Los desastrosos fichajes de Laporta, 23 jugadores desde que volvió y casi el 70 % ya se han marchado

La segunda etapa de Joan Laporta como presidente del Barcelona está siendo muy diferente a lo que se vivió en la primera. Todo fue bien para el club azulgrana entre los años 2003 y 2010 y ahora la situación es bien distinta. Sin apenas dinero para fichar e inscribir jugadores, alejado de los colosos europeos y con un futuro poco esperanzador. La cantera es por el momento el único rayo de luz que se ve en la Ciudad Condal.

Bien es cierto que la herencia que cogió Laporta de Bartomeu fue la más absoluta de las ruinas. La administración del anterior presidente azulgrana fue un desastre, con renovaciones eternas y por salarios inasumibles, fichajes por cantidades fuera de mercado y una constante huida hacia adelante negando que el Barça estuviese abocado a una crisis de enormes dimensiones.

Todo esto ha llevado a Laporta a tomar decisiones difíciles, como el adiós de Messi o alejar al club de los mejores de Europa. Ahora mismo el Barça no tiene ni proyecto ni capacidad económica para seducir a los futbolistas de talla mundial y le toca adaptarse a su nueva realidad. Sin embargo, no fue eso lo que prometió cuando estaba en campaña, donde aseguró que firmaría a Haaland –se llegó a reunir con su representante– o que con él Messi se quedaría.

Fue llegar, en marzo de 2021, y hacer todo lo que dijo que no iba a hacer. Famoso es ya su primer mercado de fichajes, con la marcha de Messi, al que no pudo renovarle el contrato y se fue por la puerta de atrás, y la cesión de Griezmann al Atlético. Todo para ahorrarse en el último día de mercado una ficha que no podían pagar. Para la historia quedan los aplausos de Laporta y Alemany al ver que la operación se cerró a tiempo y en su lugar llegaba Luuk de Jong.

Constantes cortinas de humo

«Esto es lo que hay» fue la demoledora frase de Piqué para resumir lo que era ahora el Barcelona. Un equipo que no tenía nivel para competir en Europa y que se había reforzado con Eric García, Memphis Depay y Sergio Agüero (que llegó para jugar con Messi y después se retiró por por un problema de corazón). Así se presentó el Barça en la primera temporada de Laporta, refuerzos insuficientes que obligaron a Koeman a tirar de cantera.

Los malos resultados acabaron con el técnico neerlandés y llegó Xavi, una leyenda del club que ilusionaba a la afición y además servía para que las miradas no se centraran en Laporta. La llegada de Xavi en invierno fue acompañada de nuevos refuerzos: Ferran Torres, Adama Traoré, Dani Alves y Aubameyang. Hoy todos fuera menos Ferran.

La primera tanda de fichajes de Laporta no cuajó y salvo Eric García y Ferran, todos son historia. Además, los dos que siguen son perfectamente prescindibles, sobre todo el atacante, por el que el Barcelona pagó 55 millones de euros. Un desembolso que en absoluto se ha justificado.

Tras este primer fiasco, Laporta inyectó sus famosas palancas para incorporar a Christensen, Bellerín, Kessié, Marcos Alonso, Koundé, Raphinha y Lewandowski. 158 millones de gasto para que ahora mismo solo sigan cuatro de ellos, siendo el danés prescindible y el polaco, que está haciendo goles en este inicio de campaña, cuestionado.

El peor mercado de todos

El verano pasado, Laporta incorporó a Íñigo Martínez, Joao Cancelo, Ilkay Gündogan, Oriol Romeu y Joao Félix. Hoy, todos salvo el primero están fuera y lo cierto es que la marcha del central vasco no se ve con malos ojos. Por si fuera poco, en invierno el Barça gastó alrededor de 50 millones en Vitor Roque, la nueva perla de Brasil decían. Poco tardó ese globo en pincharse. Ni convenció a Xavi ni tampoco a Flick y ha terminado por marcharse cedido al Betis. Otro negocio ruinoso en la gestión de Laporta.

Sin embargo, la cosa no ha quedado y el presidente azulgrana ha terminado por coronarse este verano. La falta de dinero en las arcas le ha obligado a desprenderse de Gundogan, que ha vuelto al Manchester City después de ser el mejor del Barça el año pasado, y todavía sigue sin encontrar la manera de incorporar a Dani Olmo, que se ha perdido los dos primeros partidos de liga.

Así las cosas, más allá de la nefasta herencia recibida, lo cierto es que las decisiones de Laporta no le están sentando nada bien al club. El Barça sigue lejos de donde un día estuvo y a corto plazo se antoja complicado pensar que volverá a ese lugar. Desde luego, la planificación sin rumbo de estos tres años no ayuda en absoluto.