Las claves del éxito del Girona y cómo es posible que siga siendo líder de la Liga tras 16 jornadas
A mediados de diciembre son líderes en solitario tras ganar al Barça; esto no es casualidad, es un proceso, mensaje y metodología
El Girona aplasta al Barça y Míchel le da una lección futbolística a Xavi
No es una casualidad que estén aquí, ni fruto de una buena racha de partidos, ni que la suerte les esté acompañando más de lo debido elevando sus resultados por encima de lo que su juego merece. A mediados de diciembre, con 16 jornadas disputadas, casi llegando al ecuador de la temporada, el Girona es líder en solitario de la liga española. Y es líder por pleno derecho, por merecimiento y como premio a una idea de juego revolucionaria, atemporal, que nadie está entendiendo.
No se trata tampoco del caso de un equipo pequeño que se aprovecha del mal momento de los grandes para elevarse en la clasificación, como hizo el Leicester City cuando ganó la liga inglesa en el 2016. Con todo el respeto a esa gesta, una de las más impactantes que ha dejado el fútbol en los últimos años, el Leicester se aprovechó de una temporada catastrófica de todos los grandes ingleses, logrando campeonar con 81 puntos. Una buena cifra, por supuesto, pero que no suele dar para ganar una de las grandes ligas.
El Girona no. El equipo de Míchel lleva sumados 41 puntos en 16 jornadas. Haciendo una regla de tres, nos sale que a 38 jornadas, lo que dura el campeonato, están en un promedio por encima de los 97 puntos. Números de claro campeón.
Solo seis equipos en toda la historia de la competición han llegado a esta jornada con más puntos de los que suma el Girona ahora mismo: el Barcelona en las temporadas 10/11, 12/13, 13/14 y 17/18, el Real Madrid en la 14/15 y el Atlético Madrid en la 13/14. Salvo el Barça en 2014 y el Real Madrid en 2015, siempre que un equipo llevó una puntuación igual o ligeramente superior, acabó venciendo el campeonato. En el peor de los casos, fue segundo.
El Girona lleva 38 goles anotados en 16 jornadas, una media de 2,4 goles por partido. En las grandes ligas europeas, tan solo el Bayer Leverkusen de Xabi Alonso y el Bayern Múnich llevan más; el Paris Saint-Germain y el Manchester City llevan los mismos. Su reciente victoria ante el Barcelona supuso otro récord, convirtiéndose en el sexto equipo en lo que va de siglo que gana como visitante al Barça anotando, al menos, cuatro goles. Antes lo hicieron el Valencia y el Deportivo la Coruña en 2003, el Betis en 2018, PSG en 2021 y el Real Madrid este mismo año.
Pero, ¿cómo es esto posible?, ¿qué ha sucedido para que el Girona haya dado este salto?
Hace dos temporadas estaban en segunda división, donde quedaron sextos y lograron, in extremis, la última plaza del play-off que luego vencieron. La temporada pasada, la primera en su regreso a la élite, quedaron décimos con 49 puntos. Ocho puntos más de los que llevan ahora... con 22 partidos aún por jugar.
Las posibilidades del City Group
Obviamente, el paraguas del City Group ayuda. El Girona pertenece a esta sociedad de cartera que administra clubes de fútbol y que tiene, como joya de la corona, al Manchester City, vigente campeón de Europa. El Girona es uno de los 14 equipos que forman parte de esta multipropiedad y eso les permite aspirar a jugadores que de otra manera sería más complicado. Por ejemplo, Yan Couto y Savinho están cedidos desde equipos del City Group, Aleix García tiene pasado en el Manchester City e incluso el fichaje de jugadores jóvenes, como es el caso de Miguel Gutiérrez desde el Real Madrid, se dan con la esperanza de que se desarrollen y puedan aspirar en el futuro a un club como el de Pep Guardiola.
Pero no es únicamente eso. Detrás hay mucho trabajo que está permitiendo a los jugadores sacar su mejor versión. Para ilustrarlo mejor, la pareja de centrales del equipo son dos jugadores que, parecía, la élite había desterrado. El veredicto con ellos indicaba que no eran lo suficientemente buenos y, ante la falta de minutos, salieron buscando oportunidades. Eric García, en Barcelona, y Daley Blind, en Múnich, han pasado de condenados a héroes del equipo revelación en Europa.
