Tom Cruise, en los Juegos Olímpicos 2024

Tom Cruise, en los Juegos Olímpicos 2024AFP

La razón por la que Tom Cruise tendrá hoy un papel protagonista en la clausura

«Queremos un final feliz». Los parisinos no quieren misiones imposibles, sino una ceremonia de cierre festiva y sin polémicas de unos exitosos juegos que concluyen cediendo el testigo a Los Ángeles

La ciudad de París está siendo la indiscutible ganadora de unos Juegos que levantaban muchos recelos dada la audacia de su planteamiento urbano. Al convertir la propia ciudad en una gran arena olímpica, eran más que numerosos los escépticos que hacían hincapié en aspectos como la seguridad, el caos, las colas a la entrada de los estadios, los problemas de tráfico…. Hoy los parisinos se sienten mayoritariamente orgullosos, sacan fervor patriótico como nunca y parece que se han reconciliado con esta ciudad que tanto aman y tanto critican al mismo tiempo. La proyección global de la capital francesa no tiene paragón en la historia. Si a estas alturas de los JJOO quien haya seguido la mayoría de las pruebas no quiere venir a París es solo porque es un antiurbanita recalcitrante y sueña con perderse en Tahití y emular la foto del surfista brasileño Gabriel Medina suspendido en el aire, sin duda una de las imágenes de esta cita olímpica.

Una cita que termina hoy en una ceremonia de clausura que los franceses desean que sea «ese final feliz de esta gran película», como recoge este domingo la mayoría de la prensa francesa. Desde los periódicos más conservadores a los más progresistas hablan del gran éxito de los Juegos, que hasta el momento han transcurrido sin sobresaltos. La gran sensación de seguridad es uno de los aspectos que más se resalta, como también cierto «buen rollo» que no siempre se respira en la ciudad. Una atmósfera especial que Le Figaro compara con lo que ocurrió en Barcelona 92.

El broche lo pondrá esta noche una ceremonia para la que se ha optado por un formado más convencional, si bien con la idea de causar impresión hasta el final. «Como estos partidos ya ganados, pero donde la euforia, el perfeccionismo y la conciencia del momento excepcional dictan no relajarse, brillar hasta el pitido final», escribe con indisimulado fervor patriótico Le Parisien. El traspaso de poder de la ciudad de la luz a la ciudad de Los Ángeles comenzará a las 21 horas en el Estadio de Francia. La ciudad californiana acogerá los próximos Juegos, razón por la cual Estados Unidos tendrá hoy un importante papel en la ceremonia.

Tan solo se sabe que Tom Cruise aparecerá en vídeo, pero también en persona, y que habrá un truco espectacular en las fachadas del Estadio de Francia, al estilo Misión Imposible. Un truco relacionado con el relevo de la llama olímpica. Si James Bond dejó alto el listón al entrar en el Estadio Olímpico del brazo de la Reina Isabel II en Londres 2012, veremos qué sucede aquí esta noche. Para algunos, la misión que no debe ser en absoluto imposible es que Thomas Jolly, director artístico de las cuatro ceremonias –incluidas las dos Paralímpicas– modere ese talento disruptivo del que tanto se jacta y que llega a ofender.

Se esperan en el recinto 80.000 espectadores, muchos de ellos jefes de Estado y de Gobierno y otras autoridades que continúan en París, entre otros, la Reina Sofía. Se espera también que mil millones de espectadores lo sigan por las pantallas en todos los rincones del mundo. La artista francesa Zaho de Sagazan cantará desde el pebetero, uno de los puntos más celebrados del París olímpico. La cantautora y modelo francesa Yseult concluirá con My Way.

«Records», como se llama el espectáculo de hoy, también albergará juegos de circo con numerosos bailarines acrobáticos y actuaciones aéreas. Participarán alrededor de 120 artistas. En el cartel, además de las cantantes ya citadas, se espera a las estrellas del electro French Touch, Air y Phoenix . Por parte de Estados Unidos, que se sepa por el momento, Billie Eilish, los Red Hot Chili Peppers y el rapero Snoop Dogg, indiscutible estrella de París 2024. Los Ángeles toma el relevo y hay que asegurar que el espectáculo continúa. The show must go on.

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