El encaje de Vinicius en el Real Madrid de Bellingham y cómo Ancelotti intenta sacar la mejor versión de ambos
La llegada del inglés ha obligado al técnico italiano a probar diferentes sistemas hasta sacar lo mejor de ambas estrellas mundiales
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Algunos jugadores llevan una metáfora encima. El inconstante desarrollo de Vinicius en sus primeros meses en el Real Madrid, totalmente entendible teniendo en cuenta dada la edad y el escenario, tuvo algo de injusticia, de escarnio público, de salir su nombre y que la gente no respetase procesos y períodos de adaptación, que resulta que tuvo una presión gigantesca desde el primer minuto, el heredero de Cristiano, decían. Y el menudo brasileño seguía a lo suyo, dejando que su juego hablara.
Cuatro años después de su desembarco en Madrid, todavía remolón, todavía un niño, marcaba el único gol en una final de la Champions y culminaba una temporada de ensueño.
El ascenso en su carrera fue igual de rápido que sus subidas por la banda. De un plumazo, de la noche a la mañana, empezó a dejar atrás todas las dudas sobre su capacidad de cara a puerta, sus ratios de conversión, su capacidad de integrarse en el juego. Todo eso sin perder ligereza y explosividad en el cambio de ritmo, haciéndole uno de los extremos, y en definitiva uno de los jugadores, más difíciles de defender del mundo.
Su conexión con Karim Benzema en el último tercio del campo, su socioafectividad, le llevó al Real Madrid hasta lo más alto, esa comentada Champions, además de una Liga, mientras ambos estaban en lo alto de sus capacidades, retroalimentándose constantemente. Su evolución es clara y los números no mienten: Vinicius, usando solo estadísticas ligueras, fue aumentando números sin parar: dos goles producidos en la 18/19, cuatro en la 19/20, seis en la 20/21...y 27 en la 21/22.
El equipo era el de Benzema y Vinicius y, la temporada pasada, cuando el galo bajó considerablemente el rendimiento, pasó a ser directamente de Vinicius. Santo y seña de los ataques blancos. Sin un buen Benzema perdió calidad en sus socios y sus números bajaron –aunque siguieron siendo buenos, 19 goles producidos en Liga– y el colectivo también se resintió, como muestra la contundente eliminación ante el Manchester City en la Champions.
Vinicius necesitaba un nuevo socio. Y entonces llegó Jude Bellingham.
Sobre el papel, la conexión entre inglés y brasileño no salía de manera tan directa como podía haber sido la de Benzema y el propio Vinicius. Además, la ausencia de un delantero del primer nivel tras la marcha del francés obligaba a Carlo Ancelotti a intervenir desde la pizarra.
Vinicius delantero
De primeras, de cara a facilitar procesos de adaptación y acomodarse a las características de la plantilla, Ancelotti decidió empezar la temporada cambiando el esquema de juego del Real Madrid: del habitual 4-3-3, con un delantero y dos extremos, a un 4-3-1-2 sin extremos.
Bellingham, recién llegado, iba a formar como mediapunta, como el vértice de ese rombo que se formaba en el mediocampo. Y arriba, en ausencia de un 9 de élite, dos delanteros muy móviles como iban a ser Rodrygo y Vinicius. Los dos brasileños podían caer a banda, pero su posición iba a ser la de delantero. Por tanto, Vini abandonó la banda y pasó a jugar más por dentro.
Para solucionar los problemas defensivos derivados de ese rombo, Ancelotti volvió a intervenir y formar un 4-2-2-2, con un doble pivote –generalmente Kroos y uno entre Tchouaméni/Modric/Camavinga– y dos 'extremos', Valverde y Bellingham, que en realidad no eran tal pues se movían por dentro. La doble punta seguía inmutable.
Vinicius se lesionó, se ausentó varios partidos y, aunque Ancelotti no varió lo que estaba haciendo, empezó a darle vueltas en la cabeza. Vinicius, como delantero, no estaba jugando mal, raramente él lo hace, pero sí estaba algo desaprovechado. Sus números, siete goles producidos en 13 partidos de Liga, podían ser mejores. Había que recuperar al antiguo Vinicius.
Vinicius extremo
La primera vez fue en la final de la Supercopa de España ante el Barcelona. Ancelotti volvió a cambiar esquema, pasando a un 4-2-3-1, devolviendo a Vinicius a la banda izquierda, su mejor posición, y poniendo a Bellingham por dentro, detrás del delantero único que fue Rodrygo.
Vinicius acabó ese partido con un hat-trick y una de sus mejores actuaciones en su, todavía, joven carrera.
Desde entonces, el entrenador italiano le está dando continuidad a esa idea. El '7' blanco ha vuelto a la banda, más liberado para recibir, exprimiendo sus desmarques, y tanto Bellingham, como ahora Brahim en ausencia del inglés, estuvieron formando como mediapuntas por detrás de Rodrygo.
Y luego otro giro de tuerca, quizás el definitivo. Vuelta al 4-3-3, al esquema donde el Real Madrid más cómodo se siente, aquel con el que conquistó Europa. Y en ausencia de un delantero, ese iba a ser Jude Bellingham, reformulado como ´9´, con Vinicius y Rodrygo como extremos por las bandas. De esta manera, Ancelotti está sacando lo mejor de todos. Se ha reforzado el mediocampo con tres jugadores en esa parcela, generalmente Kroos, Valverde y Camavinga, los brasileños o Brahim disfrutan por fuera, y Bellingham de delantero está siendo conector, llegador y finalizador. Todo en uno.
El fútbol, como cualquier disciplina en la vida, necesita de un constante prueba y error. Ir probando cosas a ver si funcionan y esperar a que te surja la inspiración de la gran idea. En ese sentido, Ancelotti se está portando esta temporada como el alumno más dispuesto a aprender, pues ha ido usando diversos sistemas hasta encontrar uno donde tanto Bellingham como Vinicius, los dos jugadores franquicia, sobre los que construir presente y futuro ganador, estén cómodos y en plenitud de sus facultades.