Imane Khelif, la boxeadora intergénero, arrasa a todas sus rivales y se hace con el oro olímpico
Se impuso a la china Liu Yang en la final y completa un torneo en el que se ha mostrado muy superior a todas sus rivales
Imane Khelif, la boxeadora argelina que se ha proclamado campeona olímpica en la categoría de peso wélter en los Juegos Olímpicos de París 2024, ha sido una figura polarizante desde el inicio de su carrera. Su medalla de oro, conseguida tras vencer a la china Liu Yang en la final, ha sido aclamada por algunos, pero para muchos, este logro sigue envuelto en una nube de controversia y cuestionamientos sobre la equidad en el deporte femenino.
La controversia no comenzó en París, sino en el Mundial de 2023 en Nueva Delhi, donde Khelif fue descalificada por la Asociación Internacional de Boxeo (IBA) por no superar una prueba de elegibilidad sexual. A pesar de esto, el Comité Olímpico Internacional (COI) permitió su participación en los Juegos Olímpicos, argumentando que las pruebas impuestas por la IBA eran defectuosas. Sin embargo, esta decisión no ha logrado disipar las dudas sobre si Khelif debería haber competido en la categoría femenina.
Durante los Juegos, Khelif no perdió un solo asalto en sus tres primeras peleas, una hazaña impresionante, pero que alimentó las sospechas sobre sus altos niveles de testosterona, que algunos consideran le otorgan una ventaja injusta sobre sus rivales. La situación alcanzó un punto crítico cuando su primera oponente, la italiana Angela Carini, abandonó el combate después de solo 46 segundos, afirmando que los golpes de Khelif eran insoportables. Este incidente, en lugar de silenciar las críticas, las intensificó, atrayendo la atención de figuras internacionales como el expresidente estadounidense Donald Trump y la escritora J.K. Rowling, quienes cuestionaron la equidad de su participación.
El COI, en un intento por contener la tormenta mediática, calificó las críticas a Khelif como «discurso de odio», y su presidente, Thomas Bach, defendió vehementemente su derecho a competir. Sin embargo, estas defensas oficiales no han sido suficientes para apaciguar a quienes consideran que la participación de Khelif socava la integridad del deporte femenino. La realidad es que su medalla de oro, lejos de resolver la controversia, la ha intensificado.
Khelif, por su parte, ha insistido en que las acusaciones en su contra son una forma de persecución que ataca su dignidad y ha afirmado que su medalla de oro es la mejor respuesta a los detractores. No obstante, esta defensa no ha convencido a todos. Muchos critican que la respuesta del COI y de Khelif ha sido insuficiente y que la victoria en París no puede borrar las cuestiones sobre si compitió en igualdad de condiciones.
En lugar de ser una celebración indiscutible, el triunfo de Khelif ha abierto un debate profundo sobre la equidad en el deporte y la manera en que se deben manejar casos de elegibilidad en competiciones femeninas. Su medalla, aunque legítima según las reglas del COI, sigue estando bajo la sombra de una controversia que no parece disiparse, y que plantea preguntas incómodas sobre el futuro de la competencia justa en el boxeo y otros deportes.
Khelif deja París como campeona olímpica, pero su victoria está lejos de ser una que cierre bocas. Al contrario, ha encendido un debate que probablemente persista mucho después de que se apaguen las luces de los Juegos Olímpicos.