años está más que clara. Jugadores jóvenes, con muchos años de carrera por delante, que lleguen siendo algo inexpertos o todavía no hechos del todo y que en el Bernabéu alcancen su plenitud. Vinicius, Rodrygo, Camavinga, Odegaard, Kubo o Endrick son claros ejemplos, todos estrellas mundiales ahora mismo, aunque con distinta suerte en la casa blanca.
Pero, más allá del cómo, de su edad y su procedencia, otra cosa que resalta en los perfiles escogidos por el club que preside Florentino Pérez es la tipología de estos jugadores. Porque incluso los que no se adoptan a esta forma de jugar, como Kubo y Odegaard, están fuera del club. El Madrid quiere y busca un tipo de jugador muy concreto en los últimos años.
El fútbol ha evolucionado mucho en los últimos años, ahora se juega rapidísimo, los espacios vuelan y hay que decidir en milésimas de segundo. A consecuencia de esto, el modelo de jugador más demandado en el mercado ahora mismo es aquel que nunca le pierde la cara al ritmo de los encuentros, que gana duelos, con un físico adaptado a esta modernidad. Jugadores que roban muchos balones, que se recorren el campo sin aparente dificultad, que no pagan los esfuerzos, que son rápidos.
Para recapitular, estos son los jugadores fichados por el Real Madrid en los últimos años que continúan en la plantilla y que se encuadran bajo esa etiqueta: Mendy, Rüdiger, Camavinga, Tchouaméni, Valverde, Bellingham y Vinicius.
La mezcla de ese tipo de jugadores con otros de la vieja escuela, más pausados y técnicos como Luka Modric, Sergio Ramos, Toni Kroos o Karim Benzema, es lo que le ha dado tantos éxitos al Real Madrid en los últimos años. Pero ahora esa generación anterior se está apagando, con la marcha de Benzema a Arabia Saudí, la de Ramos anteriormente y el bajón de Modric. La nueva generación ha recogido el testigo, y eso tiene luces y sombras.
Una apisonadora en Liga
En una competición larga, a 38 jornadas y donde la casi totalidad de los partidos les enfrenta a rivales peores, con menos calidad, es una plantilla destinada a ganar. El liderato en Liga no puede engañar a nadie, el Real Madrid está siendo el mejor equipo del campeonato con diferencia habiendo sumado 69 puntos sobre 84 posibles, sacándole siete al segundo clasificado.
Este tipo de jugadores tiende menos al despiste en el día a día, es capaz de vencer incluso jugando por debajo del 100 %, repite esfuerzos constantemente y tiene una mentalidad de empujar, empujar y empujar hasta que derriba la puerta del contrincante. Los de Ancelotti se están dejando pocos puntos y están sacando adelante ese tipo de partidos que, en el pasado, se atragantaban, cuando la pausa se convertía en desidia y poca velocidad. Apostando por el frenetismo en lugar del control, lo que hace el Real Madrid, son los claros favoritos al título en Liga.
Las penalizaciones en la Champions
Pero en la Champions la cosa es diferente. La Copa de Europa se rige por sus propios códigos, unos muy específicos y especiales. Ahí no importa tanto el tiempo que golpees al rival sino la contundencia y, especialmente, lo indemne que salgas de los momentos de encendimiento del contrario.
La exitosísima etapa reciente del Real Madrid en Europa se entiende desde lo bien que controlaban los momentos de los partidos. Cuando eran sus minutos, un rodillo; cuando eran los del rival, una capacidad para agarrar el balón, bajar el ritmo al encuentro y sobrevivir alucinante. Los Ramos, Kroos, Modric y Benzema han sido una parte fundamental de las últimas cinco Champions blancas.
Pero ahora el Madrid no tiene pausa. O no tiene más que la que le ofrece Kroos, que no es sorpresa que fuese el único que jugó bien en el desastre del equipo en el partido de vuelta ante el RB Leipzig. Los Tchouaméni, Camavinga, Valverde, Vinicius y compañía se dejan llevar por el frenesí, le meten velocidad al juego cuando éste demanda control y convierten los encuentros en un correcalles.
Esa forma de jugar en Champions es muy peligrosa y los equipos tienden a penalizarte. El Madrid sufrió sobremanera ante el Leipzig. Si sus delanteros hubiesen tenido más puntería podrían haber caído eliminados. Sería raro que otro equipo les dejara salir con vida. El Madrid necesita ser capaz de bajarle pulsaciones a los partidos, hacerse con el balón, juntar pases y lograr que el rival esté corriendo detrás de la pelota. El Madrid necesita a Kroos y a Modric.
El sorteo les ha emparejado con el Manchester City en cuartos de final. Probablemente, el mejor equipo del mundo, y su verdugo la temporada pasada. Para eliminarles necesitarán de los duelos de Tchouaméni, de los esfuerzos sin parar de Bellingham y Vinicius, y, por encima de todo, de que Kroos y Modric revivan las noches pasadas haciéndose los dueños del partido y dictando el tiempo del mismo. El último baile de dos de los mejores jugadores de la última década. Y una forma de jugar que conecte al Madrid con su pasado glorioso y su prometedor futuro. Porque en el equilibrio siempre está en la virtud.