Borussia Dortmund 0-2 Real Madrid
El Real Madrid se glorifica en la catedral del fútbol inglés y levanta su decimoquinta Champions
Los de Ancelotti supieron resistir las embestidas del Dortmund y en una gran segunda parte mataron a un rival muy digno que, quizás, se mereció algo más
El Real Madrid no se cansa de ganar. Va en su ADN. Pero también sabe sufrir, aspecto fundamental en el fútbol. Y es ahí cuando los éxitos se valoran mucho más. La Decimoquinta se va directa para el museo del club blanco. Los de Ancelotti supieron resistir las embestidas del Dortmund y en una gran segunda parte mataron a un rival muy digno que, quizás, se mereció algo más. Los blancos siguen haciendo historia (0-2) y este sábado lo han hecho en la catedral del football.
El estadio de Wembley tiene muchos partidos a sus espaldas y vio a algunos de los grandes equipos del fútbol europeo tocar la gloria. Lo único que le faltaba era recibir al rey de Europa, al Real Madrid. Y este sábado, el insigne estadio inglés cumplió su sueño. Una final de Champions se vive con gran pasión y el ambiente en las gradas era grandioso. Nadie se quería perder el encuentro en el que el Real Madrid podía conquistar su decimoquinta Copa de Europa. Y lo cierto es que había más blanco que amarillo.
Ya sobre el terreno de juego, se vieron desde el principio las intenciones de uno y otro equipo. El Dortmund salió a por todas y el Madrid optó por una versión algo más conservadora, cediéndole todo el protagonismo al cuadro borusser. Nada preocupante. El rey de Europa sabe cómo jugar esta clase de partidos. Como se suele decir, la experiencia es un grado. Ya le pasó en París y Kiev con el Liverpool, en Cardiff con la Juventus y en Lisboa y Milán con el Atlético. Es decir, comienzos punzantes de sus rivales, posterior desgaste y picotazo final del Madrid.
El Borussia Dortmund salió sin miedo y necesitó muy poco para poner en aprietos al Real Madrid. Los de Ancelotti no estaban sabiendo leer el encuentro y en menos de 20 minutos, los de Edin Terzic gozaron de innumerables ocasiones para empezar mandando en el marcador. Brandt, Adeyemi y Füllkrug, in that order. ¿Cuál era el problema del Madrid? Estaban bloqueados y no estaban sabiendo atacar los espacios, la seña de identidad del conjunto madridista.
Quién se lo iba a decir al Madrid. Pocas veces, por no decir ninguna, se le había visto tan sometido por un rival en un partido de esta magnitud. Maatsen y Ryerson estaban volviendo locos a una zaga blanca que estaba completamente desorientada y con una falta de intensidad cuanto menos sorprendente. Todo eso no le estaba gustando ni un pelo a Carlo Ancelotti, aunque se le veía excesivamente tranquilo.
El Madrid supo sufrir, aguantó el chaparrón e intentó buscar a Vinicius para ganar esa profundidad por banda. Los centrales del Dortmund salían al corte con una velocidad endiablada. Hummels y compañía celebraban cada acción ganada como si fuera un gol. Había mucha tensión competitiva en el ambiente. Una Champions no se gana todos los días y el Borussia Dortmund tenía muy claro cuál era su plan de partido: someter al Madrid sin compasión. El equipo alemán se estaba chocando con Thibaut Courtois, el salvador blanco.
En líneas generales, la primera parte del Madrid había sido mala. La mejor noticia era, sin duda alguna, el resultado. Irse 0-0 al descanso teniendo en cuenta el asedio alemán era un auténtico milagro. Lo bueno es que el Madrid se había visto en esas muchísimas veces. Por algo tiene 14 Champions.
Superado el intermedio, la intensidad descendió un par de escalones, pero el Dortmund seguía con la misma idea. Pero fue el Madrid el que se encargó de poner en aprietos a Kobel, casi inédito en la final. El suizo no tuvo apenas trabajo en el primer acto. Sin embargo, al principio del segundo sí que tuvo que demostrar su valía. Kroos rozó el gol con una falta botada con toda la intencionalidad del mundo y poco después le sacó una buena mano a Carvajal.
La mejoría del Madrid era evidente. En menos de diez minutos ya habían hecho más que en los 49 que duró la primera mitad. Era cuestión de ser pacientes y esperar una oportunidad que iba a acabar llegando. Tiempo al tiempo. El fútbol sabe recompensar al que no pierde la compostura.
El ritmo de partido era frenético, vertiginoso. Casi no se podía ni pestañear. El Dortmund estaba mostrando un nivel extraordinario. Llegó a la final como el underdog (el tapado) y estaba planteando un encuentro muy serio. Nadie se esperaba una final así. Por eso, Ancelotti le pidió algo más de intensidad a los suyos. El italiano sabía que los alemanes iban a empezar a acusar el cansancio y en momentos así lo que se necesita es personalidad a raudales.
Y ese momento llegó cuando faltaban quince minutos para el final. Toni Kroos puso un balón con música desde la esquina y Dani Carvajal, libre de marca, entró como un miura para poner por delante y desatar la locura en la grada del Real Madrid. Golazo del lateral derecho. 0-1.
Como era de esperar, el gol del conjunto blanco le sentó de lujo. El Dortmund intentó aguantar y aguantar, pero el Real Madrid es un equipo experto en estas lides. Los pupilos de Ancelotti se soltaron la melena y asediaron el área del Dortmund. Kobel estaba manteniendo con vida a su equipo. Impecable actuación la suya. Sin embargo, en el 83' llegó el gol de la sentencia. Y Vinicius se encargó de hacerlo definiendo con la seguridad que le caracteriza.
Al final, se impuso la lógica. El Dortmund amenazó con reducir distancias en el marcador. Sin embargo, Füllkrug estaba ligeramente adelantado cuando los seguidores del conjunto borusser casi estaban cantando gol. El Real Madrid es histórico. La Decimoquinta Champions se viene para la capital de España.
Ficha técnica
Real Madrid 2: Courtois; Carvajal, Rüdiger, Nacho, Mendy; Camavinga, Valverde, Kroos (Modric, 85'), Bellingham (Joselu, 85'); Vinicius (Lucas Vázquez, 94') y Rodrygo (Militao, 90').
Goles: 0-1 Carvajal (74'); 0-2 Vinicius (83')
Árbitro: Slavko Vincic (Eslovenia). Amonestó a los locales Schlotterbeck (40'), Sabitzer (43'), Hummels (79') y a los visitantes Vinicius (33')
Estadio: Estadio de Wembley (Londres). 86.212 espectadores.