El resurgir del boxeo español, el deporte arrinconado por la corrección política
Los púgiles nacionales vuelven de París con dos medallas y han recuperado una atención que se perdió hace años
Los Juegos Olímpicos de 2024 serán recordados por el buen papel de los boxeadores españoles. Desde la cita de Sídney en 2000 no se conseguía ninguna presea y en esta ocasión han sido dos. Enmanuel Reyes Pla y Ayoub Ghadfa han logrado el preciado metal y son la cara más visible de un éxito que traspasa lo deportivo.
Después de muchos años, casi tantos como los que ha durado la sequía olímpica, el boxeo ha acaparado titulares y tiempo de calidad en los medios de comunicación. Los últimos coletazos mediáticos de este deporte los protagonizó Javier Castillejo cuando luchó por el título mundial ante las cámaras de Telecinco. Poco antes, Policarpo Díaz ilusionó al país para hundirse después en el pozo de la droga.
La historia del Potro de Vallecas es una de las tantas que, a lo largo de la historia, han servido para cubrir el boxeo de una sombra de tragedia y bajos fondos. El noble arte convertido en algo «sórdido», según señala el progubernamental diario El País en un libro de estilo que, como norma general, descarta informaciones sobre esta disciplina. La línea de este periódico se convirtió poco a poco en mayoritaria y la afición por este deporte en algo casi clandestino.
Pero las cosas han cambiado. Lejos queda esa edad de oro del pugilismo español que tuvo a Manuel Alcántara de cronista, ahora buena parte del mérito hay que dárselo a Ibai Llanos, pero también a los cientos de jóvenes que se siguen apasionando por este duro deporte y que han demostrado en París que la cuenta del boxeo no ha llegado a 10.
En los últimos años se han multiplicado el número de gimnasios que ofrecen clases de boxeo para todos los niveles. Desde el simple mantenimiento a la posibilidad de dar un pasito más y subirse a un ring. No es raro ver guantear en una misma sala a chavales de 18 años y señoras de 56. Su complejidad física se ha impuesto a los miedos y mantras repetidos sobre peligrosidad y veteranos «sonados».
De esta popularidad se ha servido el streamer antes mencionado para convertir el boxeo en el pilar de su gran evento anual. Una revisión del clásico partido entre toreros y famosos convertido en duelos pugilísticos entre personajes conocidos en el mundillo de Twitch, TikTok, Youtube y demás redes sociales.
Lejos del profesionalismo y con mucho de show en su organización, la conocida como Velada del año ha conseguido llenar el Santiago Bernabéu este mismo verano. Se le pueden poner todos los peros y asteriscos que se quiera, pero no cabe duda de que un éxito de público así para ver una serie de combates de boxeo refresca la imagen del deporte y lo aleja de tópicos y leyendas negras.
Una selección con potencial
Con este clima de interés nacional por la disciplina, la selección española de boxeo se presentaba en París con una serie de púgiles con aspiraciones a la lucha por las medallas. Han sido dos, pero la imagen general ha sido más que positiva y en algunos casos solo la dudosa decisión de los árbitros ha impedido cotas más altas.
Especialmente duro fue el combate de Reyes Pla en semifinales. A pesar de llevar la iniciativa en el cuadrilátero, los árbitros decidían otorgar la victoria a su rival de Azerbaiyán y privarlo de la lucha por el oro. Por suerte para el Profeta, la controversia llegaba en un escalón que garantizaba el bronce y no uno por debajo, como sucedió en Tokio.
Polémica también en las derrotas de Rafael Lozano Jr. y José Quiles en cuartos de final. Se quedaron sin medalla, pero la juventud de ambos permite pensar en un futuro brillante para ambos en el circuito amateur. Lo mismo ocurre con Laura Fuertes, que cayó en primera ronda, pero que ya es historia del deporte español al convertirse en la primera boxeadora en representar al país en unos Juegos Olímpicos.
La guinda la puso Ayoub Ghadfa. El de Marbella se plantó en la final de los superpesados y, también como pionero nacional en la categoría, luchó por el oro contra el poderoso Bakhodir Jalolov. El uzbeco era claro favorito, ganó el combate con claridad, pero, siguiendo el tópico, para la delegación española, la plata supo a oro.
En busca del profesionalismo
Ahora, el objetivo más difícil para el boxeo español es la de encontrar a una gran estrella en el profesionalismo. El terreno amateur y los Juegos pueden ser un buen trampolín, pero hace falta un pegador que destaque en las grandes veladas profesionales. Aunque no podemos olvidar a figuras como Kiko Martínez o Joana Pastrana, que han alcanzado títulos mundiales, falta el impulso de una figura que llegue al gran público.
Aunque la tarea es complicada, en los últimos tiempos hemos vivido una situación similar con Ilia Topuria. El luchador hispanogeorgiano ha roto las barreras de una disciplina mucho más duro y violento que el boxeo, el MMA. Su cinturón de campeón de la UFC ha puesto en el mapa español esta competición y ha demostrado que el silencio informativo impuesto por algunos medios no puede hacer nada frente al carisma de un ídolo deportivo.