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El Bernabéu alcanzó ante el Bayern los decibelios de un helicóptero: estuvo por encima de 100

El Real Madrid volverá a estar en una final de Champions tras una nueva noche de locura en su propio estadio. El equipo blanco recurrió a la épica para escribir una página más en el libro de su propia leyenda y, apoyado en el público y en la acústica del nuevo Bernabéu, generó una atmósfera difícilmente soportable para su rival.

El Real Madrid jugó con la cubierta retráctil puesta y eso contribuyó a generar un ambiente más concentrado y ruidoso de lo habitual. Según pudo captar anoche este periódico, en algunas fases del encuentro (así como al comienzo y al término del mismo) el ruido superó por momentos la cifra de los 100 decibelios (dB).

En los primeros minutos, con el estadio cantando el «cómo no te voy a querer» se superó ya esa cifra, que según la escala decibélica internacional equivale al ruido de una perforadora eléctrica (un taladro) o al de un helicóptero en marcha. Por poner ejemplos domésticos, una aspiradora convencional hace un ruido de unos 65 decibelios mientras que una batidora supera los 75 dB.

El Bernabéu superó en numerosas ocasiones el umbral de los 100 decibelios, que está por encima de lo que puede generar un atasco o la sirena de un coche de Policía.

Ambiente previo al partido de vuelta de semifinales de la Liga de CampeonesEFE

Con el primer gol de Joselu, el que empataba la eliminatoria a pocos minutos del final y encendía la mecha para una nueva e histórica remontada, el sonómetro de El Debate registró picos de 103 decibelios, que como decimos está a mitad de camino entre el volumen de una taladradora o el de un concierto al aire libre.

Ese primer tanto del delantero gallego hizo que los pocos escépticos que quedasen en torno a una posible remontada del Madrid pasaran al bando de los convencidos. Con la eliminatoria empatada, los dos minutos que faltaban y el eventual añadido parecían un océano repleto de oportunidades para pescar otra noche épica.

Los expertos consideran que una exposición prolongada a esos volúmenes (no puntual como en este caso) puede resultar lesiva. Un ejemplo es el de los conductores de ambulancia, que a menudo registran problemas de audición por culpa de las sirenas.

La OMS recomienda no exponer al oído de forma continuada a sonidos o ruidos que superen los 55 decibelios y sitúa el umbral del dolor en el entorno de los 120-130, que es el volumen que genera un avión comercial despegando a unos 50 metros de distancia del que escucha.