Mbappé y la esperanza a la que se agarra el PSG para alcanzar la final de la Champions
El PSG se agarra a su estrella para remontar y buscar la que sería la segunda final de Champions en su historia
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A las puertas de la gloria se encuentra el PSG. O también, en esa finísima línea que en el deporte separa el éxito del fracaso, con el abismo acechándoles. El equipo parisino se juega en el Parque de los Príncipes, ante su gente, la clasificación a la segunda final de Champions League de su historia, tras la jugada –y perdida– en 2020. Con el proyecto de Kylian Mbappé asomándose a su presunto final, la sensación en la capital francesa es clara: ahora o nunca.
El PSG esta temporada, la primera de Luis Enrique a cargo de la identidad, ha sacado muchos mejores resultados que lo que presupone el juego desplegado. Son campeones de Francia, jugarán la final de la copa ante el Olympique de Lyon y han regresado a las semifinales de la Copa de Europa tres años después. Pese a todo, el juego desplegado deja dudas. Han convencido poco a lo largo del año y solo han demostrado su poderío en días puntuales con planteamientos concretos, como en San Sebastián ante la Real Sociedad, pero la sensación que han dado en el día a día francés es que se imponían por una pura cuestión de calidad individual.
De hecho, en la Champions League, aunque estén rozando la final de Wembley, las sensaciones no han sido las mejores. Estuvieron realmente cerca de caer en fase de grupos, la Real en octavos fue la comentada excepción y contra el Barcelona, en cuartos de final, sin la expulsión de Araújo todo apuntaba a la eliminación. En Alemania, en la ida de las semifinales, tampoco convencieron y se llevaron una derrota que ahora intentarán remontar.
Dembélé, ¿por dentro o por fuera?
Antes se decía que el PSG solo ha sido capaz de convencer en días puntuales. Y lo fue gracias a un gran ajuste de Luis Enrique, que colocó a Dembélé, un extremo toda su vida, en un cuarto centrocampista del equipo, logrando desordenar unos sistemas rivales que no le esperaban allí. Mbappé y Barcola, los que completan el tridente, se comportaban como extremos que partían desde fuera y llegaban al área.
En Dortmund, sin embargo, consciente de que el rival ya sabía ese posible ajuste, y que por tanto no les pillaría por sorpresa, el entrenador asturiano decidió reajustar.
Dembélé volvió a actuar por dentro, como un mediapunta, pero por delante la colocación fue diferente. Barcola fijaba muy abierto en la izquierda, la amplitud en la banda derecha se la repartieron entre el lateral, Achraf Hakimi, y el interior, el jovencísimo Zaire-Emery, y Mbappé actuó como un ´9´ muy clásico. Tan clásico que se perdió. Kylian, rodeado de piernas y referenciado por los centrales, sin espacios que atacar, estuvo desconectado e impreciso en sus intervenciones.
Así que ahora, necesitando remontar, el balón está en el tejado de Luis Enrique. Si logra encontrar el equilibrio entre sorprender al rival con la posición de Dembélé, potenciar a un Mbappé que es su mejor baza y no partirse en demasía en sus ataques, ofreciendo espacios a la contra que el Borussia Dortmund, con Sancho y Adeyemi, sabe castigar, el conjunto galo tiene todo para remontar y protagonizar la que, probablemente, sería la noche más importante de la historia del club. Al menos hasta Londres.