Míchel, el arquitecto
El arquitecto de tan magna obra tiene nombre y es Míchel, un obrero del fútbol que ha ido esperando una oportunidad como esta. Suya es la responsabilidad de haber construido un equipo que está rebosando los límites conocidos en lo que a variantes con balón y soluciones desde la pizarra se refiere. Un equipo riquísimo, con una idea consolidada, que potencia a sus jugadores, pero que igualmente se sabe adaptar a cada equipo contra el que juega.
Para tratar de explicar este Girona, así como en su totalidad, o en su misma raíz, explicarlo y hacerlo entender, vale conectar con una idea de jugar al fútbol que ha cogido las raíces españolas, de juego propositivo, salir jugando desde atrás, combinaciones cortas, y lo ha mezclado con el talento y la creatividad brasileña, el caos que ofrecen, construyendo un sistema en el que cada jugador se sienta potenciado.
Partiendo de un 4-4-2, aunque caben adaptaciones como el 5-3-2 que usaron ante el Barcelona, el Girona de Míchel es un equipo al que le gusta salir jugando desde atrás, potenciando las cualidades con balón de sus centrales y de un mediocentro, Aleix García, que está siendo uno de los mejores jugadores de la liga, conectando a sus compañeros y poniendo orden a su equipo.
Miguel Gutiérrez, el arco y la flecha
Los laterales, siguiendo esta nueva corriente que está de moda en Europa, aparecen por dentro y ayudan a construir el juego. El lateral derecho, Arnau Martínez, normalmente se queda como un tercer central para ayudar en la salida de balón; el izquierdo, Miguel Gutiérrez, es múltiples jugadores en uno: mediocentro ayudando a construir juego y, conforme avanza la jugada, se va incorporando por dentro. Es asombrosa la cantidad de jugadas del Girona que acaban con Miguel dentro del área rival, como un delantero.
Da igual la zona desde donde esté, no necesita tiempo ni espacio para armar la pierna y poner un balón envenenado al área. Si en el baloncesto Stephen Curry fue la vanguardia que obligó a la defensa a salir de la zona para defender su amenaza al triple lejano, esta nueva tipología de laterales obliga a todo sistema a hacerse nuevas preguntas para las que no hay respuesta. ¿Adelanto la defensa, dejando espacio a la espalda?, entonces te filtra a espaldas de última línea; ¿atraso la defensa, dejando tiempo y espacio a poseedor?, entonces estás dándole capacidad para pensar a quien es capaz de matarte. Es como la escena de un patio escolar en la que unos niños le han quitado la mochila a un compañero y hacen un círculo pasándosela, con el dueño del objeto llegando siempre tarde a sus intentos de interceptar.
Artem Dovbyk, el gol
Por fuera, la magia brasileña con Yan Couto y Savinho, que ofrecen ese punto de imprevisibilidad, desborde y empuje que ofrece soluciones a donde la táctica no llega. Y en punta el ucraniano Artem Dovbyk, un fichaje que se dio de incógnito, que ha aparecido casi de la nada, de las profundidades del fútbol ucraniano, y que está ofreciendo juego de espaldas, amenaza al gol y capacidad para relacionarse con sus compañeros. Lleva 12 participaciones de gol en liga (ocho goles y cuatro asistencias). Solo Bellingham (14), lleva más.
Las dudas
En defensa no son un equipo perfecto. Han encajado 20 goles en 16 partidos y tienen debilidades estructurales, tanto concediendo recepciones por dentro en un equipo que se parte más de lo deseado, o inseguridad defendiendo el área, especialmente cuando no cuentan con la experiencia y el liderazgo de David López, resaltando las inseguridades de Eric y Blind.
Esa fragilidad atrás puede ser lo que, a la larga, les eche para atrás en una carrera por el campeonato que se postula larga y apasionante. Desde luego, por variantes e ideas con balón no será. Llegará a donde llegue, pero este tipo de ideas y propuestas son las que enriquecen una competición. Tras la victoria en Montjuic, Míchel comentó que «le habían hecho un favor a la liga». Y desde luego, han hecho un favor al interés y la competitividad de la competición pero, por encima de eso, le han hecho un favor a los que se sientan a verlos cada semana.
El Girona no está ahí arriba por casualidad o un milagro, sino porque ha hecho más méritos para estarlo que los que no lo están. Van muy en serio. A veces hay una única forma de que una historia sea increíble: que suceda de verdad.